The Guardiande Gran Bretaña
Por John Mullin Desde Belfast De todos los
días, ayer fue el más trascendente. Más allá del esplendor en Dublín, Belfast y
Londres, las principales señales de que la situación ya cambió para siempre fueron las
más pequeñas: un grupo antiabortista se atrincheró frente a la sede del Parlamento,
poniendo en evidencia que los asuntos estrictamente políticos finalmente están
prevaleciendo. David Trimble, líder de los protestantes del Partido Unionista del Ulster
(UUP), se negó a usar la palabra H (por histórico) al ingresar a
Stormont como el primer líder de un gobierno de coalición en Irlanda del Norte. El
tiempo juzgará, pero Trimble entró con una inusual y sincera sonrisa. De todos modos, en
Dublín hubo una verdadera sensación de que se estaba haciendo historia. Es allí donde
la fuerza de lo que está ocurriendo comenzó a desarrollarse. Fue más que una simple
devolución de poderes de Westminster a Stormont por primera vez en 25 años. Fue una
verdadera refundación de las relaciones entre las dos partes de la isla, que nunca
estuvieron en mejores términos en los 78 años desde su partición. Peter Mandelson, el
secretario británico para Irlanda del Norte, ha jugado un rol central detrás de escena
asegurando que las propuestas del ex senador norteamericano George Mitchell tuvieran
éxito. También ayer, el IRA anunció que ya ha nombrado a su representante ante la
Comisión Independiente de Decomiso, lo que supone un primer paso hacia su desarme.Ayer,
Mandelson se ubicó en el escenario central del suntuoso salón de baile de Iveagh House,
alguna vez residencia de la familia Guinness y ahora sede del ministerio irlandés de
Asuntos Exteriores. En medio de los aplausos, Mandelson suprimió el acuerdo
anglo-irlandés de 1985, detestado por los unionistas, reemplazándolo por el acuerdo
británico-irlandés, que instala relaciones únicas, incluyendo el Consejo Ministerial
Norte-Sur, las seis instituciones transfronterizas y el Consejo Británico-Irlandés.
Mandelson dijo que durante la mayor parte del siglo, los asuntos constitucionales
han dividido a la gente, levantado barreras y atizado la violencia en esta isla. Pero
ahora, con la completa implementación del acuerdo del Viernes Santo, podemos resolver
esas diferencias.A pasos de allí, justo antes de las 10 de la mañana, Bertie Ahern
eliminó los artículos dos y tres de la Constitución irlandesa, desistiendo de sus
reclamos territoriales sobre Irlanda del Norte. Y en un signo de lo lejos que la opinión
pública en la República Irlandesa ha llegado, Ahern lo declaró un día de orgullo para
los nacionalistas. En Londres, Tony Blair volvió sobre su lugar común más trillado. Ya
había hablado de la mano de la historia en abril del año pasado cuando llegó a Irlanda
del Norte para rescatar el acuerdo. Ayer dijo que aún hay mucho por hacer, queda un
largo camino por delante y todavía existen obstáculos. Pero al menos hay esperanza de
que la mano de la historia finalmente esté torciendo el peso del terror y la violencia y
forjando el futuro del pueblo norirlandés, particularmente de los niños, que merecen un
mejor futuro que el pasado, declaró. En el palacio de Buckingham, la reina almorzó
con Mary McAleese, la presidenta irlandesa. Ahora se espera que la reina le devuelva la
visita con un viaje a Dublín a comienzos del año próximo, el primero de un monarca
británico a la República Irlandesa desde que Jorge V estuvo en 1911, cinco años antes
de la insurrección que tensó las relaciones diplomáticas.Pero el centro de atención
estuvo en Belfast. Trimble decidió autorizar las cámaras durante el primer encuentro del
gabinete ejecutivo. Se reunieron alrededor de una mesa de roble en la habitación 21 a las
3 de la tarde. Seamus Mallon, el viceprimer ministro, admitió que estaba aterrado.El ex
jefe del IRA, Martin McGuiness, se equivocó de asiento. Trimble se rió al señalarle el
error, y el negociador en jefe del Sinn Fein, que desde que se convirtió en ministro de
Educación ha desarrollado un elegante estilo de tomarse el pelo a sí mismo, respondió
que éste es el primer error.El ministro de Desarrollo Regional, Peter
Robinson, del Partido Unionista Democrático, y el ministro de Desarrollo Social Nigel
Dodds se ubicaron aparte. Ambos se negaron a sentarse junto al Sinn Fein. Su actitud fue
impactante, pero no logró bajar los espíritus de la ocasión. Ni siquiera el provocador
que se instaló inmediatamente después al paso del primer ministro y sus segundos,
sosteniendo un cartel con la leyenda en rojo que decía Ulster a la venta. Contactar
a David Trimble pudo lograrlo. Mallon susurró a Trimble que siguiera caminando sin
prestar atención, y destacó la atmósfera constructiva del encuentro.Mandelson restó
importancia a los problemas que quedan. Con todo el entusiasmo de un predicador, exclamó:
Tengan fe. Se sentía en el aire que ya se había cruzado el Rubicón. La
política en Irlanda del Norte nunca volverá a ser la misma.Traducción: Florencia
Grieco.
COMO SE LLEGO A LA REUNION DE GABINETE DE AYER
Ocho siglos, 601 días y una hora
Por J. M.
Desde Dublín
En su elegante bungalow en el campo al sur de Down, Lucy Faulkner se
despertó con una extraña sensación de premonición. Ayer había estado pegada a la
televisión y sus pensamientos eran agridulces. Lady Faulkner, de 73 años, recordaba la
desolación de su marido Brian hace 25 años. Era el jefe ejecutivo del último
experimento de poder compartido en Irlanda del norte, destruido por la huelga de los
obreros lealistas en mayo de 1974.Faulkner había sido primer ministro cuando Westminster
impuso su gobierno en la provincia en marzo de 1972, y cuando el acuerdo de paz de
Stormont fue nuevamente prorrogado dos años más tarde, su suerte política quedó
sellada, junto con las esperanzas de paz de una generación. Murió en un accidente
andando a caballo en marzo de 1977. Lady Faulkner dijo: No puedo dejar de pensar en
la pérdida que fueron estos años. ¿Cuántas miles de vidas se perdieron? Pero hoy, es
hora de mirar al futuro, al nuevo milenio. Estoy encantada de verlo, porque realmente
siempre tuve mis dudas de poder hacerlo.Bairbre de Brun, del Sinn Fein, nombrada
ministra de Salud, Servicios Sociales y Seguridad Pública, se dirigía a Stormont, la ex
fortaleza del supremacismo unionista (protestante), en su traqueteado automóvil. No
estaba segura de si regresaría a Belfast en un Mercedes ministerial. El unionista de
Ulster, Michael McGimpsey, ahora ministro de Cultura, Arte y Esparcimiento, dio una nota
algo ingenua, característica del nuevo pibe en la escuela. Dijo: Durante 25 años,
si no nos gustaba una decisión, culpábamos a los ministros de afuera. Ahora, si las
cosas no andan, será culpa nuestra y tendremos que pagar la multa. Y para sorpresa
de muchos el Sinn Fein nombró ministro de Educación a Martin McGuinness, un ex jefe de
Estado Mayor del IRA, ex aprendiz de carnicero que no hizo la escuela secundaria. Salió
del paso elegantemente, diciendo que ahora la educación será para todos y no sólo
para los protestantes. Muchos no podían creer lo que estaba pasando. Habían
esperado ocho siglos para un acuerdo, 601 días desde el acuerdo y el primer gobierno de
Irlanda del Norte fue nombrado en una hora.
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