|
Primero pegó un grito. Después intentó proteger a Magalí, su beba de tres meses. Levantó su mano izquierda y giró el cuerpo, de costado, cubriendo a la nena. Sin inmutarse, el asaltante disparó. La bala ingresó por el codo y se alojó en el corazón de Vanessa Sosaya, de 23 años. Cayó cubriendo a su hija, que resultó ilesa, y murió allí mismo, poco después. Los hechos no concluyeron allí. Su esposo, Gustavo Fabián Alberto, de 28 años, suboficial de la Policía Aeronáutica, escuchó los gritos y el disparo. Corrió desde el fondo de la casa hacia su auto, en busca de su arma reglamentaria. Pero en el vehículo lo esperaba un segundo asaltante que disparó una, dos, tres veces. Desde atrás, el cómplice completó el homicidio, haciendo fuego en dos oportunidades. Ocurrió el sábado por la noche, en el Barrio Parque Barón de Lomas de Zamora. Alberto se desempeñaba como suboficial de la Policía Aeronáutica, en el Aeropuerto de Ezeiza. Llevaba en la fuerza diez años y un buen pasar. Su esposa, Vanessa Blanca Sosaya, trabajaba como empleada del free shop en el mismo aeropuerto. Allí se conocieron. Hace tres meses nació Magalí y los dos decidieron que Vanessa, de licencia, renunciara al trabajo para dedicarse de lleno al cuidado de la beba. El sábado por la tarde, la mujer se había presentado en su trabajo con la carta de renuncia. El mismo día, poco más tarde, el matrimonio había recibido en su casa de Paraná y La Fontaine, del Barrio Parque Barón, en Lomas de Zamora, la visita de los padres de Alberto. Estuvieron tomando unos mates, charlando sobre el futuro inmediato. Alrededor de las siete de la tarde, los suegros de Vanessa se despidieron. Ella se dispuso a atender a Magalí y Alberto sacó el Fiat Uno bordó para lavarlo en la calle. Lo acompañaba, como siempre, su ovejero alemán. Durante un buen rato, Alberto fregó la carrocería. Cuando dio por terminada su tarea, tomó al ovejero y se lo llevó al fondo. Las llaves quedaron colocadas en el arranque y la pistola reglamentaria en la guantera. Eran poco más de las ocho de la noche. A partir de entonces, los hechos se fueron hilando con la versión de diferentes testigos y deducciones de los investigadores. Porque dentro de la vivienda sólo quedó con vida Magalí, debajo del cuerpo de su madre. "Según los vecinos, eran dos asaltantes --confió a este diario un investigador--. La mujer debe haber visto cuando uno de ellos quiso robar el auto. La otra hipótesis es que el otro se haya metido directamente en la vivienda, que tenía las puertas abiertas de par en par". Vanessa estaba en el comedor. Uno de los asaltantes entró en la casa y ella pegó el grito. Alberto lo escuchó desde el fondo e inmediatamente giró y corrió instintivamente hacia el auto, donde guardaba su pistola reglamentaria. Antes de cruzar la puerta, escuchó el disparo: Vanessa intentó proteger a su beba. No se sabe bien si quiso escapar o tuvo un gesto reflejo, levantando su mano izquierda en defensa mientras giraba el cuerpo para cubrir a la beba, que tenía en sus brazos. El delincuente disparó sin titubear. La bala pegó en el codo y se introdujo en el corazón sin orificio de salida. La mujer trastabilló y cayó de boca, cubriendo con su cuerpo a la beba. Entretanto, Alberto había alcanzado la calle, desesperado. Pero no tuvo tiempo de llegar al auto. El otro asaltante se encontraba en su interior y lo sorprendió. Tampoco dudó. El pelo cortado el ras, el robusto aspecto del suboficial lo delataron como policía. Recibió tres disparos de frente, mientras el cómplice que había asesinado a Vanessa, asomándose desde la vivienda le disparó dos veces por la espalda. Alberto falleció casi instantáneamente. Los dos delincuentes treparon de inmediato al Fiat Uno y huyeron. Intervinieron la comisaría 9ª, de Parque Barón, ubicada a pocas cuadras del lugar, y la DDI de Lomas de Zamora. Poco después, un equipo de la Jefatura Departamental del Conurbano Sur, con sede en Avellaneda, siguió la instrucción, que quedó bajo las riendas del fiscal de Lomas de Zamora Daniel Bacca. Por el momento, los investigadores reunieron testimonios de los vecinos e intentan lograr una descripción de los dos asesinos. De acuerdo con fuentes policiales, "todo indica que se trató de un robo al voleo. Vieron el auto con las llaves y las puertas de la casa abierta y se tiraron el lance. Al suboficial lo mataron con saña porque se deben haber dado cuenta de que era policía. A la mujer la mataron porque no tienen alma". Magalí, la beba de tres meses, quedó momentáneamente bajo el cuidado de su madrina, una cuñada de Alberto. Sus familiares luego considerarán quién la adoptará. "El era un muchacho divino. Ella también", relató ayer a este diario una tía del suboficial asesinado, mientras rumiaba indignación. "Son dos familias que quedaron destruidas", remató.
|