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Página/12 Por Pablo Rodríguez Estas especulaciones se dirigen fundamentalmente a un solo protagonista: la oficialista Concertación por la Democracia, que va por su tercer período de gobierno luego de la dictadura de Augusto Pinochet, que terminó en 1990. Efectivamente, la coalición liderada por la Democracia Cristiana y el Partido Socialista ganó con holgura las presidenciales de 1989 y 1994: más del 58 por ciento en un caso, casi el 53 por ciento en el otro. Ahora, ninguna encuestadora se anima a pronosticar que Lagos ganará en la primera vuelta, o sea, por encima del 50 por ciento de los sufragios. Es más: alguna consultora, como la Fundación Futuro, afirma que las intenciones de voto están empatadas para Lagos y para Lavín. Si el candidato socialista ("no seré el segundo presidente socialista de Chile sino el tercero de la Concertación", suele decir Lagos) obtiene por menos de la mitad de los votos, la fuga podrá venir por derecha o izquierda. Por derecha, algunos votantes democristianos, que no se atreven a votar a un socialista por más que su partido esté aliado al socialismo (el ex presidente Patricio Aylwin y el actual Eduardo Frei son "DC", como se dice secamente en Chile). Por izquierda, puede darse el caso que algunos socialistas, o adherentes al Partido por la Democracia y al Partido Liberal, castiguen a Lagos por su viraje de larga data hacia el centro político y elijan a Gladys Marín. Para Lagos, el problema son los votos DC. Por eso, en el último tramo de su campaña electoral, intentó convertir esta elección en una suerte de reedición del plebiscito de 1988, donde Pinochet jugó y perdió la continuación de la dictadura por otros carriles. Lagos acusó reiteradamente a Lavín y a sus colaboradores de haber sido la pata civil de la dictadura, para recordarle a los democristianos que la cara de bebé, la imagen de frescura y cambio y las promesas a veces cercanas a la de la Concertación esconden a un Mr. Hyde. En esta apelación al motivo central por el que nació la Concertación (derrotar a Pinochet), Lagos también calculó que pedir los votos comunistas también podría espantar a los democristianos. Sabe, asimismo, que si hay ballottage los votos de Gladys Marín se inclinarán en buena medida hacia él (ver nota aparte). Por su parte, Lavín no quiere hablar en absoluto de los años de la dictadura (no es lo que más le conviene), y no cesa de distanciarse de Pinochet. Borró parcialmente su identidad de derecha, fuerza política que no pudo reunir más del 35 por ciento de los votos en los últimos años, para liderar una campaña calificada de "populista". Caminó por las regiones firmando un compromiso en cada una de ellas para solucionar cada problema específico, apareció en los spots televisivos como minero, pescador, indígena múltiple (aymará, mapuche, pascuense) y hasta bombardeó las nubes para hacer llover. El despliegue de la derecha sirvió, pero tuvo una ayuda muy importante: la situación económica. Las combinaciones de crisis, sobre todo la asiática, dejó a Chile en un constante descenso de la actividad industrial y comercial. Los índices de crecimiento se redujeron a un tres por ciento, la desocupación trepó al 12 por ciento y la popularidad del gobierno cayó abruptamente. Esto hace que los votantes más jóvenes, a los que las referencias a Pinochet y al plebiscito no afectan demasiado, puedan engrosar la votación de Lavín. "Que querés que te diga, para mí, hay segunda vuelta", confesaba anteayer un hombre a su esposa en medio, y a pesar, del fervoroso y multitudinario cierre de campaña de Lagos. Es cierto que la Concertación es optimista y que las más de 200 mil personas que ocuparon la Alameda constituyen una gran demostración de fuerza. Pero la coalición gobernante aún no está completamente segura del triunfo en la primera vuelta. PARA EL ABOGADO JOAN GARCES
Su discurso ante el Parlamento de Suecia fue un alegato implacable contra los crímenes de Estado. Joan Garcés, el abogado valenciano impulsor de los sumarios contra el general Pinochet, recibió en Estocolmo el premio de la Fundación Right Livelihood, más conocido como Premio Nobel alternativo. Este galardón fue creado en 1980 por un filatélico sueco-alemán y desde entonces distingue a personalidades que se han significado por la defensa de los derechos humanos y a organizaciones empeñadas en la defensa de la naturaleza. "El asesinato en masa, la tortura generalizada, el terrorismo selectivo, el terror indiscriminado, han sido utilizados de modo sistemático en todos los continentes como instrumentos de política interior o exterior. Y lo siguen siendo." Con estas palabras, Garcés, que colaboró con Salvador Allende y milagrosamente pudo abandonar el Palacio de la Moneda cuando las tropas de Pinochet lo asaltaron en septiembre de 1973, pidió ayer un compromiso para desarrollar el Estado de derecho en el ámbito internacional, "ya que es la forma económicamente menos costosa, y socialmente más rentable, de prevenir y sancionar los crímenes contra la humanidad".
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