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La política rusa cava trincheras

En el éxito de la ofensiva rusa contra Chechenia está la clave de quién sucederá al presidente Boris Yeltsin en el 2000.

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El País 
de Madrid

Por Luis Matías López
Desde Moscú

t.gif (862 bytes)  La guerra de Chechenia, denominada oficialmente "operación antiterrorista" en el Cáucaso, ha convertido al primer ministro ruso Vladimir Putin, que ya cumplió 100 días en el cargo, en favorito indiscutible para suceder al presidente Boris Yeltsin en el Kremlin, aunque falta por ver si los celos y las intrigas de la Corte le mantienen o no allá arriba. Pesos pesado como el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, o el ex primer ministro, Yevgueni Primakov, están siendo aplastados por el juego sucio y el efecto aplanadora de las acciones militares en Chechenia. Sin haber hecho nada para mejorar la maltrecha economía, Putin dobla con creces en intención de voto para las presidenciales al comunista Guennadi Ziuganov y triplica la de Primakov, el más popular de sus predecesores. Las elecciones legislativas del 19 de diciembre, que renovarán la Duma (Cámara baja) del Parlamento, son decisivas para saber lo que vendrá.

El enemigo a batir por un Putin triunfante en Chechenia es la coalición Patria-Toda Rusia, a cuya cabeza están Primakov y Luzhkov. Hace apenas unas semanas, este conglomerado --que se mueve por las aguas de centroizquierda y el nacionalismo, y que aglutina a influyentes líderes regionales-- parecía capaz de superar al único partido que merece ese nombre en Rusia: el comunista. Desde entonces, sin embargo, ha ido perdiendo fuerza, de forma paralela al deterioro de la imagen de sus dos principales líderes, contra quienes libran una lucha sin cuartel los medios de comunicación estatales o controlados por el intrigante magnate Boris Berezovski.

Las últimas encuestas sitúan como favoritos a los comunistas (con poco más del 23 por ciento de intención de voto), seguidos de Patria-Toda Rusia (15 por ciento), los liberales de Yabloko (9 por ciento) y, con expectativas similares, a Medved (Unidad), una invención del Kremlin que lidera Serguei Shoigu, ministro para las Situaciones de Emergencia. Rondando el 5 por ciento necesario para obtener representación, pero con fuertes posibilidades de lograrlo, queda la Unión de Fuerzas Derechistas, del ex primer ministro reformista Serguei Kiriyenko y el ex vicejefe de Gobierno, Boris Nemtsov. Al borde de la derrota se hallan los ultranacionalistas de Vladimir Zhirinovski (3,7 por ciento) y el partido que, con Viktor Chernomirdin al frente, jugó hace cuatro años el papel de partido del poder: Nuestra Casa Rusia (2 por ciento).

Tras más de 70 años de comunismo y partido único, los rusos no han consolidado en los ocho años de azarosa transición a la democracia ningún apego a fuerzas políticas concretas, con la señalada excepción de los comunistas y, con muchas reservas, de los liberales de Grigori Yavlinski. Ninguna otra fuerza tiene garantizada su existencia de aquí a un par de años, ya sea por falta de organización, de medios, de ideología o de un proyecto político claro. No es muy probable que la situación cambie si no se altera la desproporcionada relación de fuerzas entre el Parlamento y el Presidente.

Según el influyente diario Kommersant, cuya imparcialidad ha quedado en entredicho tras pasar a manos de Berezovski, en la reunión que Putin mantuvo recientemente con Luzhkov y Primakov, éstos plantearon su disposición a apoyar para las presidenciales a Putin como candidato de "todas las fuerzas constructivas" a cambio de su respaldo en las legislativas a Patria-Toda Rusia. Hace pocos meses, Primakov y Luzhkov aspiraban a todo el poder, el Legislativo y el Ejecutivo, y ya andaban sacando cuentas de cómo se lo iban a repartir.

 

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