|
Por Victoria Ginzberg El 29 de marzo de 1976 el Ejército asaltó una quinta de Moreno donde estaba reunido el Comité Central del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Murieron siete personas y otras cinco desaparecieron. Rodolfo "El Negro" Ortiz, de 26 años, era el responsable de la Juventud Guevarista y se había incorporado recientemente a la conducción del partido. Después del enfrentamiento en la quinta, su familia no tuvo noticias sobre su paradero. Su esposa y sus dos hijas siempre creyeron que era uno de los cadáveres que nunca fueron identificados. Recién 23 años después, gracias al descubrimiento de los archivos de la policía bonaerense, empezaron a saber algo de lo ocurrido. Entre los documentos hallados en La Plata, el Equipo Argentino de Antropología Forense rescató el "prontuario cadáver" de Ortiz. Los documentos prueban que no murió en el allanamiento, que fue secuestrado y asesinado 45 días después. Y que fue enterrado como NN, aunque las fuerzas de seguridad conocían perfectamente su identidad. "Es empezar todo de nuevo. Como si el Negro se hubiese ido ayer", dice Viviana Losada y no puede evitar que una lágrima se deslice sobre su mejilla. Ella, que se limpia la marca de su dolor del rostro y se acomoda el pelo lacio, fue la mujer de Ortiz y es la madre de sus dos hijas, Fernanda y Mariana, que tenían tres años y 18 meses cuando desapareció su papá. Después del enfrentamiento en la quinta de Moreno, Viviana se autoconvenció de que su esposo había sido asesinado en el lugar. Se consolaba pensando que, a diferencia de muchos otros, no había sido torturado. En 1983 se presentó como particular damnificada en una causa en la que se trataba de identificar siete cuerpos hallados en el cementerio de Moreno que podían pertenecer a los cinco hombres y dos mujeres asesinados el 29 de marzo de 1976. Los restos fueron depositados en la Dirección de Asesorías Periciales de la Suprema Corte bonaerense, pero la causa se cerró y, con los años, desaparecieron algunas partes de los cuerpos. Viviana no tuvo más datos de su esposo hasta que recibió un llamado de Alejandro Incháurregui, del Equipo Argentino de Antropología Forense. La mujer se enteró así de que en la jefatura de la policía bonaerense se había hallado un microfilm con el prontuario cadáver de Rodolfo Ortiz. En el documento constaba su número de cédula y su fecha de nacimiento, 6 de septiembre de 1949, y se establecía que el cuerpo fue hallado en Bernal el 12 de mayo de 1976. Es decir, Ortiz estuvo un mes y medio secuestrado con vida antes de ser asesinado. Este microfilm fue encontrado en un allanamiento en dependencias de la policía provincial dispuesto por la jueza Elva Demaría Massey en junio de 1997. Y es parte de los 124 casos de desaparecidos que el Equipo Argentino de Antropología Forense está trabajando para identificar y, cuando esto sea posible, recuperar los cuerpos. Según pudo establecer este diario, en 38 de los 124 casos la información encontrada correspondería a documentos en los que la policía da por muerta a una persona, y en alguna ocasión los datos podrían no ser ciertos. Por otro lado, sólo una minoría de los cuerpos de los desaparecidos que sean identificados por medio de este archivo --cuya existencia se hizo pública hace dos semanas-- podrá ser recuperada. El caso de Ortiz es especial, no sólo porque en el microfilm estaba su nombre, sino también porque sus datos coinciden con los de un acta de defunción emitida en el partido de Quilmes de un NN que probablemente fue enterrado en el cementerio de Avellaneda. Como el Equipo Argentino de Antropología Forense ya trabajó en la fosa común de ese cementerio, Viviana y sus hijas tienen la posibilidad de recuperar los restos. Enterarse de que Ortiz estuvo secuestrado 45 días fue un golpe para la familia. Se desvaneció la fantasía de que no había sido torturado. "Pero jamás --dice Viviana remarcando la palabra, y la repite-- jamás, hubiese preferido no saber la verdad." Viviana y sus hijas buscan ahora nuevas respuestas. Suponen que Ortiz estuvo secuestrado en el centro clandestino de detención El Vesubio, ya que una sobreviviente de ese campo escuchó gritos de otra persona que había sido apresada en la quinta de Moreno. La familia, junto a los abogados Pedro Serra y Ciro Annicchiarico, se presentó ante la Cámara Federal porteña, donde fue remitido el caso, para que el Estado se hiciera cargo de la identificación del cuerpo, de averiguar qué ocurrió con Ortiz durante el tiempo en que estuvo cautivo y de individualizar a los responsables de sus secuestro y asesinato. No descartan iniciar una querella criminal por la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad. Cuando termine con el primer objetivo, Viviana ya sabe lo que va a hacer. "Tiren mis cenizas al viento", dice un poema escrito por El Negro Ortiz en los años de militancia. "La sociedad se lo debe no sólo a él sino a todos los desaparecidos, les debemos hacer un duelo legítimo", dice, emocionada, la mujer de 49 años que en estos días vuelve a sentir a flor de piel lo mismo que cuando tenía 26.
|