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el tema Por Martín Granovsky


LOS RIESGOS Y LAS OPORTUNIDADES DEL NUEVO GOBIERNO
La carrera de diez obstáculos que la Alianza debe vencer

t.gif (862 bytes)  Esta mañana Fernando de la Rúa cumplirá dos días en el gobierno. Tiene cuatro años para bajar el desempleo, combatir la corrupción, reducir la cantidad de excluidos sociales, neutralizar al Senado y buscar su propia reelección en el 2003. Pero afronta desafíos políticos, muchos inmediatos, que pueden desgastar a la Alianza aun si el Gobierno hiciera las cosas maravillosamente.

1. ¿El ajuste fiscal se consumirá a sí mismo?

En la lógica de las cuentas, éste es el mayor riesgo que enfrenta la Alianza. Los economistas del Gobierno --y abundan-- suelen indicar que hay por lo menos dos elementos que no pueden manejar. Uno, el inédito peso de la deuda sobre el PBI. Hoy representa el 41 por ciento, cuando antes no pasaba del 25. El otro, que América latina es una marca mundial en problemas --por Ecuador, por Colombia, hasta ahora también por Brasil-- y la Argentina todavía no consiguió demostrar que es un antiguo país del norte de Europa. El riesgo, entonces, es que el Gobierno termine de equilibrar las cuentas para conformar a los mercados y, cuando acabe la faena, los mercados quieran compensar un nuevo deterioro de la imagen regional con menos gastos y más recortes. El primer fantasma, el peso de la deuda, por ahora es ilevantable. Para el segundo, ¿por qué no confiar en la misma suerte que acompañó a América latina en los primeros '90, cuando todo parecía perdido y al final Europa del Este atrajo menos capitales que lo esperado?

2. ¿El paquete impositivo quitará capital político?

En los papeles, la reforma en los impuestos proyectada por José Luis Machinea afecta menos a la clase media baja que a la clase media alta. En los hechos, el riesgo para Fernando de la Rúa es una gran irritación del segundo sector, minoritario pero fuerte en la ciudad de Buenos Aires. Puede irritarse sin hacer comparaciones, porque una mayor presión impositiva, sea justa o no, siempre fastidia. Y puede irritarse aún más si, al comparar, ve que paga cuando los grandes grupos empresarios eluden el impuesto a las Ganancias y las grandes fortunas esquivan el impuesto a los Bienes Personales. El fantasma, aquí, es que la ciudad de Buenos Aires tiene un gran poder para irradiar su buen o mal humor al resto del país, y que dentro de la ciudad la clase media y la media alta desparraman con facilidad su molestia sobre los demás. La clave, además de las sensaciones que el Gobierno pueda administrar políticamente, es un cobro realmente efectivo de los impuestos en la cima de la cima. Sólo hay algo más odioso que los impuestos: la injusticia.

3. ¿La imagen de Domingo Cavallo crecerá?

Es una perspectiva relacionada con el furor antiimpositivo de la clase media alta y con la facilidad que pueda tener Cavallo para instalarse como un sabio universal del Estado, la economía y, de paso, los impuestos. Como decía sobre Cavallo el comentario de un votante debutante en las encuestas cualitativas el 24 de octubre: "El chabón sabe". Primera compensación para el riesgo de un Cavallo triunfante para jefe de Gobierno: aquí no hace falta Cavallo; en la ciudad las cuentas ya están cerradas. Segunda: los que saben, en el sentido de Cavallo, ya están en el gabinete. Tercera: el ángel propio de Aníbal Ibarra, que puede disgustar a los políticos profesionales pero, hasta ahora, no a los votantes porteños. Cuarta: una campaña de Ibarra casi delarruista, pensando más en la sintonía que en las promesas, pero al mismo tiempo con el ojo puesto en evitar el desencanto temprano de la franja de centroizquierda más definida.

4. ¿Se agotará la fuerza del shock moral?

La promesa de transparencia puede no cumplirse. O puede cumplirse y ser vaga y exigua. El riesgo es que, si eso ocurre, De la Rúa pierda una llave de su legitimidad política. Sin embargo, es difícil que un candidato sin cuestionamientos morales en toda su carrera los sufra de pronto. Sólo parece correr este riesgo si el nivel de eficacia, y eficacia visible, es tan bajo que termine reciclándose en el imaginario popular la nostalgia de la fórmula conservadora roban, pero hacen.

5. ¿Menem y el menemismo se desdibujarán con el tiempo?

De la Rúa no enfrenta a Menem al estilo, por ejemplo, de Chacho Alvarez, pero se distingue de él, y es posible que siga haciéndolo

en el futuro también porque le conviene buscar un punto en común con gobernadores como Carlos Ruckauf, Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota. El fantasma es que si la crisis fiscal avanza y el ajuste se torna insuficiente, no sea suficiente machacar con el recuerdo de Menem. La nota optimista, para la Alianza, es que la hiperinflación del '89 aún es un cuco perceptible. La hipercorrupción sumada al desempleo también podría serlo.

6. ¿El Frepaso conseguirá diferenciarse?

El menemismo fue uno de los elementos constitutivos de la coalición entre la UCR y el Frepaso. Otro fue la necesidad de no comerse votos en el mismo sector del electorado entre una fuerza y la otra. El riesgo es un futuro de pelea endogámica, pero también la indiferenciación entre las dos franjas de la Alianza. Si no hay Alianza, habrá gobierno radical monocolor, incluso a pesar de De la Rúa. Y el color único supondrá una derrota segura en el 2001, cuando se renueven todo el Senado y la mitad de la Cámara de Diputados. Aunque muy poco desprendido con su propio poder, porque sueña con un presidencialismo a ultranza que llegue a todos los niveles del Estado con designaciones propias, De la Rúa dio espacio a Alvarez mismo, a Graciela Fernández Meijide y a Alberto Flamarique. El desafío es cómo Alvarez, sobre todo, consigue mantener las diferencias sin fisurar su relación con De la Rúa como base de la Alianza, una base que incluso a veces está más presente en el electorado que en los dirigentes de la coalición.

7. ¿El Frepaso logrará identidad propia en la gestión?

El viernes, en la jura de los ministros, Graciela fue la única que juró sólo por la Patria, sin Dios o los Santos Evangelios. La fórmula no es en sí misma más progresista que cualquier otro juramento, pero provocó la sintonía de un gran sector laicista, más que laico, que se reconoció culturalmente en ese gesto. El problema es que dentro de una coalición, con poco dinero y en medio de restricciones del gasto público, ser ministro no implica ya una diferenciación ideológica. En otras coaliciones, como la Concertación chilena, las identidades se han construido con una buena gestión. Es el caso de Ricardo Lagos en Chile. Hoy competirá por la Presidencia. Antes fue un prestigioso ministro de Obras Públicas y un reconocido ministro de Educación. Quizás ése sea el desafío de Graciela y Flamarique. Ya son respetados como políticos generalistas. Ahora comenzaron la carrera de la gestión, y serán medidos por lo que digan y hagan en planes sociales y políticas de empleo.

8. ¿La identidad propia llegará a través de choques?

En el caso de Fernández Meijide, la eficacia del Ministerio de Desarrollo Social parece depender en buena medida de la armonía que logren ella y su vice Cecilia Felgueras, virtual interventora del PAMI y funcionaria de confianza de De la Rúa desde la gestión porteña. A Felgueras le conviene demostrar eficacia incluso capitalizándola a favor de Graciela. A Graciela le conviene quedar como una ministra bien dotada para el Ejecutivo --sensible, con motor propio, con ideas, con planes-- aun a costa de proyectar el crecimiento de Felgueras. En teoría es una sociedad de beneficio mutuo que no tendría por qué desmontarse, por lo menos hasta que Graciela continúe su carrera en otro sector del Gobierno o asuma, por ejemplo, una hipótesis que ya comienza a barajarse en el Frepaso: la candidatura bonaerense para el Senado en el 2001.

9. ¿Los progresistas adoptarán el modelo de lotear el Estado?

El copyright es la Italia anterior a Mani Pulite: cada partido con su fuente de financiamiento, y entre todos una concordia que en la Argentina del '30 se hubiera llamado contubernio. Aquí nadie encarnó ese modelo como José Luis Manzano. En el radicalismo, nadie lo hizo al nivel de Enrique Nosiglia, convencido de que la gobernabilidad pasa por un tejido de relaciones que eviten la confrontación. El riesgo es que, frente a la lógica de mercado, Alvarez, Fernández Meijide, Federico Storani, Flamarique o Ricardo Gil Lavedra, sucumban y eludan su única fuente de acumulación política, que es la exposición pública de los temas y la búsqueda de apoyo lanzando los problemas a los ciudadanos.

10. ¿Se agotará la épica de las cuentas?

De la Rúa confía en el prestigio del orden. En la ciudad le fue bien, sobre todo porque el orden contable fue acompañado por una gestión cultural de impacto público y la renegociación de los contratos de servicios. También porque en Buenos Aires nadie atribuye la pobreza a la administración comunal sino a la nacional. Ahora, conviene recordarlo, ambas pertenecerán al mismo partido. Uno de los nuevos ministros aseguró el viernes a Página/12 que De la Rúa encargó a cada miembro del gabinete que lance los anuncios propios y comience las políticas activas concretas. Este diario las anunció hace un mes: venta del avión presidencial, un sistema de asistencia pro-pymes, la renegociación de tarifas públicas y carga financiera de las tarjetas de crédito, un plan de construir 500 mil viviendas subsidiando la demanda. Suena más interesante que los libros de contabilidad.

 

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