Por Diego Schurman Pizza, champagne, Víctor
Alderete, María Julia Alsogaray, perfume francés y corbatas resplandecientes. La última
reunión de gabinete tuvo sus clásicos. Pero también trajo sorpresas. Carlos Menem
anunció allí la voluntad de presentar un proyecto de ley para reemplazar reforma
de constitución mediante la elección directa del Presidente por el añejo sistema
de Colegio Electoral.
Menem asentó su decisión en un discurso federalista. Jorge Castro lo reiteró ante la
prensa al salir de la residencia de Olivos. La idea es equilibrar el peso desmedido
de la ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Buenos Aires en el sistema político
nacional y otorgarle a la totalidad de las provincias argentinas una mayor participación,
sobre todo en lo que se refiere a la designación del presidente, dijo el secretario
de Planeamiento Estratégico.
La iniciativa es de casi imposible realización ya que para ello requiere de una ley
declarativa del Congreso y la misma Constitución obliga a reunir dos tercios de ambas
cámaras para habilitar la necesidad de la reforma. Como si fuera poco, legisladores
radicales y frepasistas ya anunciaron que no darán lugar a la propuesta.
La anulación del Colegio Electoral y la aplicación del actual sistema de elección
directa del presidente y vice fue incorporada a la Constitución nacional reformada en
1994, luego del Pacto de Olivos que Menem firmó con su antecesor Raúl Alfonsín, en ese
entonces titular de la Unión Cívica Radical. Con el Colegio Electoral el voto de las
provincias chicas tiene el mismo valor que el de las grandes.
No fue la única novedad que trajo la reunión. En su discurso, luego del café y las
masas secas, Castro anunció que después del 10 de diciembre Menem seguirá reuniendo a
un gabinete en las sombras, como se le dice al cuerpo de ministeriables de la oposición.
El mandatario interrumpió a su secretario para aclarar que no será en las sombras sino
en las luces, en una muestra de su público deseo de convertirse en el jefe de
la oposición. Yo no soy un presidente en retirada, dijo.
Es más, instruyó a su secretario general, Alberto Kohan, y al mismo Castro, para
garantizar la victoria del PJ no sólo en el 2003 sino también en las
legislativas del 2001.
Ya en su tradicional discurso de apertura, Menem se vanaglorió de lo obtenido durante sus
diez años de gestión y destacó la prolijidad del proceso de transición.
Alderete y María Julia no quisieron desaprovechar la despedida. Los presos,
como le dicen con malicia en el entorno presidencial, endulzaron con loas los oídos del
Presidente, en una práctica que ya es habitual en el titular del PAMI y la secretaria de
Recursos Naturales. También hablaron el ministro de Defensa, Jorge Domínguez, y también
el titular de la Oficina de Etica Pública, Luis Ferreira.
Hubo algunas ausencias, a esta altura poco llamativas. Una fue la de Carlos Ruckauf. Fue
este año cuando el vicepresidente de la Nación y gobernador electo de la provincia de
Buenos Aires fue apartado del gabinete por su abierto rechazo a la re-reelección.
Otro que pegó el faltazo fue Roque Fernández. El ministro de Economía se encuentra
participando del encuentro de la Organización Mundial de Comercio. Tampoco estuvo el
secretario de Culto, Juan Laprovita, quien se encuentra internado.
Entre pizza y empanaditas, Menem convocó a trabajar por el peronismo. Y paso seguido
invitó a secretarios privados y subsecretarios a compartir el brindis. El Presidente se
sintió en su salsa. Uno tras otro se ponían a su lado para quedar retratado en una
fotografía.
LAS REUNIONES MAS RECORDADAS
Postales de diez años
La
reunión más tensa. Una de las más recordadas reuniones de Gabinete fue aquella donde
Domingo Cavallo decidió dar un portazo amenazando renunciar a su cargo de ministro de
Economía. Se desarrolló en La Rioja y el entonces titular de Trabajo, Armando Caro
Figueroa, debió salir corriendo para convencerlo de que desista de su actitud.
Polémica. Hubo una reunión a puro debate. Fue aquella donde se decidía la
privatización de YPF. Algunos sorprendieron con arengas nacionalistas, citando frases de
Juan Domingo Perón; otros se mostraron sorprendentemente pragmáticos. El Presidente
debió saldar la discusión. Obviamente, a favor de la enajenación.
Reservada. Durante un breve período, Eduardo Bauzá logró hacer funcionar el
gabinete chico. Es decir, una reunión de Gabinete en la que sólo
participaban Carlos Menem y los ministros, dejando afuera secretarios y subsecretarios. El
entonces secretario general decía que era la única forma de que las conversaciones
reservadas no se filtraran a la prensa.
Dura. La reunión de Gabinete más dura fue la que se desarrolló tras la muerte del hijo
de Carlos Menem. El Presidente llegó con el semblante desencajado. Y evitó realizar el
discurso con el que suele abrir cada uno de los encuentros. Ese día los ministros se
sumergieron en un respetuoso silencio y se limitaron a dar un parte liviano de la
situación de cada una de sus áreas.
Clásica. Tensas, polémicas, reservadas o duras. Cualquiera sea el tono de la reunión
nunca falta la pizza a la piedra. Es un clásico del Gabinete. Lo mismo que la bandejita
con la comida dietética de Alberto Cormillot que le acercan al ministro del Interior,
Carlos Corach, y la manzanita verde con la que suele aparecer la secretaria de Pymes, Ana
Kessler. El alcohol es, en cambio, una excepción. Aunque de vez en cuando aparece alguna
botellita de vino preferentemente de la bodega Menem o de champagne.
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