Página/12 en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo Desde Londres Se comunican con celulares y páginas de Internet, calzan
zapatillas Nike y toman fotos con Fuji, pero esta semana demostraron claramente que están
en contra de la globalización. A pesar de ello la Acción Popular Global (People's Global
Action), una de los organizadoras de las manifestaciones de Seattle, se define como una
amplia coalición tan global como la OMC (Organización Mundial del Comercio). Mark Sully
es un carpintero de 31 años, miembro de Reclaim the Streets, una organización inglesa
que forma parte de la People's Global Action, y niega que su movimiento exprese a la clase
media alternativa del mundo desarrollado. "La coalición es amplia. Abarca a los
grupos libertarios, ecologistas, comunistas alternativos del norte y movimientos populares
del mundo en desarrollo como los zapatistas y el importante movimiento de trabajadores
rurales en India. El punto común es la lucha anticapitalista", indicó Sully a
Página/12.
--Además del People's Global Action, en las manifestaciones de Seattle
participaron grupos tan diversos como los metalúrgicos de Estados Unidos, organizaciones
humanitarias y grupos que querían el fin del embargo a Cuba. ¿Qué tienen en común con
estos grupos?
--Es cierto que la coalición de manifestantes es muy amplia. En
nuestro caso nos oponemos a la OMC porque es uno de los principales pilares del sistema
capitalista mundial. El objetivo de la cumbre de Seattle fue liberalizar el comercio
mundial para defender los intereses de las grandes corporaciones y no de la gente.
--Pero en Seattle se aliaron con obreros metalúrgicos
estadounidenses que exigen un mayor proteccionismo para no perder su trabajo ante la
competencia de países del Tercer Mundo.
--Es cierto. Nosotros no estamos a favor del proteccionismo. Nosotros
no pedimos que haya menos comercio. Eso sería absurdo. Lo que queremos es modificar las
reglas de juego, ver quién controla el comercio y en favor de quién se hace.
--¿Qué esperan que pase como consecuencia de la protesta?
--Esperamos que la gente sea más consciente de lo que está pasando.
También que la miseria individual pueda canalizarse en una acción colectiva y en una
esperanza de cambio social. Por eso es importante esta amplia coalición de intereses ya
que permite promover un cambio.
--¿Qué tipo de cambio quieren?
--Diferentes personas le darán diferentes respuestas. En mi caso
personal yo le diría comunismo. Otros dirán anarquismo. Otros dirán que se trata de
reemplazar al capitalismo con un sistema donde la gente pueda controlar sus propias vidas
y su creatividad.
--¿No son muchos los que apuestan al comunismo después de la
experiencia histórica de este siglo?
--Nosotros nos oponemos al estalinismo que gobernó la Unión
Soviética o China, que fueron formas de capitalismo de Estado, no de comunismo. También
a lo que pasa en Cuba. Mientras haya trabajo asalariado, no habrá comunismo. Este sólo
ocurrirá cuando la gente tenga acceso directo a los medios de producción, cuando haya
una asociación de productores.
--¿No es la sociedad moderna demasiado compleja para ese tipo de
modelo? --La complejidad actual es culpa del sistema capitalista. Las cosas no
necesitan ser tan complejas. La vida sería mucho más fácil si no tuviéramos que
ocuparnos de los impuestos, de la policía, del sistema judicial, de tantos aspectos que
no son en absoluto necesarios para vivir. El desarrollo de las fuerzas productivas y la
tecnología que consiguió el capitalismo ha tenido un altísimo costo humano. Pero
después de todo somos nosotros mismos, los humanos, quienes hemos hecho esto y quienes
tenemos la capacidad de deshacerlo. Podemos estar en control y no ser controlados.
--¿Qué pasa después de Seattle?
--Estamos coordinando una acción global para el 1º de mayo. Va a haber grandes
eventos en todo el mundo. Será una protesta global contra el capitalismo.
ANTHONY HILTON, ANALISTA FINANCIERO BRITANICO
Es contra el pensamiento único
Por M.J.
Las
manifestaciones de Seattle son una clara reacción contra el pensamiento único que ha
dominado el mundo desde la caída del comunismo. La afirmación sorprende porque no
proviene de un filósofo francés, un político socialista o el representante de una ONG
sino del corazón mismo de ese bastión del capitalismo mundial que es la city londinense.
Anthony Hilton es uno de los más reputados analistas de asuntos financieros de la city y
presenció los incidentes de Seattle, desde donde dialogó con Página/12. Yo en
Seattle, usted en Londres, para una entrevista que se publicará en Argentina: me parece
el trasfondo lógico de una conversación sobre la Organización Mundial del
Comercio, ironizó Hilton.¿Cómo caracterizaría a los manifestantes de
Seattle?En su mayoría jóvenes y estudiantes, es decir pertenecientes a la clase
media afluente del mundo desarrollado. Creo que más que ricos aburridos son jóvenes
idealistas obviamente entusiasmados por la diversión que significa enfrentarse a la
policía y los gases lacrimógenos. Había algunos anarquistas y lúmpenes, pero eran una
absoluta minoría. ¿Cómo explica la repercusión que tuvo esta protesta?En
teoría la protesta es contra la Organización Mundial del Comercio. Esto más o menos
unió a grupos tan diversos que muchos de ellos no tenían ni idea de por qué protestaban
los otros. El martes, en la conferencia de prensa posterior a los incidentes, Mike Moore,
el director de la OMC, arguyó con bastante razón que lo que realmente cambió el mundo
en los últimos 20 años no fue el crecimiento del comercio internacional sino la
revolución que se produjo en las dos T: la tecnología y las
telecomunicaciones. Esta revolución es la que permite que una compañía en Estados
Unidos domine el mundo sin moverse de su oficina. Según Moore, el verdadero galvanizador
de estas protestas es un gran miedo al cambio. Yo pienso que hay un factor ideológico muy
importante. Estas protestas, que tienen un profundo parentesco con el movimiento de los
60, responden a los cambios ocurridos desde el colapso del comunismo. Creo que se trata de
un desafío al pensamiento único libremercadista que dominó el mundo en esta década. Lo
cierto es que, más allá de los méritos del libremercadismo, nadie puede arrogarse el
monopolio del pensamiento. Esto es algo que, de modo aún balbuceante, se ha manifestado
en Seattle. Otra de las críticas que se ha hecho a este nuevo orden mundial es su
carácter antidemocrático. Las multinacionales, que nadie elige, pueden imponer
políticas a los gobiernos utilizando los medios de la burocracia de la OMC o el
FMI.Es cierto que existe esa sensación generalizada. Las multinacionales tienen
acceso a los políticos y son las que realmente controlan los acuerdos que se alcanzan en
la OMC. Corolario: la OMC es un instrumento de las multinacionales que, dado el peso
estadounidense, está llevando adelante una continua americanización del planeta. En
otras palabras, estamos ante una versión moderna del colonialismo. Entiendo que esta
posición tiene sus méritos. Pero también pienso que sería trágico volver al
proteccionismo que reinó durante la depresión de los 30 y que, junto a la pobreza,
alimentó al fascismo de la época. En este sentido creo que los manifestantes sólo ven
los puntos negativos de la globalización. Critican el trabajo infantil y los bajos
salarios de Asia y Sudamérica, pero no se dan cuenta de que para estos países la
alternativa puede ser que no haya salarios de ningún tipo. Ven el problema ecológico,
pero no se dan cuenta de que a menos que la gente tenga algo que comer no se va a
preocupar del aire que respira.¿Cree que estas manifestaciones son una moda
pasajera o que se trata de un movimiento que perdurará? Creo que perdurará aunque
no bajo esta forma. Me parece que en gran medida lo que estamos presenciando es el
crecimiento político de las Organizaciones No Gubernamentales, como Friends of the Earth,
Action Aid, Oxfam, que han desarrollado una impresionante campaña propagandística. En
este sentido lo que queda en claro es que éste es un paso más hacia la
profesionalización de las ONG en su lucha por combatir la pobreza, la depedración del
medio ambiente y otros temas en los que aparecen enfrentados a las multinacionales.
|