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Por Mónica E. Gutiérrez Desde Córdoba Un Carlos Menem "de a pie" asisitió a su primer acto público desde el borde (exterior) del poder: ayer participó, a horas de dejar la presidencia, de la asunción en la intendencia de Córdoba del liberal Germán Kammerath. Sin Zulemita, pero con la misma custodia que lo acompañó en los últimos diez años, el ex presidente tuvo su día de gloria en Córdoba: firmó autógrafos, se fotografió cuantas veces se lo pidieron y no dejó de sonreír y de prometer que volverá en el 2003. El justicialismo cordobés festejaba, una vez más, lo que significó el último logro del año al quedarse con la Municipalidad después de 16 años de gestión radical, aunque fuera con un liberal. El primer día concluiría con una cena en Carlos Paz, desde donde partiría hoy a la provincia de La Rioja. Acompañado apenas por un par de funcionarios de segunda línea, por el empresario Mauricio Macri y por Alejandro Tfeli, su médico personal, Menem aterrizó en el aeropuerto de Córdoba en un avión particular. Su llegada demoró en más de una hora el comienzo de la ceremonia en que juró Kammerath, al punto de poner nerviosos a organizadores e invitados. Cuando entró en el recinto de la legislatura fue recibido con una ovación desde las gradas, al grito de "Menem no se va" y con el canto de la marcha peronista de fondo. Escoltado por José Manuel de la Sota y su esposa, Olga Riutort, el ex presidente recibió cartas, saludó y firmó autógrafos al mismo tiempo. "Vine a estar cerca de mi amigo", repitió Menem una y otra vez. Es que el liberal devenido menemista fue para el poder que se va el funcionario perfecto. Perfil bajo, eficiencia puesta en la caja antes que nada, intérprete perfecto de la reforma privatizadora. Y su escasa exposición hizo que corriera mejor suerte que otros colegas, como María Julia Alsogaray o Víctor Alderete. "Creo que es un muy buen político y va a hacer un trabajo excelente, es un hombre muy capaz", dijo Menem de él. "Compañero Carlos Menem", lo llamó Kammerath en pleno discurso ante el Concejo Deliberante. En el recinto de la Legislatura cordobesa había un referente más que simbólico de esa relación. Macri no sólo acompañó a la comitiva sino que participó de todos los actos previstos ayer en Córdoba. No pocos recordaron que la relación Macri-Kammerath se plasmó cuando éste adjudicó el Correo a una de sus empresas en una cuestionada licitación. Y después, permitió a los Macri hacer figurar como inversión el pago de indemnizaciones por despido, lo que le valió una denuncia por malversación de fondos e incumplimiento de los deberes de funcionario. Pero la relación MenemKammerath es tan antigua como el mismo Menem. Basta con recordar cuando hace casi setenta años un médico riojano le salvaba la vida al hijo de Saúl Menem, el hoy ex presidente. Y varios años después, el hermano de aquel médico, Germán Kammerath padre, le daba su primer trabajo como abogado después de recibirse en la universidad cordobesa. "Yo le temo a Dios y a nadie más", respondió el ex presidente al ser consultado sobre la posibilidad de que el nuevo gobierno investigue al anterior, y agregó: "Esa pregunta es tonta, es absurda, ya han investigado diez veces y el resultado siempre ha sido el archivo". "¿Y sobre el PAMI?", se le insistió. "Qué tengo que ver yo con el PAMI, todavía ni me jubilé", dijo, irónico, mientras la corte se reía a su alrededor. Sin embargo, tuvo un desliz verbal cuando le dijo a un periodista que le consultó sobre Víctor Alderete: "¿Usted no tuvo nunca un pariente o un amigo que haya dado un mal paso?". Ante los periodistas, Menem aseguró que se sentía "igual que el día antes de jurar en 1989. A mí no me cambió la presidencia, sigo siendo el mismo, y voy a seguir trabajando en política, así que no hay cambios". Los cambios ya se notaban. La corte de adulones estaba cerca todavía, pero Alberto Kohan y Carlos Corach, ausentes, disfrutaban de su primer día libre en Buenos Aires. Un Menem que quería mantener la sonrisa no se veía cómodo en el papel del ex, como si intuyera que los fervorosos saludos que había ido a recibir a Córdoba comenzaban a ser los últimos. MENEM ALMORZO CON ZULEMITA, MARIA JULIA &
CIA.
Todos especulaban con su depresión post-poder, por eso Carlos Menem se anticipó a contar cómo se sentía: "Muy bien, muy bien, muy feliz, muy feliz". No quiso dejar dudas. Además, no era para menos: en su primer almuerzo después de dejar el mando estuvo rodeado de sus más íntimos y fieles colaboradores. Fue en el Museo Renault, donde además de Zulemita y su hermano Eduardo lo escoltaron María Julia Alsogaray, Armando Gostanian con su hija Mónica, Alberto Lestelle, Gerardo Sofovich, Francisco Mayorga y Constancio Vigil. Y, por supuesto, todos tomaron las máximas precauciones para que su ánimo no decayera. Después de abandonar la Casa Rosada, Menem hizo una escala junto a Zulemita en su nuevo domicilio, un edificio en la calle Echeverría al 3500, en el barrio de Belgrano R. En el departamento ya lo esperaban sus pertenencias. Un rato antes, en el mismo momento del traspaso presidencial, cinco operarios se habían ocupado de descargar muebles, cajas, videos, una balanza de pie y gran cantidad de ropa. Pero lo más llamativo fueron cuatro corbateros repletos que hicieron pensar que Menem prolonga la obsesión por las corbatas que hizo famoso al ex presidente peronista Raúl Lastiri. Poco después, padre e hija se trasladaron a la comida de despedida. Allí, el ex presidente relató a la prensa su futuro inmediato: "Ahora voy a trabajar en política, voy a caminar el país, el mundo, voy a trabajar en mi profesión, voy a cuidar mis empresas, porque yo también soy empresario". Después del salmón y el champagne, Menem descansó en el loft que su hija tiene en el mismo edificio, más conocido como el Palacio Chrysler. Casi a las 4 de la tarde su jefe de custodia lo condujo al aeroparque porteño. Allí abordó un aerotaxi particular hacia Córdoba. Volaba hacia terreno propio, para presenciar la ceremonia de asunción de Germán Kammerath como intendente de la capital provincial. Su siguiente destino es también --y aún más-- terreno propio. De Córdoba volará a Anillaco, aunque sólo estará allí por poco tiempo: la próxima semana reasumirá la jefatura del Consejo Nacional del PJ. Informe: Verónica Gago
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