Una insurrección civil de extraordinaria magnitud ocurrida en Seattle (USA) impidió que la Organización Mundial de Comercio inaugurara la importante conferencia bautizada como Ronda del Milenio. Trabajadores --decenas de miles de jóvenes--, campesinos y familias se unieron para rechazar la ronda de la élite financiera del mundo globalizado reunida en esa ciudad norteamericana de 500 mil habitantes. Cincuenta mil personas desfilaron manifestando su repudio a la OMC. Un movimiento civil sin precedentes sorprendió hasta al mismo presidente norteamericano. Los activistas se adelantaron al aparato represivo. Invento imaginativo. La policía llegando tarde. Las fuerzas civiles desbordando las fuerzas represivas. "La agricultura es cultura, no sólo negocio"; "Codicia más ignorancia es igual a la OMC", eran algunas de las pancartas que portaban los manifestantes. Las velocidades y contagios en la multitud tomaron de sorpresa a las fuerzas gubernamentales. Independientemente de la complejidad de su constitución, el fenómeno Seattle se inscribe dentro de los nuevos movimientos civiles que se oponen a la globalización despiadada del capitalismo. "Nunca una reunión de esta magnitud --la cita del comercio mundial más grande de la historia-- había sido perturbada por protestas." Lo importante y novedoso es que la magnitud de la protesta haya sido en Estados Unidos. Se crea un acontecimiento sin precedentes. Alguna periodista argentina arriesgó a decir que las imágenes le recreaban las protestas civiles en la Argentina. En Londres también se produjeron enfrentamientos contra la conferencia. "La privatización mata" era una de las pancartas que exhibía un millar de manifestantes por las calles londinenses. Micropolítica pura. Nuevas formas de insurrección insospechadas. Por los bordes. La velocidad de los manifestantes norteamericanos desconcertó a las fuerzas represivas. Es imposible no resaltar la importancia del fenómeno Seattle como fenómeno de formación de subjetividad. Es un "Santiagazo" norteamericano que produjo enorme conmoción en el gobierno, desconcertando al presidente con pueriles declaraciones. La cumbre de la Ronda del Milenio acusó el impacto. Que se entienda: los movimientos civiles micropolíticos de resistencia no buscan hacer la revolución, pero logran "revolucionar" las cabezas adormecidas. Logran volver a creer en la "potencia de actuar" de este tipo de acontecimientos. La macropolítica nunca logra capturar del todo este tipo de movimientos civiles insurreccionales. Porque los "acontecimientos" fluyen por contagio. Son velocísimos. Estimulan la esperanza y la fuerza de la magnitud de las protestas civiles. Devuelven la "humanidad" perdida. Seattle representa el grito ahogado de quienes han perdido la palabra. Aquellos que parecen apresados por el desaliento. Los movimientos micropolíticos alertan al mundo. No hacen revoluciones. Despiertan conciencia y denuncian complicidades. Nuevas formas de represión se estarán gestando para no dejarse sorprender más. Pero también nuevas formas civiles de insurrección se estarán gestando en este momento. Imaginación pura. Micropolítica pura. Por los bordes. Por fuera de la representación. Por fuera de lo previsible. "Se puede" parecen insinuar los 50 mil manifestantes norteamericanos. Todavía se puede. Cuerpos juntos. Potencia de acción. Nuevas formas de individuación civil. Y un gran alerta que se avecina. Sin lugar a dudas. Hubo un enero mexicano y un enero cubano. Un octubre argentino. Un mayo francés y un marzo paraguayo. Pero desde hoy hay un noviembre norteamericano. Seattle no se olvidará. "Fue la marcha más gigantesca de la historia contra una entidad internacional: la Organización Mundial del Comercio (OMC)." |