Desde la
primera vez que se vieron, cultivaron una relación epistolar. Querido Carlos,
Mi amigo George, estilan decirse. Nunca les faltaron razones para elogiarse
mutuamente. El ex presidente de Estados Unidos, George Bush, acuñó para Carlos Menem la
frase es un líder mundial. El argentino le dijo en los jardines de la Casa
Blanca, durante una visita de Estado, Mister President, gud blis iu en lugar
de God bless you. Un blooper que fascinó a los presentes. Ayer, a diez días del pase de
mando, Bush apareció sorpresivamente en Buenos Aires. Aterrizó en el Aeroparque Jorge
Newbery en un avión privado con matrícula de Houston, Texas. En el Gobierno aseguran que
sólo vino en una visita de descanso y a pescar truchas al Sur, pero no podía
dejar de pasar a ver a su amigo entrañable.Apenas pisó suelo argentino, rodeado de
estrictas medidas de seguridad y con cuatro acompañantes, Bush fue para la quinta de
Olivos, donde Menem le tenía listo el chalet de huéspedes que ya conoce bien de visitas
anteriores. La agenda del ex mandatario norteamericano, que se quedará cinco días, no
parece estar demasiado cargada. A la tarde, fiel a su costumbre, los dos amigos jugaron al
golf en el Jockey Club. Bush viajará hoy a algún lugar de la Patagonia a pescar
truchas, dijeron voceros de la Casa Rosada.Como suele suceder cada vez que Menem y
Bush entran en contacto, funcionarios opositores y también oficiales reviven el recuerdo
de los intentos de George Bush hijo de concretar negocios en estas tierras. En 1994 el
semanario The Nation puso al descubierto una serie de presiones que George W. Bush,
invocando su apellido, había ejercido en 1988 para lograr favores del gobierno argentino
para la firma texana Enron, vinculada con su familia. Ayer, atajándose, funcionarios del
Gobierno intentaron restar importancia al viaje de Bush. Vino a pescar, nada más,
pero claro que es más tentador hacer un análisis de que están haciendo negocios o que
el tipo quiere comprarse una casa en Anillaco, dijeron allegados al Presidente.
Menem y Bush tienen una gran amistad. El argentino implantó la modalidad de
personalizar las relaciones políticas con Estados Unidos. Así quedó establecido en su
primer encuentro con Bush, el 25 de setiembre de 1989, durante la cena de gala de la
asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York. Menem tenía un lugar asignado en una mesa
de colegas latinoamericanos, pero esperó el momento justo: cuando Bush estaba a punto de
sentarse se le plantó en la silla de al lado fingiendo no ver las señas indignadas del
personal de ceremonial. Fue cuando le dijo somos del mismo palo, una frase que
lo marcó para siempre. Bush le dio la primera prueba de amor a Menem cuando en 1990 hizo
su primera visita oficial a pesar del alzamiento carapintada. El vínculo logró el
equilibrio justo durante la Guerra del Golfo, cuando Menem decidió, sin consultar al
Congreso, enviar dos buques a la zona del conflicto para apoyar a la fuerza multilateral
liderada por los americanos contra Irak. Bush, en adelante, se mostró complacido por el
ajuste económico (habló de la política económica argentina como un verdadero
milagro) y el desmantelamiento del misil Cóndor. Una dosis de tenis y de golf ha
sido el signo distintivo de los encuentros, un hábito con el que hasta se animaron a
desafiar la lluvia marplatense. Menem fue invitado por Bush a su casa de verano en
Kennenbunkport donde lo recibió con un programa para hombres vigorosos.
Consultados por Página/12, voceros norteamericanos dijeron desconocer si Bush aterrizó
en estas latitudes por alguna cuestión puntual. Pero están seguros de que Menem le
pedirá consejo para seguir su ejemplo y dedicarse a dar conferencias por el mundo, una
tarea por la que ex funcionarios de alto rango no cobran menos de 30 mil dólares cada
vez.
BAGNASCO ENVIARA DOCUMENTACION A BRASIL
Las coimas de IBM en el Mercosur
Por A.M.
El
presidente Carlos Menem firmó un decreto por el cual autorizó el envío a Brasil de la
documentación judicial referida al caso IBM-Banco Nación para que ese país juzgue a los
dos directivos de la casa matriz involucrados en el escándalo informático provocado por
el pago de una millonaria coima. Hace quince días el juez federal Adolfo Bagnasco dejó
sin efecto la orden de captura internacional de Robelí José de Líbero y Marcio Kaiser,
dos ejecutivos de la casa central de IBM que viven en Brasil. El magistrado pretendió
indagarlos para determinar qué responsabilidad tuvieron en el pago de coimas que esa
empresa habría realizado para obtener el contrato del proyecto informático Centenario
del Banco Nación. Pero Brasil se negó en reiteradas oportunidades a extraditarlos por
tratarse de personas nativas de ese país, y le pidió a la justicia argentina que envíe
las pruebas para juzgarlos en su propio territorio. Bagnasco tampoco tuvo suerte con
Steven Lew y Peter Rowley los otros dos ejecutivos de la casa matriz
imputados, porque Estados Unidos informó a principios de noviembre que no
concederá su extradición.Bagnasco ya envió copias de las partes del expediente
referidas a los dos brasileños a la Cancillería. El decreto 1397/99, también firmado
por el ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo, y por el canciller Guido Di Tella,
facultó al Ministerio de Relaciones Exteriores a remitir al Ministerio de Justicia
brasileño las evidencias de la causa 2229/94 caratulada Millán, Alfonso y otros
s/defraudación en perjuicio a la administración pública, denunciante: Pinetta,
Santiago. Uno de los investigadores que siguió el caso desde su origen especuló
ante este diario con la improbabilidad de que la justicia brasileña los condene.Líbero
era el gerente de operaciones de IBM en América latina al momento de la polémica
maniobra, mientras que Kaiser se desempeñaba como director de Servicios en el
subcontinente. Líbero se jubiló en 1996 y vive en Miami. Kaiser dejó la Big Blue en
1995 y ahora trabaja en una empresa de insumos informáticos.
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