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Página/12 Por Eduardo Febbro Los medios financieros de París revelaron que Edmond Safra "se sentía amenazado desde hace mucho, a tal punto que en los últimos meses contrató a sólidos guardaespaldas para protegerse porque estaba al corriente de que había un contrato para matarlo". Los autores del crimen actuaron como verdaderos profesionales. Primero hirieron a cuchilladas al guardaespaldas y luego, en una secuencia aún no determinada, ingresaron en el departamento donde provocaron un incendio "voluntario" que, según las autoridades del Principado, fue desencadenado después del crimen. La mujer y la hija de Safra se encontraban en el dúplex, pero lograron "salvarse" refugiándose en la planta baja del departamento, situado en uno de los mejores barrios de Mónaco, junto al lujoso hotel Hermitage. El asesinato de Edmond Safra interviene en un momento en que el grupo británico HSBC estaba por adquirir el Republic National Bank of New York, así como la totalidad del imperio financiero Safra Republic Holding por un total de 10 mil millones de dólares. Presentado a menudo como un "hombre misterioso de las finanzas internacionales", Edmond Safra, judío nacido en el Líbano hace 67 años, vio su nombre saltar al primer plano de la actualidad a raíz del colapso de la economía rusa en 1988. Muchas fuentes señalan a su banco neoyorquino como uno de los principales "agentes" del desvío de fondos de los préstamos otorgados por el FMI a Rusia. Más aún, el Republic National Bank habría sido una de las instituciones financieras utilizadas por la administración Clinton para "ayudar bajo cuerdas" a la castigada economía rusa. Posteriormente, el hallazgo de cuentas suizas a nombre de Boris Yeltsin, su familia y su entorno, así como de los nuevos "oligarcas" que dominan la economía rusa, sembró fuertes interrogantes sobre el destino final de todas las ayudas a Moscú, incluidas las del Fondo Monetario Internacional. Según comentó a Página/12 Alain Labrousse, director del Observatorio Geopolítico de las Drogas, el OGD, el "caso Safra revela la actitud característica y contradictoria de EE.UU. Los norteamericanos, durante los últimos cinco años, enviaron a Moscú 50 mil millones de dólares en billetes chicos. Esos pedidos rusos, de los que nunca se verificó el origen, eran remitidos a través de una red de bancos. Cada semana había un avión del banco de Edmond Safra que, por cuenta de la Reserva Federal norteamericana, transportaba billetes, sin control alguno. Según se admitió después, esta operación estaba destinada a evitar el hundimiento de la economía rusa, que pese a todo se produjo". Coincidencia curiosa, la Reserva Federal norteamericana debía reunirse el lunes a fin de autorizar la venta del imperio de Safra, anunciada en mayo, pero aplazada a causa de una "investigación" sobre las relaciones del banco con un administrador de fondo implicado en una gigantesca estafa. Los misterios que rodean la vida de Safra son constantes, empezando por el su verdadera nacionalidad: algunos dicen que nació en Beirut --tiene la nacionalidad libanesa--, otros en Alep o en Siria. La leyenda cuenta que Safra dio sus primeros pasos como banquero en Brasil, donde residió con su padre, luego de haber montado su primera empresa en Milán, empujado por la fuerte experiencia familiar en materia de bancos y operaciones financieras. Cuando en los años '60 fundó el Republic National Bank of New York, Safra se convirtió en una estrella de la plaza financiera por haber regalado televisores a cambio de la apertura de cuentas. Su segunda especialidad fueron los préstamos a los llamados "países emergentes", como Brasil y la Argentina. Según contaban ayer fuentes parisinas, su orgullo más grande consistió en haberle sacado 8 millones de dólares a American Express luego de que la famosa tarjeta bancaria hubiese reconocido la organización de una campaña de desinformación en la que acusaba a Safra de blanqueo de dinero sucio. Su sueño más persistente fue "crear una dinastía bancaria que durase 10 mil años". Safra tenía que recibir la Legión de Honor el próximo 13 de diciembre en reconocimiento de sus obras de caridad. El brazo armado del dinero oscuro pronunció antes su sentencia.
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