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Soberanía e independencia nacional sí, lo que se traduce como "intervencionismo de derechos humanos" de Occidente no. El presidente ruso Boris Yeltsin obtuvo el apoyo explícito de Pekín a su ofensiva contra el "terrorismo y separatismo" en Chechenia, respaldando a su vez a China frente a Taiwan. La alianza de dos viejos enemigos se selló mientras la Unión Europea (UE) amenazaba tibiamente "reconsiderar" su ayuda financiera a Rusia si continuaba el bombardeo a Chechenia. El premier ruso Vladimir Putin se limitó a asegurar que entendía la posición europea, recalcando que "no cambiaremos de táctica". Pero Putin agregó sorpresivamente que había conversado con delegados del presidente checheno Aslan Masjadov, si bien hasta ahora no había resultados. Y hubo una pequeña concesión a Occidente: Moscú prorrogó sin fecha su ultimátum de "aniquilar" a todos los que no abandonaran la capital chechena de Grozny para hoy. Ahora, todavía se permitiría la salida de civiles después del vencimiento del plazo. De todos modos, los inconvenientes causados por la hostilidad occidental a los métodos rusos en Chechenia parecen ser anulados en el corto plazo por el apoyo que Moscú obtuvo de China. El manifiesto que Yeltsin firmó ayer con el presidente Jiang Zemin proclamaba la oposición de ambos a que "los derechos humanos se usen para atentar contra la soberanía de los Estados", lo que hacía referencia a las intervenciones en Kosovo y Timor Oriental. Yeltsin respaldó además la condena china al proyecto de establecer un "paraguas" antimisiles norteamericano en el Pacífico. Rusia se opone en general a cualquier iniciativa en el campo de sistemas antimisiles (dado que amenaza con reducir su margen de poder nuclear), y China en particular ve con mucho recelo el hecho de que su "provincia rebelde" (Taiwan) se haya mostrado entusiasta por el "paraguas" del Pacífico. Por su parte, el Ejército ruso desplegó ayer por primera vez un regimiento de misiles balísticos Topol-M, lo que subrayó la advertencia del jueves de Yeltsin de que su país todavía era una potencia nuclear. Mientras ajusta su frente diplomático para continuar la guerra, sin embargo, el gobierno ruso daba señales ayer de que podría estar dispuesto a comenzar a negociar con los chechenos. Un indicio vino cuando Boris Berezovsky, un magnate ligado al círculo íntimo de Yeltsin, llamó ayer a las partes a negociar. Pero lo más inesperado fue el anuncio de Putin ayer de que desde hace "ocho días" había estado conversando con delegados del presidente checheno Aslan Masjadov. Esto representó por sí mismo un avance, puesto que previamente el Kremlin se había rehusado de plano a tratar con Masjadov. Sin embargo, según relató Putin, el diálogo se estancó en dos demandas clave del Kremlin: la liberación de todos los rehenes en manos de los guerrilleros islámicos y la expulsión de éstos últimos de Chechenia. El delegado checheno (un "vicejefe de gobierno") partió hacia Grozny y todavía no ha respondido, agregó el premier. Pero si el camino directo de negociación con Putin no ha dado resultados, ayer se perfilaba otro a través de Serguei Shoigu, el ministro ruso de Situaciones de Urgencia. Shoigu denunció ayer que los defensores chechenos de Grozny eran los que no permitían la evacuación de la población civil. Para lograr la evacuación, Shoigu aseguró que "estoy dispuesto a negociar incluso con el diablo". Dándose por aludido, Masjadov dejó entender ayer a través de un portavoz que aunque "Shoigu no posee los poderes necesarios, puede celebrarse un encuentro para preparar las negociaciones políticas ulteriores a nivel de jefes de Estado". Por otra parte, Iussupov subrayó que la condición mínima para cualquier negociación era que "se suspendan de inmediato las operaciones militares rusas". De esto último no parece haber demasiadas esperanzas, dado que por el momento la situación militar resulta auspiciosa para Rusia. Sus fuerzas asediaban ayer Shali, la última ciudad chechena aparte de Grozny que todavía no cayó en su poder. Los rusos siguieron su táctica habitual de bombardear la ciudad a la vez de negociar un acuerdo con las autoridades municipales locales. Shali domina el último paso abierto entre los guerrilleros chechenos en Grozny y sus fuentes de abastecimiento al sur del país, por lo que su caída completaría el aislamiento de la capital.
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