Por Eduardo Videla La caída de tres
torres de alta tensión, que el martes a la noche dejó sin luz a más de dos millones de
usuarios de todo el país, fue producto de otros tantos atentados, cometidos en el lapso
de 45 minutos, según denunció la empresa monopólica Transener, encargada del transporte
de la energía eléctrica. La denuncia fue avalada por la propia Secretaría de Energía
de la Nación. No es el primer hecho de este tipo, pero es el de mayor envergadura
–estuvo a punto de provocar el colapso del sistema eléctrico nacional– y el
primero desde 1996. Aunque entre las autoridades y en las empresas reina el desconcierto
respecto de las motivaciones, fuentes del sector eléctrico atribuyen el hecho a la
resistencia gremial a la privatización del servicio en algunas provincia. Anoche, la
caída de otras tres torres en La Rioja, dejó a oscuras durante una hora a casi todo el
noroeste del país. Según el gerente de Relaciones Institucionales de Transener, Oscar
Dore, la falla se produjo en el denominado corredor Comahue-Buenos Aires, que transporta
la energía generada en las centrales de El Chocón, Piedra del Aguila, Alicurá y otras,
hacia el área metropolitana. Son dos líneas paralelas que vienen por la provincia de La
Pampa y pasan por la localidad bonaerense de Henderson, a la que se suma una tercera que
cubre el trayecto por Bahía Blanca y Olavarría. Las tres, que abastecen el 35 por ciento
de la energía eléctrica del sistema nacional, salieron de servicio. “La caída de
las torres fue producto de hechos intencionales: cortaron las riendas que las sostienen al
suelo con una sierra”, explicó Dore a Página/12. Las torres son estructuras
metálicas que pesan siete toneladas y están sujetadas por cuatro riendas, cables de
acero de cuatro centímetros y medio de diámetro.El primer incidente se produjo a las
21.12, a unos 7 kilómetros de la localidad de Henderson, en el oeste de la provincia de
Buenos Aires. Allí cayeron dos torres, en cada una de las líneas que corren paralelas.
“La metodología usada por los autores fue igual en los dos casos: se cortaron dos de
las cuatro riendas y las torres perdieron estabilidad”, dijo Dore.El otro episodio
ocurrió a las 22, a 25 kilómetros de Olavarría, en el centro de la provincia, a unos
100 kilómetros del primer lugar. Con la caída de las torres, las tres líneas se
cortaron en forma automática: “Salió de servicio el 35 por ciento de la
oferta”, precisó Dore. Según el subsecretario de Energía de la Nación, Luis
Sbértoli, “en ese corredor se registraron más de 25 hechos similares, entre 1993 y
1996”, curiosamente, durante la gestión de Domingo Cavallo en Economía y de Carlos
Bastos en Energía. Desde entonces, no se habían registrado sabotajes, hasta el martes
último.“No tenemos ninguna hipótesis –dijo Sbértoli a este diario–, pero
podemos decir que se trató de un intento de afectación a la situación pública”.
Ni las autoridades vinculadas a la seguridad ni los voceros de la empresa afectada
arriesgaron hipótesis. “No es nuestra responsabilidad. Nuestra única preocupación
es el restablecimiento del servicio”, dijo el gerente de Transener.Fuentes del sector
eléctrico, sin embargo, vincularon los hechos con la oposición gremial a la
privatización de la distribución eléctrica en las provincias de Santa Fe y Córdoba.
“En Santa Fe, la privatización de la Empresa Provincial de Energía ya tiene media
sanción del Senado de la provincia y generó mucha resistencia. Y en Córdoba hay una
gran oposición gremial a la gestión de (Carlos) Bastos como presidente de EPEC”,
argumentó una fuente del sector. “Los que cometieron el hecho –agregó– lo
hicieron con premeditación, sabiendo que provocaban una desestabilización muy fuerte del
sistema eléctrico nacional.”Para los usuarios, el servicio comenzó a restablecerse
a la hora, y fue normal pasada la medianoche. No fue mérito de Transener ni de las
distribuidoras, sino de la mayorista CAMESA, que en poco tiempo dispuso laentrada en
servicio de las centrales térmicas en Buenos Aires, aumentó el suministro de energía de
las centrales nucleares –fuentes de energía consideradas más caras–, e
ingresó al sistema algunas centrales hidroeléctricas que no estaban conectadas. El
sistema nacional cuenta con una oferta de 20 mil megavatios, mientras que la demanda
máxima es de 12 mil. El martes por la noche, cuando ocurrió el incidente, la demanda
nacional era de 9 mil megavatios.Transener, un consorcio integrado por el grupo local
Pérez Companc y la inglesa National Grid, que monopoliza la distribución en el país
desde 1992 –antes en manos de Hidronor y Agua y Energía– también aportó lo
suyo: habilitó una cuarta línea –que aún no está terminada– para hacer un by
pass con la tercera y restablecer parte del servicio. La empresa promete que en tres días
las torres afectadas volverán a estar en pie.
Sabotajes con antecedentes Olavarría y Henderson, las dos localidades donde el martes pasado tres
torres de alta tensión cayeron debido a presuntos atentados, habían pasado por la misma
experiencia. Ocurrió en 1995. El 10 de abril se derrumbó una torre en Olavarría. El 3
de octubre, cayeron dos en Henderson. En ambos casos, alguien aserró los cables tensores
de acero que sostienen a las torres. Según voceros de Transener, la empresa responsable
de la transmisión de energía, el presunto atentado del martes pasado resultó un calco
de aquellos antecedentes. Otras diez caídas de torres en la misma línea desde 1992,
tuvieron que ver con la sierra. En 1993, el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo
denunció que se trataba de atentados carapintadas. En 1994, las autoridades culparon al
gremio de Luz y Fuerza, un sector del cual estaba enfrentado a la política de
privatizaciones. De cualquier forma que sea, nunca aparecieron los culpables. Antes del
martes, otros 13 cortes intencionales de tensores tuvieron lugar en las dos líneas que
alimentan Capital Federal y La Plata. Una de ellas, la que pasa por Bahía Blanca, fue
objeto de tres roturas de tensores. La que cruza La Pampa sufrió 10 atentados similares,
seis de ellos en La Pampa. El corte que tuvo lugar el 17 de marzo del ‘94, en Lihuel
Calel, La Pampa, y que afectó a 2 millones de usuarios, fue el único en el que se
encontraron sospechosos: un paisano vio cuatro sombras que pasaban en un auto cerca de la
torre caída a la hora del atentado.
Un sistema vulnerable
La red nacional de alta tensión demostró ser un sistema
vulnerable: Transener, la empresa que monopoliza la transmisión, cuenta con un tendido de
7500 kilómetros de cables que transportan 500 kilovoltios, sostenidas por 16.000 torres
en todo el país. “La empresa tiene la obligación de adoptar los recaudos en
materias de seguridad. Hace patrullajes permanentes, terrestres y por helicópteros”,
afirmó el subsecretario de Energía, Luis Sbértoli. Pero la extensión de la red y la
cantidad de torres hacen casi imposible garantizar la seguridad en toda la extensión,
reconocen voceros de la empresa. La Secretaría de Energía, en tanto, pidió a la
Policía Federal que investigue los tres hechos de sabotaje denunciados. |
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