Por Victoria Ginzberg Cuando
subías los ocho o diez escalones de Rodríguez Peña y entrabas en el primer piso, ya
estabas en territorio liberado. Matilde Mellibovsy evocó así la sensación de
Madres y Familiares de Desaparecidos que durante la dictadura concurrían a la sede del
Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en busca de apoyo jurídico y emocional. El
organismo de derechos humanos fundado en 1979 inauguró ayer el Seminario Internacional
organizado para conmemorar sus 20 años de vida. Emilio Mignone, Augusto Conte, Alfredo
Galetti y Boris Pasik los miembros fundadores fallecidos de CELS fueron, a
través del recuerdo de los asistentes, los protagonistas del seminario. El acto comenzó
con una mesa de mujeres: Laura Conte, presidenta del organismo; Chela Mignone,
vicepresidenta; Matilde Mellibovsky, Carmen Lapacó y Fanny Bendersky subieron al
escenario del salón de actos del colegio Carlos Pellegrini para evocar a sus compañeros,
esposos y amigos que crearon el CELS y agradecer a los participantes del encuentro. Poco
antes, la pantalla ubicada detrás de ellas mostraba la figura de Emilio Mignone. A
continuación se leía una frase suya: Yo le debo mucho a mucha gente, pero sobre
todo a Mónica, que fue la causa para que pusiera mi vida al servicio de los demás.
Mónica, su hija, desapareció el 14 de mayo de 1976. En el Carlos Pellegrini se
reunieron, abajo y arriba del escenario, gran parte de los defensores de los derechos
humanos de Argentina y varios invitados extranjeros. Del primer panel del seminario
participaron María Adela Antokoletz, del núcleo fundador de las Madres de Plaza de Mayo;
el obispo y miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Aldo Etchegoyen;
Noemí Labrune, de la Asamblea de Derechos Humanos de Neuquén: la jueza y ex abogada del
CELS Lucía Larrandart y el periodista Horacio Verbitsky, quien recientemente se
incorporó como miembro de la Comisión Directiva del organismo. La mesa fue coordinada
por Martín Abregú, director ejecutivo del CELS. El salón de actos estaba colmado y
desde la primera fila un grupo de mujeres con sus pañuelos blancos en la cabeza
escuchaban las experiencias de los panelistas sobre las acciones de resistencia
frente al terrorismo de Estado, el tema de la mesa. Verbitsky se refirió a la lucha
por romper el silencio que la dictadura había impuesto que realizó a través
de la Agencia de Noticias Clandestinas (ANCLA) que dirigía Rodolfo Walsh. El periodista
relató cómo elaboraban de manera artesanal un informe de entre diez y quince páginas
que nutría a los diarios extranjeros y a los argentinos que, en el exterior, denunciaban
a la dictadura. Estos papelitos, igual que las constancias de hábeas corpus,
sirvieron para juntar pruebas importantes para la caída de la dictadura, aseguró
Verbitsky. Cada organismo creado fue una acción de resistencia, aseguró el
obispo Etchegoyen, que recordó que en abril de 1976, una hora antes de la primera
reunión abierta de la APDH, recibió un telegrama firmado por Jorge Rafael Videla. El
dictador había enviado su adhesión a la creación de la APDH. Y una hora después mandó
a la policía. A su turno Labrune narró cómo el CELS nació a partir de diferencias con
la APDH. Sentíamos que teníamos que decir todas las palabras, afirmó.
Labrune relató que los fundadores del CELS exigían la inclusión del término
detenido-desaparecido, en vez de sólo desaparecido en las denuncias y que se separaron de
la APDH porque, en ocasión de la visita de la OEA, quienes fundaron el CELS repartieron
una lista con testimonios de ex detenidos, cosa que la APDH no consideraba oportuno
realizar. El seminario continuará hoy y finalizará mañana.
NIÑOS DESAPARECIDOS, JOVENES
LOCALIZADOS
Un libro en movimiento
Un libro
en movimiento. Así definió Estela Carlotto el libro Niños desaparecidos. Jóvenes
localizados que se presentó ayer en el subsuelo del Anexo de la Cámara de Diputados. Se
trata de un texto que fue y será alimentando con las denuncias y encuentros de los nietos
buscados por las Abuelas de Plaza de Mayo. En 1977 un grupo de doce Abuelas pensó cómo
presentarse ante los jueces para reclamar por sus hijos y nietos e idearon un formulario
en el que había un espacio especial para las fotos de los padres e hijos buscados. El
grupo inicial de Abuelas fue creciendo a la par de la carpeta en la que se recopilaban las
denuncias. El dossier recorrió el mundo junto con el reclamo por la recuperación de los
niños apropiados. El Papa lo vio cuatro veces. Hace casi diez años, las Abuelas editaron
su carpeta en formato de libro, con la esperanza de que la difusión de los casos
ayudaría a su resolución. Niños desaparecidos. Jóvenes localizados, editado por el
Grupo Temas, es la actualización de la edición publicada por las Abuelas en 1990, que se
conoció como el libro rosa, por el color de su portada. La reedición del
texto obedece a que el libro original se agotó, pero también a que once chicos fueron
localizados desde 1990 y a que se produjeron nuevas denuncias. No creo en las
casualidades y creo que es un símbolo que estemos hoy aquí presentando este libro,
dijo Carlotto en alusión a que momentos antes de la presentación los diputados había
impedido que el represor Antonio Domingo Bussi jurara como diputado nacional. La diputada
frepasista Marcela Bordenave y Jorge Scarfi, de la editorial Temas, participaron de la
presentación con Carlotto. Los que soñamos con la anulación de las leyes de
Obediencia Debida y Punto Final no tenemos más que decirles gracias a las Abuelas y
demostramos voluntad política desde la Cámara de Diputados para que los genocidas tengan
la verdadera cárcel que se merecen, aseguró Bordenave. La subsecretaria de
Derechos Humanos, Inés Pérez Suárez, y los diputados Fernando Galmarini y Luis Brandoni
asistieron al acto.
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