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Por Diego Schurman El viejo modelo peronista de una mítica y única Confederación General del Trabajo con representación obrera es desde ayer historia del pasado. Es que Alberto Flamarique reconoció públicamente a la alternativa Central de Trabajadores Argentinos (CTA) como interlocutora gremial ante el gobierno de la Alianza. El designado ministro de Trabajo blanqueó así la coexistencia de dos centrales sindicales. En los papeles, la CTA tiene un reconocimiento limitado. Presionado por un dictamen de la Organización Internacional del Trabajo, en 1997 el menemismo accedió a otorgarle la inscripción gremial. Es decir, le dio la posibilidad de representar a los trabajadores, aunque sin ninguna capacidad para negociar en nombre de ellos, algo que se logra únicamente con la personería gremial.Flamarique no realizó ayer ninguna promesa. Pero su traslado hasta la sede de la CTA, apenas cuatro días después de haberse encontrado con los capitostes de la CGT, fue todo un gesto que, por si fuera poco, adornó con palabras: Estar aquí es un reconocimiento explícito de la CTA, dijo sin cabildeos acompañado por los designados secretarios de Trabajo y de Empleo, Jorge Sappia y Horacio Viqueira.Puertas adentro, las buenas señales continuaron. Queremos que participen todos. Que haya diálogo y consenso entre todos, dijo Flamarique a esa altura sentado junto al titular de la CTA, Víctor De Gennaro.Durante las gestiones de Rodolfo Díaz, Enrique Rodríguez, Armando Caro Figueroa, Antonio Erman González y José Uriburu, todos ministros de Trabajo del menemismo, la CTA fue cartón pintado y jamás logró ser convocada para delinear políticas. Flamarique amenaza con hacer lo contrario cuando asuma en el cargo.En ese proceso de democratización sindical una frase que el futuro ministro de Trabajo repitió insistentemente, De Gennaro tiene depositada su esperanza de obtener respuestas favorables a dos reclamos de la CTA.El primero es un fallo judicial, que se conocerá en las próximas horas, que podría obligar a la CGT a compartir el manejo del dinero de las obras sociales con la CTA. Se trata, ni más ni menos, que un fondo de 360 millones de dólares anuales.El segundo reclamo es la aprobación en el Congreso de un proyecto de garantismo sindical. La iniciativa, que fue respaldada por algunos dirigentes de la Alianza, le otorga fueros a la CTA y le permite realizar descuentos por cuota sindical como realiza la CGT para financiar su actividad.De Gennaro aprovechó la oportunidad y le presentó a Flamarique un paquete de propuestas para combatir la desocupación y el trabajo en negro, que incluye la reducción de la jornada laboral y un seguro de desempleo de 500 pesos para jefes de familia. Además, pidió que la cartera de Trabajo recupere su rol esencial: Con Menem el verdadero Ministerio de Trabajo fue el Ministerio de Economía. Nosotros queremos que el Ministerio de Trabajo deje de ser la dirección de las empresas y que se haga cargo de los trabajadores, dijo.En ese sentido se mostró contra cualquier tipo de ajuste. Es que ya se estudia una reducción salarial y un redimensionamiento en la administración pública, un eufemismo que suele utilizarse para evitar la palabra despidos. Flamarique no desmintió ni aseguró que ello vaya a suceder. Aunque se enteró de que la CTA mostrará una férrea oposición a la nueva ley de Presupuesto Nacional. Justamente para discutir el tema, De Gennaro intentará mantener un encuentro con el designado jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno.
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