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OPINION
Una fuga orquestada
Por Leandro Despouy *

Cuando se produjeron los hechos de marzo último dije a Página/12 que Carlos Menem daba asilo a Lino Oviedo porque confiaba en que algún día el general iba a volver. Dije también que si eso se producía sería un derramamiento de sangre en Paraguay. En ese momento Oviedo se acababa de fugar del Paraguay y venía a un país que no había negociado su salida ni había jugado ningún rol en la transición de la última crisis. Oviedo llegaba fugado, clandestino, desprestigiado por su responsabilidad en la matanza de los chicos de la plaza y en el magnicidio del vicepresidente Luis María Argaña.Aquí el Gobierno le concedió asilo y de alguna manera alentó la violación de las normas del derecho de asilo. Así, Oviedo volvió a ganar presencia y visibilidad e incluso cierta vigencia. Un personaje completamente desdibujado comenzaba a realizar acciones que repercutían en Paraguay. Además, quedaron congeladas las relaciones diplomáticas y se comprometió la suerte del Mercosur. El Gobierno trató de ahogar las relaciones comerciales con los pequeños y medianos productores. Y mantuvo una posición intransigente. Estas medidas tenían una incidencia directa: erosionar políticamente a la coalición que gobernaba y revitalizar a Oviedo. A Oviedo, parecía sugerir el Gobierno, se podía apostar. No era un muerto político. El Presidente Carlos Menem no siguió una actitud pasional sino que actuó con la esperanza de que la administración paraguaya cayera o, al menos, quedase desgastada. Ahora, la fuga redondea una actitud del Gobierno argentino que no solo es cómplice: es una manera deliberada de incidir en el proceso paraguayo con la perspectiva de intentar una desestabilización. Sin duda que el gobierno paraguayo atraviesa un momento muy difícil. Pero está muy claro que la única posibilidad para Oviedo, después de los asesinatos en la plaza, no es el ejercicio legal del gobierno. Entonces, aquí se estuvo apostando a un derrocamiento violento de las actuales autoridades del Paraguay. Si en Paraguay se da un proceso de atomización política y confrontaciones, también habrá una responsabilidad directa del gobierno de Menem. Porque esta crónica de una fuga orquestada tiene una lógica intrínseca, una estrategia política que apuesta a la posibilidad de que un líder carismático, mesiánico, mezcla de Seineldín y López Rega, pueda retomar el poder en un país que vive una situación crítica. Hay que cerrar el capítulo de Oviedo cooperando con Paraguay desde la Argentina, apuntalando lo que pueda apuntalarse mediante el diálogo. Necesitamos un vínculo privilegiado con Asunción. Y ese vínculo debe comenzar hoy. * Experto en cuestiones internacionales. Consultor de la ONU.

 

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