OPINION
El sonido de una era turbulenta
Por Carlos Polimeni |
Aquelarre
desde el nombre en adelante es un grupo clave para la segunda etapa de la
historia del rock en la Argentina, posterior a la disolución de Almendra y Manal. En esa
bolsa de grupos que influirían notoriamente sobre los músicos que dominaron la escena
desde mediados de los 80 a mediados de los 90, también resultan hoy insoslayables Pescado
Rabioso, Color Humano, Vox Dei, Pappos Blues, La Pesada del Rock and Roll y, en sus
antípodas, Sui Generis, que estaba destinado a ampliar el público (y las posibilidades
melódicas, siguiendo la línea de Almendra y Los Gatos) del rock nacional. Pescado
Rabioso y Aquelarre fueron indiscutibles termómetros del estado de cosas en una sociedad
que había ido radicalizándose al comenzar los 70. En algún sentido, como suele pasar
con el arte, un porcentaje de las cosas que ambos grupos decían adquirieron, con el
tiempo, carácter premonitorio. No es que Aquelarre hablase del inicio de la lucha
guerrillera, de la presión popular por el retorno de Perón, de las agachadas de Lanusse,
de la primavera camporista, de los combates del ERP, de la irrupción de la Triple A o de
la ecuación Isabel al gobierno, López Rega al poder: es que el sonido de esos años
turbulentos, irrepetibles, cargados de energía está en su música, habita sus canciones.
El público que entonces cantaba Miren a este imbécil cómo se justifica/ el miedo
que me tiene/ mata hermanos, en la casa/ donde debe vivir no estaba participando de
un acto de denuncia de la violencia de un régimen, pero ¿cómo disrelacionar hoy esa
lírica de lo que pasaba y pasaría en la Argentina? Aves rapaces,
Violencia en el parque o Cruzando la calle Cruzando la
calle, cruzando la puerta de tu hogar/ tu hermano se muere, mi hermano no podrá
esperar hablan tanto de la Argentina de aquellos años como un texto de
historia. Sólo que desde otro lugar, más testimonial que académico.En sus cuatro
longplays Aquelarre, Candiles, Brumas y Siesta, Aquelarre hizo del rock
psicodélico pero progresista un género con patente latina, y luego de eso asombró a
España, donde se radicó, con una propuesta que los críticos locales no tenían más
remedio que emparentar con King Crimson e incluso Frank Zappa. Aquelarre, que socializaba
la firma de los temas y organizó siempre autogestionariamente sus conciertos, planteó
una discusión sobre cuál es el papel de un músico en una sociedad, sin descender jamás
a panfletizar su estética. Que, claramente, iluminaba oscuridades. Por eso ha conseguido
el milagro de darse el lujo de tocar ¡más de veinte años después! de disolverse, los
mismos temas de siempre y seguir impactando en el mismo lugar de entonces, con la densidad
de una poética que marcó a fuego los corazones del rock. |
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