Página/12 en EE.UU.
Por Eduardo Febbro Desde París El gobierno socialista de
Lionel Jospin puso en marcha una polémica decisión: primero autorizó la venta libre del
contraceptivo llamado píldora del día después, con lo que convirtió a
Francia en el único país donde esa pastilla se puede comprar sin receta. Ahora extendió
la distribución de la píldora NorLevo, cuya función es bloquear la ovulación o el
desarrollo de un óvulo fecundado, en los bachilleratos y liceos. El anuncio de Ségolène
Royal, ministra delegada a la Enseñanza Escolar, sorprendió a todos los responsables de
la educación nacional y a las ligas feministas, férreas defensoras del principio. Los
primeros concernidos por la decisión son los enfermeros y los médicos que trabajan en el
medio escolar y que enfrentan diariamente el drama que representan los embarazos de las
jóvenes estudiantes.
Según cifras concordantes, en Francia hay cada año 16.000 embarazos no
deseados entre las jóvenes de menos de 20 años y 6000 abortos, entre las
adolescentes de menos de 18. Para Nathalie Bajos, miembro del Instituto Nacional de Salud
e Investigación Médica (Inserm), desde el punto de vista de la salud pública me
parece una acción coherente y complementaria de toda política de prevención. El
personal médico que trabaja con las escuelas admite sin reservas la utilidad de la
iniciativa gubernamental: Responder al desaliento de las jóvenes es nuestra
misión. Muchas adolescentes ni siquiera saben que esta píldora existe y, a menudo, nos
vienen a ver cuando es demasiado tarde, confiesa la enfermera de un bachillerato
parisino. Los opositores a la presencia del NorLevo en bachilleratos y liceos arguyen que
ello constituye como un fracaso anticipado de las acciones preventivas en torno de
la educación y la salud.
De manera esquemática, el debate nacional, que prolonga el que sacudió al mismo Partido
Socialista, pone de un lado a quienes denuncian los métodos anticonceptivos, incluida la
recomendación de usar el preservativo, como una forma de incitar a los jóvenes a
tener una vida sexual más precoz y más intensa. Del otro aparecen quienes arguyen
que el drama de los embarazos, las perturbaciones psicológicas que ello acarrea, son más
importantes de prevenir que los debates sobre la sexualidad. En el medio
están los sectores que, no sin razón, critican la medida porque ésta implica una suerte
de contracepción confortable, en detrimento del preservativo.
La ministra francesa admite la dimensión social de su decisión cuando
reconoce que poner en manos del personal médico de los bachilleratos la píldora
del día después puede chocar a las familias, para las cuales esa disyuntiva
concierne exclusivamente el marco familiar. Religión, ética, moral familiar,
sexualidad, muchos ingredientes se aúnan en torno del acceso de las adolescentes a un
método de contracepción posterior al acto y cuya eficacia, según los especialistas, es
del 95 por ciento si la píldora se toma 24 horas después de la relación sexual.
En el caso preciso de los colegios, el dilema está en saber en quién recae la
responsabilidad de suministrar la píldora, en qué medida y momento los padres serán
informados. Ségolène Royal está elaborando actualmente un protocolo nacional donde se
precisa que los enfermeros escolares deberán informar sistemáticamente a los padres
cuando sea posible. La ministra reveló que todas las encuestas realizadas en los
bachilleratos muestran que las adolescentes carecen dramáticamente de información, no
conocen su cuerpo ni sus derechos. La contracepción, la mayoría de las veces, es menos
alarmante que la manera en que las jóvenes viven su sexualidad. De hecho, al
autorizar la píldora en los colegiosbajo la autoridad de los médicos, los poderes
públicos partieron de una evidencia: existe un fuerte tabú, una falta de comunicación
fatal en el círculo familiar sobre todo lo que atañe a la sexualidad. Los
estudios sociológicos prueban que hasta en un país laico y evolucionado como Francia, la
sexualidad de los adolescentes es un auténtico trauma.
La píldora NorLevo difiere en mucho de la pastilla abortiva RU486. Esta última se toma
hasta 12 semanas después de la concepción mientras que, según los médicos consultados
por este diario, la Levo es una suerte de píldora de salvamento que permite evitar
hasta entre siete y 9 embarazos de cada diez luego de una relación sexual sin
protección.
Una venta en voz baja La píldora del día después se vende en la Argentina desde hace dos años y
medio. Pero a pesar de su gran utilidad para evitar embarazos no deseados en casos de
emergencia, su desembarco en el país fue muy silencioso y su difusión entre las mujeres
se produjo boca a boca, por temor a que sectores vinculados con la Iglesia presionaran
para sacarla del mercado, con el argumento falaz de que tiene efectos abortivos, como
ocurre desde hace varios años en Estados Unidos.
Sin embargo, la cruzada contra la pastilla anticonceptiva postcoital llegó este año, de
la mano de una organización no gubernamental cordobesa alineada en el movimiento
Pro-Vida, llamada El Portal de Belén, que a través de un recurso de amparo
pidió su prohibición. Tal como informó Página/12, la jueza federal Nº 3 de Córdoba
hizo lugar al recurso el 26 de agosto. La resolución, no obstante, fue apelada por el
Ministerio de Salud y Acción Social, teniendo en cuenta un dictamen de la Administración
Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) que niega el carácter
abortivo de la píldora.
La pastilla es comercializada aquí bajo el nombre de Imediat por el laboratorio Gador. Se
vende a razón de 2000 a 3000 unidades por mes. En realidad, su efecto anticonceptivo
postcoital puede lograrse con cualquier anticonceptivo oral, si se aumentan sus dosis
según prescripción médica, ya que ambos tipos de píldoras tienen una composición
hormonal similar. |
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