Por César Milstein Ante todo pido
disculpas por no haber podido asistir personalmente a esta celebración del Día del
Médico, pero razones de fuerza mayor me lo han impedido. Y también debo pedir disculpas
por inmiscuirme en un tema que realmente no es de mi experiencia personal. Yo no soy
médico sino químico graduado en la Facultad de Ciencias Exactas y es pura casualidad que
haya terminado con el Premio Nobel de Medicina. Me siento menos culpable sin embargo,
recordando que Luis Federico Leloir, que sí era médico, terminó con un Premio Nobel en
Química.Sea como fuere, me siento profundamente emocionado, halagado y agradecido por el
honor que me han dispensado al recordar el 15º aniversario de mi premio. En realidad,
hace 25 años exactamente que, tratando de descubrir el misterio del origen de la
especificidad inmunológica, descubrimos una manera de inmortalizar células productoras
de anticuerpos monoclonales.Nuestra intención no tenía nada que ver con usos prácticos,
ni mucho menos con la idea de iniciar una revolución en biotecnología. Y esto que digo
de los anticuerpos monoclonales es también aplicable y cierto en reglas generales, a
muchos otros avances que apuntalan lo que hoy conocemos por la revolución
biotecnológica. Ellos incluyen el descubrimiento de las enzimas de restricción y
otras enzimas involucradas en la síntesis y degradación del ADN, el desarrollo de
técnicas de análisis y secuenciación y amplificación del material genético que está
permitiendo la caracterización de una cantidad cada vez más creciente de enfermedades de
origen genético así como del papel de las modificaciones somáticas del ADN en el origen
de los tumores.En los próximos dos o tres años, se completará la secuencia de genoma
humano. Para ser más preciso, del genoma de una persona. Porque no hay dos genomas
idénticos y la diferencia de uno a otro, de una manera u otra, lleva a la clave de
enfermedades hereditarias. Más importante aún, muy a menudo incluyen la clave de
susceptibilidad de los individuos a ciertas patologías, así como las razones por las
cuales ciertos tratamientos son fructíferos en algunos pacientes, pero no en otros.
Justamente en esta área se está comenzando a desarrollar nuevas técnicas de
diagnóstico clínico en forma de chips de ADN.Quince años después Esta revolución
biotecnológica está todavía basada más en promesas que en realidades, pero muchas de
estas promesas, con adaptaciones y cambios, se irán materializando lenta pero
inexorablemente y en algunos casos, como en el de los anticuerpos monoclonales, su impacto
en la práctica médica se está haciendo notar. En el área del diagnóstico clínico,
los anticuerpos monoclonales no tardaron en imponer nuevos estándares y están en uso
desde hace varios años. Hay un ejemplo que tiene un significado especial y es el
diagnóstico casero del embarazo, en la forma de un pequeño objeto que la persona
interesada puede comprar en una farmacia por unos pocos pesos, y sin necesidad de ninguna
intervención médica, hacerse su diagnóstico en su propia casa. Este tipo de
diagnóstico casero ejemplifica lo que será, lo anticipo, en el siglo que se avecina, una
larga cadena con muchos eslabones.Hace 20 años los diarios anunciaban con bombos y
platillos inminentes tratamientos de tumores con anticuerpos monoclonales, pero aparte de
un par de éxitos anecdóticos, los resultados iniciales fueron poco promisorios, porque
la realidad resultó ser mucho más complicada que el sueño de la vara mágica. Si bien
el optimismo exagerado del primer momento no se justificaba, el pesimismo exagerado que lo
siguió también estaba fuera de lugar. Poco a poco se comenzaron a reconocer y corregir
problemas fundamentales que cambiaron las perspectivas y, en el último par de años, han
sido aprobados algunos de los tratamientos antitumorales basados enanticuerpos
monoclonales, por ejemplo, para linfomas, para tumores de mama y para carcinomas de colon.
Aclaremos que estos tratamientos no son milagrosos, ni mucho menos, pero sí un
instrumento más o menos importante según el caso, que se suma a los tratamientos
vigentes.Anticuerpos monoclonales también se están aplicando a otras patologías. En
realidad, el número de monoclonales que también se están aplicando para otro tipo de
terapias es mayor que para el cáncer. Por ejemplo, para prevenir el rechazo de
trasplantes, para evitar problemas asociados con angioplastías y es muy interesante su
aplicación para prevenir y proteger de infecciones de virus respiratorios en niños
prematuros. Hay otros complejos, pero además de los aprobados hay más de un centenar de
nuevos productos que están en diversas fases de desarrollo y también en pruebas
clínicas algunas de ellas bastante avanzadas.Como dato ilustrativo les diré que las
ventas de productos derivados de anticuerpos monoclonales destinados a la terapia
exclusivamente durante este año se elevan a más de 1000 millones de dólares, con una
proyección de más de 3000 millones para el año 2000, representando así más del 20 por
ciento de las ventas de todos los productos biotecnológicos destinados a terapias, sólo
superado por los correspondientes a vacunas que llegan al 25 por ciento de las ventas
locales.Biotecnología y ética Pero las ciencias básicas siguen avanzando y ello trae
nuevas ideas y nuevas posibilidades en biotecnología en general. Sin duda, estamos
viviendo cambios veloces y eso lleva a situaciones confusas, conflictivas y difíciles en
muchos niveles. Tenemos que enfrentar problemas éticos y fundamentales que se refieren no
sólo a los límites de los tratamientos (por ejemplo, es moralmente aceptable la
manipulación de la ADN germinal), sino también a veces, a los costos a menudo
prohibitivos para la gran mayoría de la población y que ponen en crisis a los organismos
de medicina socializada, incluso a aquéllas de países desarrollados. Es cierto que poner
un nuevo producto en el mercado es muy caro, pero los casos más difíciles, los que
tienen mayor impacto, vienen de las investigaciones básicas que rara vez se benefician
con los precios astronómicos de los productos. Está claro que esos precios están
gobernados no por los costos de producción y distribución, sino por lo que los usuarios
están dispuestos a pagar. Desgraciadamente, las leyes de oferta y demanda tienen un
contexto muy especial. Cuando el comprador es un enfermo que no puede elegir comprar un
producto o debe posponer la compra para mejores tiempos, la situación cambia.Pero
también al nivel de la producción de fármacos hay grandes conflictos. Las leyes de
protección de la propiedad intelectual cuyo objetivo, se supone, es promover el
desarrollo de nuevos fármacos y la diseminación de ideas, demasiado a menudo, no
siempre, consigue lo contrario. La diferencia entre las legislaciones sobre patentes de
los países industrializados particularmente proteccionista como Estados Unidos exacerban
esos problemas.Estamos entrando a un milenio en el que el poder económico de los países
está cada vez más basado en la capacidad intelectual y creativa de sus habitantes. En
este mundo de alta tecnología, profundamente enraizado en los desarrollos de punta de las
ciencias básicas, países como la Argentina se encuentran en grave desventaja. Pero esa
desventaja no es insuperable, porque el capital más importante detrás de esos avances es
la creatividad y el entrenamiento de los científicos que, a su vez, dependen en primer
lugar de individuos con el talento requerido para la investigación de alto vuelo.El rol
de Argentina La Argentina está repleta de este tipo de material humano. Ese es el
ingrediente más difícil para un futuro de alta tecnología y eseingrediente está allí,
esperando poder concretar su potencialidad, pero necesitado de apoyo. El apoyo basado en
la convicción de que la ciencia básica no es solamente una necesidad cultural que
también lo es, y mucho menos es un lujo. El apoyo a nivel de las autoridades
universitarias, institucionales y gubernamentales es particularmente importante en países
que, como el nuestro, no pueden ofrecer a sus mejores talentos la atmósfera ni los
recursos que se les ofrecen en Norteamérica, Europa, Australia o Japón.Desgraciadamente
éstas no son las únicas razones que provocan el fracaso de jóvenes talentosos que a
menudo lleva a la fuga de los mejores cerebros a veces inducidos por motivos políticos y
por intereses espurios o favorecidos por pequeñas vendettas y hasta por simples rencillas
personales que tanto han afectado el desarrollo científico de muchos países con
potencialidad latente pero desperdiciada.Es que una política científica esclarecida es
raramente prioridad política pues no trae riqueza ni bienestar a corto plazo. Peor aún,
la buena investigación básica tampoco garantiza a largo plazo pues depende de una
visión de largo alcance por parte de empresarios e industriales. Lo que sí está
garantizado es que los países que no tomen el tren del desarrollo científico quedarán a
merced de los demás.Progresos de las ciencias básicas tampoco llevan automáticamente a
la cura de viejas o nuevas enfermedades, pero sin duda, abren esas nuevas posibilidades de
tratamiento. Los progresos son demasiado lentos a nivel de los enfermos que escuchan y
leen grandes promesas que generalmente llegan tarde para ellos. Y sin embargo, son
demasiado rápidas para la sociedad en general, que se siente confundida y atemorizada por
las posibles y a veces imposibles implicancias de la técnica moderna de la
biotecnología. En la mente popular, una oveja clonada evoca el espectro de
Frankenstein.Ciertamente estamos hablando de avances que, tomados desde el punto de vista
histórico, son revolucionarios. La medicina de hoy no es como lo fue la de mediados de
siglo. No hablemos de la anterior. Y los cambios que se avecinan son mayores aún y más
rápidos. El impacto de la revolución biotecnológica va mucho más allá que la
introducción de nuevos métodos de diagnóstico y nuevas terapias. Estamos viviendo las
etapas iniciales de la transformación de la medicina que va dejando de ser empírica para
entrar paulatinamente en el terreno del rigor científico.
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