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La globalización de la moda no sólo viene de la mano de las grandes tiendas que venden idéntica ropa en distintos lugares del mundo. También son idénticos los estrechos talles y la extendida necesidad de lograr que los cuerpos quepan en ellos. Tras analizar durante siete meses los trastornos de la anorexia y la bulimia, el Senado de España emitió un documento donde concluye que atajar eficazmente un problema que afecta cada día a más mujeres jóvenes exige que éstas encuentren ropa de su talle en las tiendas. Por eso la Comisión de Educación y Cultura pidió a los fabricantes que ofrezcan una variedad de talles "acorde a la población". Ese es sólo una de las medidas recogidas en el informe, que también reclama que los negocios no tomen a las empleadas por su flacura y que no se utilice como modelos a los niños. El Senado propone que varios ministerios se involucren en el problema, pero apuesta a que los cambios sean asumidos en una suerte de pacto social por los implicados y no impuestos por ley. En Argentina no se hizo un estudio semejante, pero la anorexia y bulimia también avanzan entre las chicas, que frente a los espejos de las tiendas se enfrentan a la misma situación que las españolas. La anorexia es una enfermedad sobre todo femenina. Según la información que manejaron los senadores españoles, afecta a entre un 0,5 por ciento y un 1 por ciento de las mujeres de 16 a 40 años, y sobre todo a las jóvenes de hasta 25 años. Con estos datos en la mano, un grupo de ellos ha estudiado desde abril los trastornos alimentarios. Para paliar los efectos de la anorexia y la bulimia y, sobre todo, evitar que éstas se extiendan, los senadores piden un pacto social en el que deberían implicarse cinco ministerios --Educación y Cultura, Sanidad y Consumo, Trabajo y Asuntos Sociales, Economía y Hacienda y Fomento-- y que exige el "compromiso firme" de los sectores implicados para garantizar las siguientes medidas: * Talles: las tiendas de ropa deberán garantizar una amplia variedad de talles, de tal forma que ningún ciudadano tenga problemas para encontrar la suya. Para ello debe llevarse a cabo un estudio antropométrico que permita saber la distribución real de medidas, y también homologar de forma urgente el sistema de talles. El informe recomienda que las tiendas no seleccionen al personal por su bajo peso o su belleza, y que se comprometan a no despedir a sus trabajadores por las razones contrarias. * Moda y publicidad: los senadores recomiendan a la industria de la moda que evite emplear a menores de 18 años para exhibir ropa de adultos en las pasarelas, que los publicistas aprueben medidas de autocontrol para impedir los mensajes e imágenes que fomenten la extrema delgadez y que, junto a los diseñadores de moda, se esfuercen por emplear una imagen de la mujer "más acorde con la realidad". * Dietas: las revistas dirigidas a un público adolescente no deberían incluir regímenes para adelgazar. Las destinadas a adultos que decidan hacerlo deberán incluirlas en las secciones de salud e identificar al médico que defiende esa dieta. La norma sobre productos que prometen adelgazar rápidamente, y sobre publicidad engañosa debe ser aplicada de forma "rigurosa". Existe un decreto que prohíbe esos productos. * Educación: la educación es la forma más efectiva de prevenir la anorexia. El informe propone reforzar los proyectos de Educación para la Salud en los planes de estudios; reforzar la formación de los profesores en este ámbito y la orientación psicopedagógica y de los tutores. * Ayudas a las familias: el gobierno tiene la obligación de ayudar a las familias financiando y suministrando apoyo técnico a las asociaciones que trabajan con ellas, y favoreciendo la creación de grupos de autoayuda dirigidos a los jóvenes mayores de 16 años. * Deporte y danza: estos ámbitos "de alto riesgo" son los únicos para los cuales el informe propone cambios legislativos. Hay que "mejorar" la reglamentación, dice, para garantizar que en cada gimnasio y en cada escuela de danza haya profesionales de la nutrición. * Consultas y denuncias: un observatorio nacional, del estilo del que ya existe para las drogas, debería centralizar la información sobre el problema y convertirse en el centro de referencia. Las campañas informativas sobre la enfermedad no deberían dirigirse a los jóvenes, ya que tendrían el efecto contrario, sino a los padres.
"No tengo más grandes", dice la vendedora casi triunfante. Detrás del probador, la chica, que hace rato dejó de lucir formas prepúberes, baja la cabeza y se vuelve a vestir, hasta el próximo probador, donde otra vendedora, palabras más o menos, volverá a decirle que es demasiado gorda para llevar la ropa de esa marca. Como ella, miles de mujeres argentinas viven la compra de ropa como una situación que roza lo traumático. "La industria de la moda apuesta a esta suerte de languidez que exige que tu cuerpo se acomode para entrar en la ropa", sintetiza una socióloga. Si bien un diminuto talle de ropa no es el único factor que favorece los trastornos como la bulimia y la anorexia, desde la psiquiatría señalan que es uno de los más determinantes. "La realidad dice que muchas chicas y mujeres jóvenes van a los shoppings o a las tiendas y no encuentran sus talles. En la mayoría de las consultas se quejan del tamaño de la ropa", comentó a Página/12 María Ester Strada, psiquiatra del equipo de Trastornos de la Alimentación del Hospital Durand. Como respuesta al aluvión de patologías relacionadas con la alimentación, hace quince años que el hospital decidió armar este equipo especializado "y desde entonces podemos decir que más que disminuir aumentaron las consultas relacionadas con estos trastornos", señaló Strada. En tiempos del reinado del small, lo bello es sinónimo de delgadez y juventud. Desde el año pasado, en Buenos Aires, el talle extra small se sumó al aparentemente exitoso small, y las firmas aseguran que esos son los que más se venden. Si bien Carlos Aragona, gerente comercial de Chocolate, asegura que la marca tiene todos los talles --del 36 al 44-- reconoció que "el small y el medium se venden más que el large y el extra large". Kosiuco hizo de lo diminuto de sus diseños su marca registrada. "La gente quiere ir a Kosiuco para sentirse flaca", comentó a Página/12 Silvina Kaess, diseñadora de la marca. Allí, manejan una extraña psicología del achique de talles. "Muchas prendas se manejan con small o único talle, pero en realidad son un talle medium. Esto lo que hace es que la que tiene un talle M se sienta en un S", comenta Kaess, como si ahí residiera el secreto de la felicidad. "Eso muy perverso. Las vendedoras están metidas en un sistema terrible, además, les dicen a las chicas 'si adelgazas un poquito te va a entrar'. Lo que plantean es que hay que achicar la figura a esa suerte de manequin imaginario en el que no cabe ningún cuerpo", critica la socióloga Cristina Fridman. "Lo que hay que pensar --plantea-- es si la mujer se adecua a ponerse esa funda o la ropa se adecua a ella. La vestimenta tiene que estar pensada para vestir distintos cuerpos". Algo que la uniformada languidez que propone la industria de la moda no contempla. La firma tiene talles del 21 al 30, informa Kaess, y aclara que
también hay opciones para lo que ella considera las más rollizas: "Las chicas más
bien gordas, de ciento cinco o diez de caderas, les puede andar un jean. Y si no tenemos
la línea hot fashion (algodones, lycras, viscosas) que es un poco más
flexible". Es casi imposible que el esquema corporal salga ileso de estas presiones.
"El conflicto con el propio cuerpo --señala Strada-- tiene que ver con intentar
mantener la juventud, estar a la moda y querer ser más joven de lo que cronológicamente
se es, y desencadena en trastornos alimentarios." |