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Por Luis Vívori "Desde que tengo uso de razón se dice que las novelas están en crisis y los que estamos en crisis somos los seres humanos", ataca Alberto Migré, una institución en eso de crear triángulos amorosos televisivos. Migré está enojado -- "fui borrado de la televisión por no aceptar que sacaran mi nombre de la idea original de una historia--, pero prepara su regreso para regocijo de taxistas memoriosos, "de los que me recuerdan hasta líneas completas de una escena" y amas de casa que les escapan a los formatos noveleros en videoclip. Migré, que se considera "más que un buen autor, un buen observador de la vida", dará luz a cuatro mujeres separadas que bordean los cincuenta, pero no muestran signos de bajar los brazos. Provisoriamente el programa se llamará "Cancheras", (el nombre que suena más fuerte), y lo dirigirá Diego Kaplan ("Drácula" y "Son o se hacen"). --¿Qué cosas cambiaron, a grosso modo, desde aquellas "Rolando Rivas" o "Piel Naranja" a "Gasoleros", por citar un ejemplo? --Pienso que cambió el ritmo, el tiempo. La mía era un televisión que la gente miraba y escuchaba. Hoy se mira y no se escucha, o se escucha y no se mira. La gente tiene una mirada superficial, más comprometida con ir a hacer pis o sacar la comida del fuego. Antes era como ir al cine. Una porción de la gente dejó de mirar televisión: la llamada AB1, la más selectiva, es la que ya no está. Me acuerdo de que escuchaban con tanta atención que uno no se podía equivocar al escribir una línea porque se daban cuenta. Hoy se equivocan y no pasa nada. --¿Por ejemplo? --Cuento una escena: una madre está desesperada porque el hijo está ensayando en la casa, le faltan drogas y hace un escándalo con los amigos. Se va llorando y a los gritos. Cuando llega el protagonista, ella lo aborda con otro tema que nada que ver y entre risas le habla sobre una carta en la que dice que este hombre es gay o algo así. Pasa de un ataque de angustia a un ataque de risa y fin del capítulo. Me pregunto ¿y la continuidad? Es un detalle que ofende. Hoy las novelas son videoclips. --¿Piensa que hoy no han cambiado las temáticas, pero sí la manera de abordarlas? --Sí. Un ejemplo es el uso del lenguaje. Desaparecieron palabras del idioma, con cuatro quieren arreglar todo. Eso del "carajo" desde el principio al fin. Terminan un bloque donde la protagonista en la cama le dice al galán ¡andá a cagar! Eso es feo. O escriben: "vive en una nube de pedos". ¡El pedo es algo horrible! Es humano, seguro, pero cuidado con eso. ¡Hay que usar el idioma que es tan bello! El problema no son las temáticas, se puede hablar de sexo, el tema es cómo se llega a él. --¿Su análisis es una crítica a toda la ficción que se hace hoy en TV? --Bueno, no. Los programas de Suar me gustan, menos "Campeones", que aunque esté bien hecho tiene un lenguaje con el que no estoy de acuerdo. El mejor es "Vulnerables". Tiene situaciones muy límites sin contrapeso, pero ése es el planteo que hicieron y está bien. Es un programa redondito, con un buen libro, una excelente interpretación y una gran dirección. --¿Un autor debe hacer un esfuerzo por adaptarse a los tiempos? --Sí, también tengo que entrar en esta vorágine porque si no, no se puede trabajar. Pero hasta ahora todo lo que escribí me lo aceptaron, así que no me hago problemas. Pero siempre voy a escribir las cosas que siento, más allá de los tiempos que corren. No creo que me haya cambiado la observación, en esencia soy el mismo. --¿Eso significa que, si le dieran la posibilidad, escribiría para una tira de Suar? --Si me dieran piedra libre por un año, sí. Ellos hacen cambios todo el tiempo, como eso de hacer entrar y salir personajes. O traer figuras especiales para subir el rating, que es forzado, un recurso que usan por no saber qué hacer con la historia. Una tira no debe durar más de un año. --¿En algún momento de su carrera juzgó a sus propios personajes? --No, nunca los juzgo, los dejo crecer, que sean libres. Soy consciente de que apenas soy una visita que no toca timbre y que voy a un público de 4 a 4000 años. Intento que nunca una frase o una conducta moleste. En esto también cambió la televisión. Antes se juntaba la familia para ver la tele, hoy está todo el mundo separado mirando algo por su lado. Menos los abuelos, claro, porque para ellos no hay nada.
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