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"Mi estrategia siempre ha sido desaprovechar bien el momento"

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El ex gurú tecno-pop Daniel Melero explica su actual etapa de crooner, reflejada a su vez en  el CD "Piano", que presentará mañana en vivo.


Por Martín Pérez
t.gif (862 bytes)  Desde la ventana del hogar porteño de Daniel Melero se ven autos, jets, aviones, barcos, como en la canción de Seru Giran. Y es difícil dejar de mirarlos. Desde su noveno piso de Avenida del Libertador, mirando de frente al río, las vías de Retiro parecen un juguete olvidado allí por un niño caprichoso. Una imagen oxidada que parece ideal para una banda de sonido tecno. Pero Melero, otrora gurú tecno del pop argentino, está en una época en la que su mirada se detiene en las nubes. Tal vez porque bien pueden ser el mejor escenario crooner: las mejores canciones, un micrófono en las manos y un cantante de traje que --escalón tras escalón-- baja de entre las nubes hacia un público que lo espera allá abajo, deseoso de que sus canciones pongan en sus bocas las frases que siempre han querido escucharse decir.

Sin llegar a semejante postal kitsch, lo cierto es que después de años de esgrimir con orgullo su carácter de músico sin virtudes musicales tradicionales, Melero ha comenzado a pensarse como intérprete desde el lugar más tradicional de la música: el de cantante. Al punto de confesar que, de los proyectos en los que está trabajando actualmente, disfruta mucho más con un flamante álbum de canciones que con otro tecno. "Apareció el cantante", afirma muy orondo el único músico del rock vernáculo que llegó a tocar tanto con los Redondos como con Soda Stereo. Y la culpa de semejante satisfacción hay que buscarla en Piano, un álbum en el cual Melero recorre las bellas canciones que escribió durante toda su carrera, pero que siempre escondió casi con vergüenza entre sus experimentos de vanguardia. Un disco que, antes de su flamante edición local --que será presentada en vivo mañana en el Teatro Margarita Xirgu--, fue editado en Chile y en España, con lo que son sus canciones, antes que su discurso, las que se transformaron en su carta de presentación de fronteras afuera.

--¿Cómo surgió la idea de hacer un disco tan despojado y tradicional como es Piano?

--Esta estructura de piano y voz es una fantasía que tenía desde hace tiempo. Pero nunca había estado cerca de concretarla hasta el día en que comenzamos a intercambiar música con Diego Vainer, de Fantasías Animadas. La idea inicial era que cada uno hiciera remixes de la música del otro, pero un día fui a su casa, vi que tenía un piano, y me enteré de que tenía una formación musical clásica antes de llegar a los sintetizadores, con lo que aquella vieja idea resurgió con fuerza. Y se completó con la maravillosa veta que Diego encontró para desarmar las canciones viejas de mi repertorio.

--Vainer terminó haciendo con sus canciones tecno el remix más extremo posible: las llevó al piano.

--Es verdad (se ríe). Y el resultado final es tremendo, porque es el repertorio que termina generando una falsa memoria. Porque la letra de las canciones y parte de la melodía están respetadas, pero su significado es otro, porque de esta manera son mucho más directas de lo que nunca fueron. Creo que durante muchos años puse demasiado énfasis en el trabajo que sobre los sonidos, con lo que los temas al final terminaban siendo cantados como si no los hubiera compuesto yo. Todo producto de la mirada tercerizada sobre la música que te dan las máquinas, que la austeridad de Piano regresó a la primera persona. Es curioso, porque cuando armamos por primera vez el repertorio para interpretar al piano, nunca lo pensamos como un disco, sólo para interpretar en vivo. Pero la presión de los amigos empezó a ser muy fuerte, y cuando en Chile hace dos años me propusieron hacer un disco, yo propuse dos: uno llamado Daniel Melero 1, de remixes, y otro que era éste, llamado Daniel Melero 2. A partir de entonces comenzó un ir y venir que llevó al disco a ser editado y presentado en vivo primero en España, y recién ahora en la Argentina.

--¿Cómo lo recibieron en España?

--Me fue demasiado bien. Me llegaron a comparar con una increíble cantidad de artistas, al punto ya de ser vergonzoso. El disco fue editado por un sello pequeño, el mismo que editó a Suárez, pero tuvo una respuesta crítica impresionante. Vainer decía que la razón era que un álbum como Piano separa totalmente a mis canciones de mi discurso. Las pone adelante, a diferencia de lo que ha pasado conmigo en Argentina durante todos estos años.

--Piano es un disco peligroso, porque bien podría ser el álbum con el que cualquier músico quisiera terminar su carrera...

--En ese punto no estoy preocupado, porque de hecho ahora estoy grabando dos discos. Uno es un álbum de canciones sin sintetizadores, muy basado en la guitarra. Y el otro es un disco de tecnopop, hecho con instrumentos y herramientas de producción bajadas de Internet. Y otro proyecto que va a ver la luz es el de la música compuesta para acompañar al clásico cinematográfico de la época muda, El gabinete del Dr. Caligari. Ya se exhibió en el Atlas Recoleta y ahora va a salir en video, CD rom y estamos viendo si llegamos al DVD...

--Como músico, usted siempre cambió de rumbo cuando menos se lo esperaba... Usando la letra de su canción más famosa: ¿esa inconstancia es algo heroico o algo enfermo?

--Sería muy engreído decir que es heroico, pero tampoco creo que sea una enfermedad. Mi estilo parte de una curiosidad insaciable, y un deseo de no querer resignar jamás el grado de excitación que la música me producía antes de comenzar a tocar. Mi estrategia siempre ha sido desaprovechar bien el momento. La gente, cuando aconseja, siempre dice: "Ahora tenés que aprovechar el momento". Bueno, yo siempre he hecho todo lo contrario.

 

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