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El hombre que ya olvidó su nombre

“Rave un2 The Joy Fantastic”, el disco quePrince acaba de publicar bajo su símboloimpronunciable, es una agradable sorpresa.


Por Eduardo Fabregat

na33fo02.gif (18943 bytes) t.gif (862 bytes)  Hace ya unos cuantos años que Prince Roger Nelson viene agregando a sus dotes musicales una generosa cuota de esquizofrenia. Es que una cosa no puede estar despegada de la otra: Prince necesita de sus varias cartas de presentación para proporcionarle un vehículo a su música. Necesitó mentirle su edad a los ejecutivos de Warner para vender mejor al niño prodigio en el comienzo de todo (tenía 20, pero declaró 18), necesitó varios grupos fantasma en los albores de los ‘80, y necesitó varias bandas de apoyo diferentes para sus diferentes etapas creativas. Cuando el sello Warner se negó por enésima vez a difundir un disco nuevo de Prince cada cinco meses, se dio cuenta de que necesitaba otro nombre, y quiso enterrarse en Come. Ahí nació una etapa de ridículo público, pero no tan errada en el plan de publicar más y más música.Vale la pena hacer un rápido recuento: a fines del año pasado, la New Power Generation publicó por BMG New Power Soul, un CD cuyo nombre exime de mayores explicaciones. Al mismo tiempo colaboró activamente en Come 2 My House, de Chaka Khan, y en el proyecto de remixes de 1999. Hace dos meses, Warner publicó la recopilación The Vault –Old Friends for Sale, bajo el nombre clásico de “Prince”. Y ahora, el sello NPG, con distribución de Arista y BMG, lanzó Rave un2 The Joy Fantastic, nuevo disco del Símbolo Impronunciable. Lo que quiere decir que es en vano comparar este disco con los mencionados, ya que los referentes inmediatos son en realidad Chaos And Disorder el fallido triple Emancipation –ambos de 1996– y el excesivo Crystal Ball (vendido por Internet), todos del mismo símbolo. Plantadas esas bases, puede decirse que éste es uno de los mejores discos que el moreno de Minneapolis editó bajo su personalidad simbólica.Es un jueguito algo demencial, tanto como para presentar su nuevo disco como compuesto, ejecutado y arreglado por el Símbolo y producido por Prince, que además aparece como “voz líder” del primer track. Por suerte, El Artista termina convenciendo con su música. Si ese “Rave un2 The Joy Fantastic” inicial remite, como corresponde, a los viejos falsetes del Prince circa For You, el siguiente, “Undisputed” lleva a la contractura musical alla James Brown patentada en el “Housequake” de Sign’O’The Times. El disco incluye viejos conocidos como el cantante Kirk Johnson o el baterista Michael Bland, acólitos más recientes como la bajista Rhonda Smith e invitados no-tan-necesarios como Maceo Parker, Sheryl Crow, Gwen Stefani y Ani Di Franco. Pero lo que manda, al fin, son las canciones. Si la convicción de que el Artista es un excelente constructor de melodías estaba flaqueando, allí están “Wherever U Go, whatever U Do”, la breve delicadeza de “Tangerine” o la redondísima “The Greatest Romance Ever Sold” para volver a creer. El rock al viejo estilo de “So Far So Pleased” (donde vuelve a exhibir su precisión tocando una guitarra de pura distorsión comprimida), el aire lúdico de “Baby Knows”, la invitación al baile de “Hot wit U” van dándole forma a una experiencia mucho más satisfactoria que las usuales en los últimos y erráticos tiempos del Chico Púrpura. Un músico que, por querer abarcarlo todo, termina enredado.

 

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