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Por Juan Sasturain Fue un cuatro por cuatro inolvidable; un partido todo terreno que permitió transitar un repertorio muy amplio de zonas futboleras, tácticas y emocionales. El partido cuatro por cuatro que pusieron en marcha Chacarita y River circuló vertiginosamente de un paisaje a otro, de una zona escarpada a una cenagosa, de la fluidez a los tropiezos. El resultado final no puede ser otro que un aprobado caluroso: con partidos así, uno puede ir a cualquier parte. El análisis de las distintas zonas del partido y el comportamiento de los actores que las poblaron puede dar una idea de lo que fue la performance. La Zona Rubia. La que ayer fue Zona Rubia de River, ese lateral derecho que malcubrieron los blondos y blandos Lombardi y Coudet, fue el sector en que Chacarita encontró facilidades y la posibilidad de desequilibrar. Se convirtió en Zona Roja durante todo el primer tiempo y no es casual que --tardíamente para los hinchas de la banda-- ambos rubios muchachos hayan terminado viendo los últimos minutos de afuera: a uno lo rajaron (Coudet) y al otro Díaz lo trocó por el tosco Sarabia en su corrida bancaria (ver Zona Bancaria). La Zona Caliente. Fue la zona de definiciones y tuvo dos protagonistas exclusivos: Trotta (todo mal) y Muller (todo bien). La tarde del defensor riverplatense fue fatal, ni que imaginada por el peor diseñador de pesadillas. Tanto él como su compañero de infortunios colombiano perdieron toda la tarde por arriba y por los costados con el pétreo Carucha, la figura de la cancha. Además, Trotta tiró afuera el penal que pudo ser 3-2 y terminó mandándola en contra en el tercero de Chacarita. Muller parecía el homónimo Bombardero alemán defendiendo la pelota con el cuerpo y ganado por arriba, y Dieter, el estratega, habilitando: puso el centro que pudo ser 5-4 en el descuento. La Zona Rosada. El mediocampo fue, desde el minuto inicial, la zona de Ariel Rosada. El boquense a préstamo hizo el gol y se jugó la vida en cada pelota, con un primer tiempo notable, que contrastó con el opaco Guillermo Pereyra. A su lado, se jugó un partidazo, hasta que se cansó, Diego Rivero. El y el petiso García iban e iban sin encontrar oposición hasta llegar a Placente, último escollo. A todo esto, Gancedo los saludaba al pasar. El Espacio Aéreo. Hubo dos que nunca bajaron: Saccone, arquero de Chacarita con corazón riverplatense a préstamo, nunca superó el estupor que le provocó la presión del partido. Recibió dos goles y un penal en contra --que por suerte fue afuera-- sin haber tocado la pelota ni intentado tocarla. Después, aunque no tuvo reacción en los otros dos goles de River, bajó un par de centros y ganó un mano a mano. El otro que sobrevoló el partido para descender sólo dos veces fue Angel: hizo un golazo en aparición única en el primero; se perdió el gol del Guinness cuando estaban 4-2, en el segundo. La puteada más chica se oyó en casa de sus progenitores en la dulce Colombia. Por su bien, que River salga campeón. El Espacio Creativo. Tuvo tres protagonistas excluyentes: el soberbio Pablito Aimar, todo un hombre ya, que hizo todo lo que sus compañeros del medio para atrás sabotearon: el gol, el pase a Placente en el penal, el pase a Saviola en el tercero, el centro del cuarto... Saviola, su compadre, fue un avión, pasó siempre y ganó todos los mano a mano. Y el creativo funebrero fue el uruguayo Alex Rodríguez, tanto de punta al principio como echado atrás en el segundo. Zona Bancaria. Como suele suceder en estos tiempos monetarizados, esa zona de bancos es fundamental. Ayer lo fue: perdedor, Rivoira sumó cabezas cerca de Bonano; ganador y sin Coudet, a Ramón le agarró la "corrida bancaria" y vació el banco de defensores y la cancha de jugadores. Así le fue: el que apueste a defenderse se joderá, dice el proverbio. RIVOIRA ELOGIÓ A SUS JUGADORES
Por Adrián De Benedictis Respecto de las sospechas sobre incentivación que circularon durante la semana, Díaz remarcó que con el resultado de ayer quedó demostrado "que el campeonato no estaba arreglado para nadie. Pero que la gente de River se quede tranquila porque vamos a luchar hasta el final". Mientras el riojano daba sus explicaciones, los dirigentes de River pasaban por al lado del entrenador y se retiraban del vestuario con caras serias. Y esto tendría que ver con la renovación del contrato del técnico. Los directivos están especulando con la obtención o no del título para anunciar su continuidad. Sobre este punto, un allegado a la Comisión Directiva le comentó a Líbero que Díaz "ni sueñe con seguir en el club si no salimos campeones". Por su parte, el técnico de Chacarita, Héctor Rivoira, era uno de los que demostraba mayor felicidad a la hora de las palabras: "Contra todo lo que se dijo en la semana, hoy (por ayer) dejamos en claro que no necesitamos nada para jugarle de igual a igual al puntero del campeonato. Nosotros armamos un equipo en tres meses y casi le ganamos a uno que vale muchos millones".
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