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"Salgan o los matamos a todos", es el último ultimátum ruso a Grozny

La ofensiva rusa contra Chechenia llegó a un punto de no retorno con el ultimátum que anuncia quienes no huyan serán "destruidos".

El País
de Madrid

Por Luis Matías López
Desde Moscú

t.gif (862 bytes)  La cuenta regresiva ya empezó. Los volantes lanzados ayer sobre Grozny, con la firma del Mando de las Tropas Unificadas de las Fuerzas Armadas de Rusia, contenían un dramático ultimátum, presentado como la "última oportunidad" de supervivencia: quienes no hayan abandonado el sábado la capital chechena "serán considerados terroristas y bandidos y destruidos por la artillería y la aviación". La vía de escape será un corredor abierto, probablemente hoy. "No habrá más conversaciones", señalaban los volantes. "Están rodeados. Se han bloqueado todas las carreteras. No les queda ninguna posibilidad de victoria." Un diluvio de bombas lanzado por la artillería y la aviación hacía más verosímil la amenaza de aniquilación.

No hay cifras fiables sobre el número de civiles que siguen en Grozny, una ciudad que tenía más de 400.000 habitantes cuando se rompió la URSS, hace ocho años. Los cálculos oscilan entre 15.000 y 40.000, la mayoría de ellos ancianos, enfermos y rusos que temen menos a las bombas que al éxodo. Este se presenta lleno de peligros, ya que en la capital chechena no quedan apenas medios de transporte, y la evacuación tendría que efectuarse a pie y soportando los rigores del invierno.

Según el servicio de prensa del Ministerio de Defensa ruso, los combatientes chechenos impiden la salida de los civiles y, en la práctica, los utilizan como escudos humanos. Pero es dudoso qué harían los rusos si fuese capturado el presidente checheno, Aslán Masjádov, que aparentemente dirige las operaciones militares desde Shalí, unos 35 kilómetros al sureste de Grozny. Según el servicio de prensa del Ministerio de Defensa, las tropas rusas han conquistado, en tres meses de ofensiva, más de la mitad de Chechenia, con una táctica, inspirada en las guerras del Golfo y de Kosovo, consistente en bombardear sin pausa y en eludir los choques cuerpo a cuerpo que, inevitablemente, se cobrarían miles de vidas. Se intenta tomar la ciudad sin lucha, una vez que los combatientes se convenzan a golpe de bomba de que la resistencia es inútil.

La artillería y la aviación bombardearon ayer diversas localidades de Chechenia, pero su potencia de fuego siguió concentrándose en Grozny y en Urús Martán, unos 30 kilómetros al sudeste, supuestamente defendida por unos 3000 guerrilleros al mando de Jatab. Parece que la ciudad, feudo de los extremistas islámicos wahabíes, es una especie de cuartel general de las bandas de secuestradores, que tienen a más de 500 rehenes en toda la república independentista.

En Argún, unos 15 kilómetros al este de Grozny, cuya conquista fue anunciada a bombo y platillo el pasado viernes, las tropas rusas se están encontrando con más dificultades de las previstas en la "operación limpieza". En la misma ciudad y en los alrededores hay algunos focos de resistencia, y los movimientos militares están muy limitados por el temor a minas y trampas explosivas dejadas como un regalo envenenado por los chechenos antes de retirarse.

 

Deudas, anexiones y otras hazañas

Boris Yeltsin volvió hecho una fiera. Se decía que el presidente ruso padecía una seria neumonía, pero ayer abandonó el Hospital Clínico Central de Moscú con un diagnóstico mucho menos alarmante: pulmonía, y ya curada. Del hospital fue al Kremlin, donde se reunió con Leonid Kuchma (foto), el presidente de Ucrania, para reestructurar la deuda que ese país mantiene con Rusia por el suministro de gas. Yeltsin firmará mañana el Tratado de Unión entre Rusia y Bielorrusia, y ese mismo día partirá hacia Pekín. La cargada agenda del presidente ruso sigue una semana después, luego de las elecciones legislativas del próximo día 19, con la visita del presidente de Mongolia a Moscú. Y después continuará con un viaje a Belén para celebrar la Navidad ortodoxa la noche del día 6 al 7 de enero.

Durante la breve visita de Kuchma a Moscú, ambos mandatarios discutieron las prioridades de la colaboración ruso-ucraniana "en los campos de la aviación, la tecnología espacial, la energía nuclear y la industria militar". Pero, por sobre todas las cosas, Yeltsin y Kuchma se pusieron de acuerdo para reestructurar la deuda de Ucrania con Rusia por el gas, que asciende a poco más de 482 millones de dólares. Respecto de la firma del Tratado de Unión con Bielorrusia, se especuló con que la enfermedad de Yeltsin fuera "diplomática", es decir, fingida para tener una excusa y no suscribir el polémico documento de unión con Minsk. Para disipar estos temores, Yeltsin se apuró a fijar la fecha de mañana para reunirse con el presidente bielorruso Alexandr Lukashenko.

 

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