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Por Cecilia Sosa Casi un año después de que la UBA decidiera dar de baja a sus docentes mayores de 65 años, la Justicia Nacional de Primera Instancia declaró inconstitucional la resolución, así como el artículo 51 del estatuto universitario, por considerarlos discriminatorios. La decisión fue tomada por el juez Ernesto Marinelli en la causa iniciada por un profesor de la Facultad de Ciencias Sociales, el sociólogo Juan Carlos Marín. Es una gran conquista festejó Marín, en diálogo con Página/12. El artículo es discriminatorio porque toma la edad como único criterio para imponer la exclusión. Al declarar la inconstitucionalidad del artículo, no puede volver a ser aplicado en ningún caso. Sería contrario a la Constitución, que es la norma de las normas opinó el abogado de Marín, Manuel Gaggero. La UBA va a tener que convocar a una asamblea universitaria para modificar o derogar el artículo, siguió. El fallo de Marinelli, del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo Nº 1, sólo declara la inconstitucionalidad y la nulidad de la norma respecto del profesor Marín. Con todo, sus argumentos cuestionan los fundamentos del artículo 51 del estatuto (que estipula el tope de 65 años para ejercer la docencia) y reinstala un debate que convulsionó a la comunidad educativa a fines del año pasado e inicios del actual, tras que Página/12 revelara el conflicto. A lo largo de 24 carillas, Marinelli rebate la constitucionalidad del artículo y, por ende, la de la resolución 1377/98 del Consejo Superior, que estipuló la baja de todos los docentes mayores a partir de marzo pasado. El eje de su exposición (para más detalles, ver aparte) es que la exclusión sólo opera en razón de la edad, en cuya virtud se realiza una inferencia relativa a la aptitud e idoneidad de los docentes universitarios de manera que aquellas condiciones quedan excluidas a partir de los 65 años, que resulta ostensiblemente contrastante con la perspectiva que ofrece la propia realidad, dice. Y agrega que, luego de más de 30 años, la norma (cuya versión vigente data de 1966) ha devenido irrazonable. Consultados por este diario, funcionarios de la UBA aseguraron que aún no llegó la notificación oficial, por lo que se abstuvieron de opinar. Cabe suponer que el debate que se viene girará en torno a la autonomía universitaria. Si la UBA decidiera apelar, la causa pasará a la Cámara Federal de Apelaciones y, si el fallo es ratificado, deberá expedirse la Corte Suprema. Sería aberrante que apelara se indignó Marín. Es un artículo discriminatorio porque excluye por razones biológicas. La edad no es ni indicadora de sabiduría, ni de estupidez. Pero contra ella nada se puede hacer. No puedo detener el tiempo, dijo. En caso de no apelar, la salida sería la convocatoria de una Asamblea Universitaria (integrada por el Consejo Superior, el rector, los decanos y todos los consejeros directivos) para modificar el estatuto. En febrero pasado, el rector y los decanos defendieron públicamente el artículo 51 y se opusieron a convocar a una asamblea. No va contra la autonomía dijo Gaggero. Ningún estatuto autónomo de ninguna entidad o corporación puede estar en contra de la Constitución, que es la base de nuestro orden. La controversia por la jubilación compulsiva nació a fines del 98, cuando el Consejo Superior resolvió que todos los docentes mayores de 65 debían ser dados de baja, y que sólo podrían seguir enseñando si eran nombrados profesores eméritos o consultos, o si la facultad decidía recontratarlos. Pero, en todos los casos, trabajarían ad honorem o con los salarios mínimos. Tras una ardua polémica, un verano signado por denuncias de discriminación, recursos de amparo y proyectos de derogación, el Consejo Superior decidió, en su primera sesión del 99, poner reversa y autorizar a las facultades a recontratar a sus docentes por los sueldos que consideraran adecuados. Ese fue el caso de Marín, que pudo seguir al frente del taller de investigación sobre Cambio Social que dicta hace 12años. Pero, pese a ello, Marín no abandonó la lucha. Consideré que la injusticia continuaba. El artículo 51 era ignominioso y había que cambiarlo. Era un problema moral, dijo el profesor, ahora avalado por la Justicia.
RENUNCIO CHERVATIN EN ECONOMICAS Por Javier Lorca Fue jaque mate. Como adelantó Página/12 el martes, Juan Carlos Chervatín presentó su renuncia al decanato de Ciencias Económicas (UBA), debido al enfrentamiento que sostiene con la mayoría del consejo directivo. Mientras, las oficinas de la facultad siguen tomadas por el centro de estudiantes, que no afloja en sus reclamos. Destronada, la facultad debe elegir un nuevo decano en los 15 días posteriores a la próxima sesión del consejo. Durante el interregno, debería asumir el vicedecano Carlos Degrossi, integrante del bloque que impulsó la remoción de Chervatín. Pero ahí se centra la nueva disputa. El principal reclamo del centro estudiantil al que supedita el levantamiento de la toma es justamente que también renuncie Degrossi. Si quiere asumir como decano, no va a tener oficinas dónde trabajar, advirtió Emiliano Yacobitti (Franja Morada), titular del centro. El lunes debería sesionar el consejo directivo, pero los militantes ya avisaron que lo van a impedir. Entre tanto, los dos sectores de la Alianza enfrentados siguen cruzando denuncias. Los estudiantes de la Franja nosiglista y de la agrupación Manuel Belgrano (MNR-Frepaso) que apoyan a Chervatín aseguran que el vicedecano y su bloque son responsables de la existencia de ñoquis y sobresueldos en la facultad. La otra parte retruca que, si hay irregularidades, el culpable es el decano saliente, por haber firmado las resoluciones cuestionadas.La novela de Económicas promete más capítulos: pese a que el bloque que apoya a Degrossi tiene mayoría en el consejo, también tiene oposición segura, además de la estudiantil. A un consejero por los alumnos fiel a Chervatín, se sumaría el propio ex decano, que volvería a ocupar su banca en el claustro docente.
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