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Por Guillermo Saccomanno ![]() ![]() A esta altura de fin de milenio --y la conjunción de las tres palabritas juntas, "fin-de-milenio", ya son un lugar común desprovisto casi de sentido--, El cazador oculto es un clásico de la literatura contemporánea. Su autor, Jerome David Salinger, prefirió figurar en sus libros como J.D. Salinger, protegiendo con las iniciales más datos sobre su identidad. Salinger ha exigido que sus libros se publicaran también sin su foto y, más tarde, que sus cubiertas no tuvieran ninguna ilustración. Salinger nació en 1919, pasó por tres universidades sin graduarse en ninguna, estuvo alistado durante la Segunda Guerra y la leyenda cuenta que participó en interrogatorios a prisioneros. Salinger irrumpió en la escena --y llamémosla así: "escena"-- literaria en los cuarenta. En 1951 publicó El cazador oculto. La novela marcó a una generación. Con su escritura suelta, pero calculada a la vez milimétricamente, Holden parecía decirle a los jóvenes lo que esperaban escuchar. "Sé que muchos de mis amigos se van a entristecer o escandalizar con ciertos capítulos. Algunos de mis mejores amigos son chicos. Es más, todos mis mejores amigos son chicos. Y me resulta intolerable que este libro sea puesto en un estante, lejos de su alcance", dijo Salinger. Después de esta novela, Salinger publicó solamente relatos y cuentos. Los pibes talentosos de la familia Glass participan en algunos. Uno de ellos, Saymour, dispone de una percepción y sensibilidad extremas, planteándose casi como un maestro zen. Seymour termina suicidándose. La infancia y la adolescencia de los pibes de Salinger es dolorosa, pero también una revelación permanente. El universo adulto, en cambio, representa la corrupción, el materialismo, la edad de una razón en que la pureza se negocia. De acuerdo con George y Barbara Perkins (Contemporary American Literature, un grueso manual), junto con Thomas Pynchon y William Gaddis, Salinger se ha convertido en uno de los escritores míticos por su nula participación en la "escena" literaria. En la actualidad, Salinger vive recluido. A los setenta y pico, defiende con tenacidad iracunda su aislamiento. Podría conjeturarse que la suya es una forma de clandestinidad. Esta forma de reclusión puede compararse con el anonimato que persiguen, por ejemplo, las estrellas. El anonimato en que buscaba refugiarse John Lennon. El documental citado lo cuenta a Lennon grabando en un tabicamiento absoluto, custodiado por medidas extremas que le sugiere su mujer, la no menos enigmática Yoko Ono, después de consultar técnicas ocultistas. También semanas atrás encontré un voluminoso libro de Herman Hesse: Escritos sobre literatura. Contiene una reseña de El cazador oculto, de 1953: "Ya se lea esta novela como historia individual de un muchacho difícil, ya se lea como símbolo de toda una nación y un pueblo, el autor nos conduce por el hermoso camino de la extrañeza a la comprensión, del rechazo al amor. En un mundo y en un tiempo problemáticos, la literatura no puede alcanzar nada más elevado". Mark Chapman, un muchacho difícil, vuelve a disponer sobre esa cómoda de un sórdido cuarto de hotel algunas cosas. En un aparte, destacándolo, pone el libro de Salinger. ¿Qué quiere decir? Lo que sea, la madurez que no le perdona a su ídolo Lennon, el mundo y el tiempo problemáticos, lo dice disparando un 38. Inevitable preguntarse qué piensa al respecto Salinger, en su soledad preservada a cara de perro. Mark Chapman está terminando de cumplir su condena. Saldrá en libertad el año que viene.
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