OPINION
Ser oficialista
Por Enrique M. Martínez * |
Hay
dos arquetipos de conducta política bien definidos entre los legisladores: el del
opositor sin acceso a un poder decisorio y el del oficialista acrítico.El primero sabe o
se siente sin posibilidad de ejecutar sus propias propuestas y, por lo tanto, concentra su
atención en desacreditar las del adversario, dando sólo ideas generales de caminos
alternativos.El segundo el oficialista acrítico se limita a buscar las
señales de arriba antes de votar, usando más el culo que la cabeza. Este comportamiento,
que tanto mal le hace a la política argentina, es sin embargo coherente con la tradición
de las listas sábana y con el autoritarismo implícito y explícito en nuestra
sociedad.Ninguno de los dos tipos descriptos puede contener el caso de los integrantes de
una mayoría legislativa fruto de una alianza entre partidos, en que casi por definición,
es de esperar que haya diferencia de visiones de variada importancia. Para procesar esas
diferencias hay más de un camino.Uno inmediato, simplista, es intentar un reduccionismo
hacia el monocolor del partido único. Es decir: comportarse como los oficialismos del
pasado, donde unos pocos deciden y los demás asienten. Se puede intentar. Pero por ser
contranatura es una política destinada al fracaso en el mediano plazo. Siempre habrá un
grupo que acumule presión y finalmente explote como una caldera sin control, generando
una fractura donde pudo haber un consenso.Otra vía, más sensata, es reconocer la
necesidad de acuerdos profundos y respetar cada instancia de convergencia. Una instancia
de ese tipo, no menor, es la preparación de una plataforma. Esta tarea, que para un
partido homogéneo puede ser una tarea sólo formal, para una alianza fue el momento de
fijar comunes denominadores. A falta de mejores parámetros la plataforma de la Alianza
deberá ser la referencia conceptual de una gestión de gobierno. Tanto la conducta de
quien adquiere una hegemonía temporaria por desempeñar una responsabilidad ejecutiva
importante, como el eventual desacuerdo de quien está fuera de los ámbitos de decisión
debieran ser encauzados por los límites que surgen de la plataforma.En particular, el
mejor aporte que un legislador de la Alianza puede hacer a una democracia más creíble es
comprometerse a votar favorablemente sólo aquellas iniciativas que no entren en
contradicción con la plataforma. Este compromiso, público y masivo, servirá de
aglutinante de voluntades, de freno a los excesos y de palanca para el cambio deseado. Yo
lo asumo.* Diputado electo por la Alianza. |
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