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LOS VASOS COMUNICANTES ENTRE MENEM Y EL CLAN BUSH
No sólo se vive de amor

La visita del ex presidente norteamericano fue motorizada por la preocupación de que varias investigaciones en curso dañen intereses de grupos financieros de su país. El prófugo Moneta y el amigo común Hicks.

George Bush pasó el día de ayer pescando truchas en el sur argentino invitado por el presidente Menem.
Tom Hicks, comprador de las acciones de Moneta en el CEI, es aportante de la campaña de su hijo texano.

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Por Susana Viau

t.gif (862 bytes) Todos sonríen y por lo bajo dicen “negocios” cuando se les pregunta por las verdaderas razones de la imprevista llegada de George Bush. Y agregan que el verdadero interés del ex presidente de los Estados Unidos es conocer de primera mano cómo se manejará la administración aliancista respecto de ciertos temas de alta sensibilidad, entre otros, el destino de Raúl Moneta y sus socios. Nadie olvida que Tom Hicks, “comprador” de buena parte del paquete accionario de Moneta en el CEI, es uno de los financistas de la campaña presidencial de su hijo George, gobernador de Texas, y que su otro vástago, Jeb, gobernador del estado de Florida, acaba de nombrar como subsecretario de asuntos latinoamericanos a Patricio Lombardi, un argentino que hasta ese momento se había desempeñado como todoterreno de la SIDE (en realidad de Hugo Anzorreguy) en Estados Unidos.
Fue en calidad de lobbysta de alto nivel que Bush realizó sus anteriores vistas a Carlos Menem. Menem también visitó al americano en su rancho en cada una de sus giras por la Unión. Esta vez a Bush lo trae la inquietud. La necesidad de saber de boca del caballo hasta dónde llega la disposición del gobierno electo para continuar con investigaciones que comprometen en escándalos de corrupción a importantes intereses económicos americanos.
El banquero prófugo Raúl Moneta, indicaron con insistencia a Página/12 algunos miembros del círculo presidencial y un integrante de los servicios de inteligencia, estaría en el centro de esas preocupaciones. Moneta, todavía socio del Citibank en el CEI, recurrió a un hombre del entorno de Bush para impedir que el desastre financiero de sus bancos arrastrara al CEI. Fue el financista texano Tom Hicks, cabeza del fondo inversor Hicks, Muse & Tate. Hicks es uno de los principales aportantes a la campaña de George hijo y, según se comenta en círculos financieros norteamericanos, mantiene lazos cordiales con el copresidente del Citibank, John Reed. Es más, no hace mucho tiempo Hicks admitió que recibía frecuentes llamados del banquero prófugo, aunque, dijo, ignoraba desde dónde los hacía. “Raúl me dijo que es inocente y todo esto obedece a manejos políticos”, declaró a un periódico texano. Alcanza y sobra para justificar las inquietudes de Bush. La profunda confianza que signa las relaciones entre Bush y el menemismo se sintetiza en una designación: su hijo gobernador de La Florida puso en las primeras líneas de su staff a Patricio Lombardi, peón de Hugo Anzorreguy en Estados Unidos, el encargado de preparar la conferencia que, sobre lavado de dinero, dio el “señor 5” en un lujoso hotel de Miami y quien montó, por instrucciones superiores, una provocación durante una charla de Horacio Verbitsky en el Freedom Forum. La sutileza no es una especialidad de la CIA ni de la SIDE. Tampoco fue patrimonio de quienes organizaron, el miércoles por la noche, la comida de Bush, Menem, Fernando de la Rúa y los uruguayos Luis Lacalle y Jorge Batlle en casa de Carlos “Puchi” Rohm, propietario del Banco General de Negocios, la entidad por la que pasaron los pagos del escándalo IBM-Banco Nación, el contrabando de oro y la venta ilegal de armas.

 

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