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Siglo XX

En su nuevo libro, “Historias del siglo XX”, que se publica esta semana, el humorista Rudy retoma muy a su manera un cuento que va de la Belle Epoque a la posmodernidad. Como adelanto, el capítulo de 1968, año de paz y amor.

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Por Rudy

t.gif (862 bytes)  Cerca de los 30, el siglo entró en crisis, profunda crisis. Quizá se le terminó la plata de la herencia, los ahorros que le había dejado su hermano, el siglo XIX. Durante unos años la pasó muy mal. Tuvo que pedir para comer, pasó frío, y nadie le daba trabajo ni dinero. Y así fue como enfermó de nazifascismo.Tuvo un período de incubación prolongado y muy contagioso. Después fue el infierno en vida. No hacía caso a nadie. No había tratamiento que le viniera bien: “¡Hoy se contagió Alemania, mañana... el mundo!”, decían los científicos, temerosos de la epidemia. Y por más que usaran lavandina, tratados internacionales, profilácticos, excusas y varias recetas, tardó doce años, hasta 1945, para curarse.Pero en 1945 su suerte pareció cambiar; se dedicó a vender un poco de todo: esperanzas, temores, terapias, películas... y le empezó a ir económicamente bien. Con la prosperidad vinieron más adelantos tecnológicos, tuvo su televisor, su radio a transitores, sus primeras computadoras, sus tocadiscos portátiles, su macartismo (no todos eran adelantos; algunos eran atrasos).Llegando a los 60, el siglo XX logró por fin su debut sexual. Pero fue mucho más que un debut, fue una fiesta corrida que duró varios años. Dirán que era para reponerse y compensar tantos años de malaria; puede ser. La cuestión es que la pasó mejor que nunca: escuchaba a Los Beatles y los primeros temas de Les Luthiers, leía Mafalda, compraba artesanías, hacía el amor y no la guerra, tomaba sol sin preocuparse por el ozono, era realista pidiendo lo imposible y estaba a la vanguardia de todo. “¡Parece mentira, tiene más de 60 años y todavía no se casó! ¿Cuándo va a sentar cabeza?”, preguntaban algunos. “Mientras no sean cabezas nucleares”, respondían otros, conciliadores, “déjenlo que disfrute”. “¡Pero es que pasa todo el tiempo en la Luna!” “¡Y bueno, no es para tanto, es sólo un pequeño paso para él, mejor que esté en la Luna y no que esté entrando en Praga en un tanque, o en China comiendo arroz; es joven, no lo acusen tanto, que al fin y al cabo él no mató a JFK!”.Tanto lo presionaron, tanto lo presionaron, que al final cambió. Dejó el hippismo, se hizo empresario neoliberal, aprendió computación y se volvió egoísta: “¡El siglo XXI que se las arregle solo! ¡Si quiere economía próspera, que se la fabrique él, si quiere socialismo, que haga sus propias revoluciones!”.Con esas ideas, el siglo XX, ya en sus últimos años, destruyó parte de sus propias creaciones; Yugoslavia, el Estado benefactor, la clase media, el Muro de Berlín, los gremios... Todas esas cosas fueron reemplazadas por computadoras, armas nucleares, electrodomésticos. Es probable que ésos sean los juguetes del naciente siglo XXI... Pero ésa es otra historia.Tánquevich soviétischke entrovich a Checoeslovenskas tierrushkas. “Perdón, no quisimos destruir Checoslovaquia, creímos que era Polonia”, explican. “Además, ¿qué es eso de ‘Primavera de Praga’ en un país comunista, cuando todos saben que el aliado de la clase proletaria ha sido, es y será el invierno? Ahora quieren la primavera, mañana exigirán el otoño, y al final terminan en el capitalismo en el que cada uno está en la estación que puede comprar, y no todos en la misma. “Dubcek, que propiciaba la “primavera”, viaja a Moscú, y vuelve con tres pulóveres y cuatro gamulanes y un gorro cosaco puesto, y dentro de un tanque soviético para evitar resfriarse: a partir de ahora la temperatura es de cinco grados bajo cero, o la que sea que haga en Moscú.Martin Luther King amplía su campaña contra la segregación racial: ¡al tema de la pobreza y la guerra de Vietnam! El FBI manda cartas a King proponiéndole un pacto: “Que King se suicide, y ellos no”. King no acepta el pacto, y pocos días después lo matan. A cinco años del asesinato de J. F. Kennedy, el FBI tiene cada vez más pistas: son como dos millones de pistas que conducen a dos millones de sospechosos. El número se achica cuando matan a Robert Kennedy, ya que el asesino, Shiran B. Sirhan, confiesa: “Yo no maté a J. F. Kennedy”. Los motivos que da el asesino son extraños, pero creíbles: “No maté a J. F. Kennedy porque ya estaba muerto”, pero en el caso de Bob dice: “Lo maté porque EE.UU. apoyó a Israel”. “Sí, pero Robert Kennedy no era del gobierno de los EE.UU.”, le replican. “Ustedes gobiernan como quieren; nosotros matamos a quien queremos” es la propuesta y sigue: “No van a interferir en los derechos de los terroristas de eliminar a quienes no tienen nada que ver”.Comienza en Irlanda del Norte la temporada oficial de conflictos: “Pensamos con eso atraer a los turistas europeos, ya sean católicos o protestantes, que podrán así ver y participar de un conflicto armado sin necesidad de ir a Medio Oriente, donde además la gente habla en hebreo o árabe, que nadie entiende”. El fixture propone el enfrentamiento entre católicos y protestantes, y los dos quieren jugar de local en el mismo territorio.Israel y los países árabes se ponen de acuerdo para intercambiar prisioneros: 1) No vale incluir espías camuflados entre los prisioneros. 2) No hay que mandar prisioneros repetidos, ni de otras guerras. 3) Los prisioneros “difíciles” valen dos “fáciles”.Aparecen los curas del Tercer Mundo, en el ídem. Sostienen no sólo que la Tierra es redonda, sino además que los pobres forman parte de la misma, y pueden estar no sólo en el culo del mundo, que era el lugar que los ricos les habían destinado, lo que pasa es que hasta ahora nadie ha descubierto: “Deus confiandum, sed cum maso dandum”, explica claramente su postura: “Pauperis fangulum est futurs et presentem merdibus conosciamus, sed nihil obstat nobis mesozoicam ratio: Urbi et orbe fraescum batataque vigilantem postrem, et nemo oppositum est”, en la que reflejan el sentido indiscutible del dogma que, según su opinión, no puede ser jamás puesto en duda. Algunos, más recalcitrantes aún, publican el documento: “Remember Inquisition”, cuyo sentido desconocemos ya que nuestro latín es limitado.Con la consigna: “No pregunte lo que su país puede hacer por usted, porque la respuesta es ‘mandarlo a Vietnam’”, Richard Nixon y sus ventrílocuos ganan las elecciones a presidente. Su estrategia fue la de no prometer nada, de manera tal que la gente creyera que, ya que no había prometido nada, iba a hacer algo. Sus rivales fueron H. Humphrey, demócrata, y E. Wallace, a quien muchos veían como un candidato con ideas tan claras como su capucha.Los Beatles cantan Hey Jude; Hey Jude, Hey Jude, y así veintisiete veces seguidas, lo que puede ser tomado como una protesta contra lo rutinario de la vida burguesa, un grito desgarrador de la juventud atrapada sin salida, una manera de hacer que el tema dure ocho minutos o bien que se rayó el disco.

 

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