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"Lo emboqué de frente march." Sergio Rosales lo esperó tres horas. No lo había planeado, dice, pero no pudo contenerse. Tenía frente a frente, por primera vez, a Sebastián Cabello, el chico que atropelló y causó la muerte de su esposa y de su hija al correr una picada. Y entonces le pegó dos trompadas fulminantes. Ocurrió ayer a la mañana en los pasillos del Palacio de Tribunales después de que Cabello prestara declaración indagatoria ante el juez Vicente Cisneros, quien revocó su excarcelación porque, a pesar de la prohibición de manejar impuesta por el juez, "existe por lo menos un testigo firme que dice haber visto a Cabello conduciendo", señaló el fiscal José María Campagnoli. Después de los golpes, Cabello quedó detenido en la Unidad Penitenciaria Nº 28, en el mismo Palacio de Justicia, mientras esperaba su traslado a la cárcel donde deberá permanecer hasta el juicio oral, si la Cámara del Crimen no rechaza la decisión tomada por el juez. "Fui a las nueve y media a Tribunales porque lo indagaban y quería saber qué iba a pasar. Al mediodía me lo crucé en los pasillos y lo emboqué de frente march", relató a Página/12 Sergio Rosales, detrás de sus ojos visiblemente cansados y un sueño que arrastra de los tres meses de mal dormir. Cabello acababa de prestar declaración ante Cisneros y había sido notificado de la decisión del magistrado: deberá permanecer encarcelado mientras espera su juicio oral por haber transgredido las condiciones impuestas para obtener el beneficio de la excarcelación. Marcelo Parrilli, abogado querellante, dijo a este diario que tanto el juez como el fiscal "cumplen correctamente con su papel" y adelantó que hoy va a "pedir la elevación a juicio ante el juez de instrucción", ya que considera que ya está terminada la etapa de instrucción. Alejandro Novak, defensor del imputado, hizo lo esperable: apeló el rechazo de la excarcelación por considerar que "no había elementos suficientes y de peso" para negarle la libertad. Ahora la decisión será de la Cámara del Crimen, que deberá evaluar si confirma o no la decisión de Cisneros: si Cabello debe permanecer detenido hasta que se realice el juicio oral y público por el doble homicidio simple del que está acusado. Según Parrilli, el juicio oral podría llevarse a cabo en marzo o abril. Gregorio Dalbón, presidente de Familiares de Víctimas de Accidentes de Tránsito (FAVAT), opinó que "con esta detención se hace justicia; es feo que la gente tenga que mendigar justicia, esto debió haberse hecho hace tres meses, el mismo día del accidente". El martes, el fiscal José María Campagnolli presentó ante Cisneros pruebas de testigos que habrían visto a Cabello manejar por la zona de Flores. "Hay por lo menos una declaración firmada que motiva el pedido de la Fiscalía --señaló Campagnolli--. Del testimonio surge que había conducido hace unos 20 días. Después hay otros con algún grado de imprecisión, a los que oportunamente se les requerirá que presten declaración." El testigo más firme sería una persona que trabaja en la misma cuadra en la que vive Cabello, en Felipe Vallese al 2700, del barrio de Flores. El 30 de agosto, Sebastián Cabello, de 19 años, corría una picada sobre la avenida Cantilo en un Honda Civic importado, acondicionado para correr más rápido --y que según las pericias iba a más de 160 kilómetros por hora-- cuando se llevó por delante a un Renault 6 en el que viajaban Celia González Carman, de 39 años, y su hija Vanina, de tres. Las dos murieron en el acto, carbonizadas al explotar el tanque de nafta. En setiembre, Cabello fue procesado por homicidio culposo, aunque después la Cámara del Crimen recaratuló la causa como "homicidio simple" y dispuso el traslado al juez Cisneros. El magistrado había establecido que el procesado se abstuviera de manejar durante al menos seis meses. Rosales tiene 29 años, y hasta hace tres meses era empleado de la empresa de correo internacional DHL. Ahora no sabe. "Casi ni voy a trabajar", dice. Hay una sola cosa que lo preocupa: "Que procesen a este chico por doble homicidio simple con dolo eventual, y que le den por lo menos ocho años de cárcel (la figura contempla de 8 a 25 años)". Desde el 30 de agosto no hace otra cosa que trabajar para aportar datos a la causa. La trompada no calmó su angustia. "Si vuelvo a tenerlo delante creo que haría lo mismo o peor. Cuando me enteré de que lo vieron manejando no lo podía creer, me parece una falta de respeto hacia mí, hacia la sociedad, hacia las leyes, es un descarado, no le importa nada de nada", dijo.
EXPERTOS ANALIZAN POR QUE HUBO APOYO AL GOLPE "¿Estamos a las trompadas?", se pregunta una especialista consultada por este diario. La interrogación se vuelve incertidumbre a la hora de polemizar sobre ese inconsciente colectivo que aplaudió enfervorizado la piña contra Sebastián Cabello. Página/12 consultó a tres especialistas para analizar los resortes que empujaron la aprobación masiva del golpe. Ese desquite de Sergio Rosales, esposo y padre de las dos mujeres que atropelló Cabello, fue levantado rápidamente por las emisoras de radio matinales. Con un discurso más cercano a la aprobación tácita que a la crítica objetiva, las audiciones se convirtieron ayer en receptores de decenas de llamadas donde la opción por la justicia por manos propias dejó fuera de discusión el análisis del caso. Por este motivo, Ana Quiroga, directora de la Escuela de Psicología Social fundada por Pichon Rivière, detiene la escena del puch para enmarcar a los sujetos interactuantes. En su lectura, Rosales aparece bajo la categoría de víctima, plano donde deja insertado a la tribuna de radioescuchas y televidentes. "El análisis --dice-- debe hacerse desde el clima de violencia y saturación que vive la población. Donde la sensación de riesgo y peligro es constante. Cuando aparece alguien que está victimizado con una actitud de no someterse, se produce un fenómeno masivo de representación". Así leída, esa especie de piña colectiva fue capturada por los medios. "Los medios instrumentan este tipo de situaciones creando la noticia", vuelve Quiroga. Y en este punto es donde Stella Martini, docente de Comunicación en la UBA, critica la "construcción de una noticia más montada sobre el escándalo" y difundida desde los medios. "Es grave --califica-- que no se pueda hacer la diferenciación cuando se construye la información. Los medios tienen una responsabilidad sobre el espacio público porque desde ahí se está construyendo la realidad". Una proyección de este proceso alentaría la de "lucha de todos contra todos" con la peligrosa contrapartida de la popularización de "la justicia por manos propias que se le escapa a la tevé en gestos, entonaciones con las que trasmiten la información". Aquí es Alejandro Rozitchner quien aprieta un freno en el debate: "No me parece que tengamos que pegarnos tanto al respeto por la ley --advierte--, porque somos seres racionales y emotivos". Para Rozitchner, la trompada es expresión de la "maduración del proceso democrático. Creo --sigue-- que tenemos más libertad de la que somos capases de usar. Esto quiere decir que el límite es nuestro, por lo tanto puede correrse". Sin lugar para el disenso, el escritor se ubica al lado de Rosales. Y se revela más polémico aún: "Lástima que no estuve ahí, habría que haberle pegado con un batazo de béisbol".
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