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Por D. F. Que la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires haya resuelto comprar y restaurar un bandoneón tiene un sabor agridulce. Por un lado, hay allí un reconocimiento de la música de la ciudad (y de su instrumento más característico) como un bien. Y eso es bueno. Por el otro, como cuando se habla de la ballena franca, del ciervo pudú o del yaguareté, aparece un inocultable aroma a especie en extinción. Y eso, claro, no es bueno. "Es que el éxodo de bandoneones, en los últimos tiempos, ha sido terrible, dice a Página/12 Néstor Marconi, uno de los convocados para estrenar públicamente el instrumento. El documento de identidad del primer bandoneón de la ciudad, adquirido en octubre en un remate, restaurado por Mario Faris y afinado por Ricardo Romualdi y Fabio Fabiani (afinadores de Troilo, Piazzolla y Mederos), dice Chapita A, interior sellado doble A, Alfred Arnold. Y el evento donde se lo escuchará será un concierto a cargo de Marconi y el contrabajista Oscar Giunta, el lunes a las 19, en el Salón Dorado del Palacio de la Legislatura (Avda. Julio A. Roca 575). En la oportunidad también se exhibirá otro bandoneón, un Luis XV fabricado en Alemania, que fue donado a la Comisión junto con 1600 partituras de tango. Y del concierto participarán, además, los bandoneonistas Eleonora Ferreira, Walter Castro y Román Rosso. Las actividades forman parte del Festival Buenos Aires Tango (ver más información en las páginas 32 y 33). "El resurgimiento del tango es un espejismo", dice, sin embargo, Marconi. "Está el Festival, que es el segundo año en que se hace, y eso está bien; ojalá se haga siempre. Pero la verdad es que son muy pocos los lugares donde se puede escuchar tango en Buenos Aires. es decir, lugares donde puedan ir los habitantes de esta ciudad y no los turistas. Y lugares donde se vaya a escuchar música y no a ver revolear lindas piernas a las bailarinas." Además, Marconi piensa que hay "excelentes instrumentistas jóvenes que tocan la música del pasado. Hay muy poco que no suene como Pugliese o como Piazzolla o como alguno de los maestros. Lo que no entienden los jóvenes es que Piazzolla mostró un camino pero ése es un camino a recorrer, a profundizar, no para ser calcado. En realidad se ha ido para atrás, parece que Piazzolla siguiera siendo lo más moderno y lo que más se escucha es lo que estaba antes que él". Por otra parte, el bandoneonista reconoce que "es difícil que aparezcan nuevos creadores si no hay lugares donde actuar y si la industria cultural brilla por su ausencia". Aun así, hay un dato alentador. Marconi está grabando un segundo CD con su trío y también otro disco con el Nuevo Quinteto Real de Salgán. Y ambos son para un sello grande. De hecho, es la primera vez en unos treinta años que una multinacional edita discos nuevos de tango. Warner, además de los de Marconi y Salgán, sacó a la venta el último trabajo de Mederos y un álbum cantado por Amelita Baltar. "En realidad --concluye Marconi-- no es un misterio para nadie que el tango tiene un mercado pero parece que ahora, por fin, alguien se puso las pilas y decidió explotar una riqueza que tiene alrededor."
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