Por Florencia Grieco Yo dije
que iba a volver al Paraguay y ahora estoy en mi país con mis campesinos que tanto me
quieren, disparó ayer Oviedo desde su guarida secreta a la cadena de televisión
CBS, y alteró al máximo los nervios del gobierno paraguayo. El hecho de que no revelara
dónde es apenas un detalle. La mera posibilidad de que el ex general colorado y
ético -amado y odiado, acusado de golpista por unos y defendido como un líder
popular y carismático por otros, convertido de todos modos en el centro de gravitación
de la vida política paraguaya esté en su país bastó para poner en alerta
rojísimo a un gobierno inestable, heredero de uno de los más sórdidos escándalos
políticos de la historia paraguaya y temeroso de la revancha oviedista. El Perón
guaraní está oculto y acecha. Desde que el general paraguayo Pedro Juan Caballero
veterano de la guerra contra la Triple Alianza fundó el Partido Colorado hace
poco más de un siglo, quedó claro que en el futuro la palabra democracia en
guaraní necesitaría de un traductor. Lejos de elecciones libres, competencia
transparente y respeto por los resultados, la política paraguaya se (des)encarriló por
la vía de los dictadores, los pactos secretos enturbiados por más de una muerte y el
telón de fondo de un país que de a poco se convertía en el gran mercado negro de la
región. Detrás, el Partido Colorado y sus interminables disputas faccionales embarraban
cada vez más la cancha política. Y la sociedad, el ejército, las instituciones, los
gobiernos se permeaban de esas disputas haciéndolas propias. En 1954, apoyado por el
cuerpo de oficiales y el gran padrino colorado, el general Alfredo Stroessner se instaló
en el poder hasta que 35 años después, en 1989, otro militar entró en su despacho para
llevar a cabo el primero de sus golpes democráticos: era el general Lino
Oviedo. Su segundo golpe fue en 1996. Cuando el entonces presidente colorado Juan Carlos
Wasmosy ordenó su pase a retiro, Oviedo se sublevó contra su ex amigo. Fracasó, pero un
año después tuvo su revancha y su tercer golpe cuando se presentó en las internas del
Partido Colorado y le ganó al delfín presidencial, Carlos Facetti, y al líder colorado
histórico, Luis María Argaña. Había juntado votos recorriendo el país a caballo y
hablando con indígenas y campesinos en perfecto guaraní.En marzo del año pasado, cuando
ya se daba por descontado que Oviedo se consagraría como el próximo presidente de
Paraguay en las elecciones del 10 de mayo, Wasmosy se desquitó: la justicia civil lo
había absuelto, pero un Tribunal Militar extraordinario creado por Wasmosy condena a
Oviedo a 10 años de prisión por los delitos de insubordinación y atentado contra la
seguridad cometidos en abril de 1996. Su lugar fue ocupado por su ahijado político: Raúl
Cubas Grau, que ganó con el 54 por ciento de los votos una de las elecciones más limpias
de la historia paraguaya bajo la consigna Cubas al gobierno, Oviedo al poder,
y que inmediatamente liberó a su padrino. Era el cuarto golpe del ex general. La crisis y
las amenazas cruzadas entre oviedistas y antioviedistas pusieron al país a un paso de la
guerra civil, que tuvo su clímax cuando el stronista y antioviedista vicepresidente Luis
María Argaña fue asesinado este año durante el marzo paraguayo. El
desenlace es por de más conocido: Oviedo es señalado por el gobierno como responsable y
pide asilo en la Argentina, Cubas renuncia y hace lo mismo en Brasil, y el presidente del
Senado, el antioviedista Luis González Macchi, queda como el (¿natural?) sucesor al
cargo. Con él sube al poder la facción colorada argañista y rabiosamente decidida a
sacar a Oviedo del medio. González Macchi pone en marcha purgas masivas de militares
oviedistas con apoyo del Congreso y la justicia toma al pie de la letra las declaraciones
de asesinos materiales confesos que reconocen voluntariamente responder al ex general.
Otro golpe de Estado entraba enlos anales de la política paraguaya: para el gobierno
estaba orquestado por Oviedo; para él estaba claro que el único perjudicado soy yo
y el presidente Cubas.González Macchi es trucho, jamás puede haber un
presidente democrático que no haya sido elegido por el pueblo. Ha violado la
Constitución, fue la respuesta de Oviedo ayer desde las sombras. Todo lo que
se está detectando no pasa de ser una pretendida guerra de nervios, desestimó el
secretario general de la presidencia, Juan Ernesto Villamayor. El presidente dispuso
el levantamiento del acuartelamiento de las Fuerzas Armadas porque hay un ambiente de
absoluta calma y no hay razón para que continúe, agregó. Pero las purgas en el
ejército ponen en duda su capacidad para reaccionar corporativamente, tanto a favor como
en contra de Oviedo. Tal vez por eso, 30 oficiales del Primer Cuerpo de Ejército, unidad
a la que perteneció Oviedo, fueron sorpresivamente trasladados a unidades de servicios y
a centros administrativos del Ejército en las afueras de Asunción. Pero ninguna medida
parece suficiente. En Paraguay, la lucha mafiosa entre facciones es a matar o morir.
Literalmente.
El juego delgran bonete No tengo ni la más mínima idea de dónde está, fue la
respuesta del ahora ex presidente argentino, Carlos Menem, desde Anillaco al ser
consultado sobre el misterioso paradero del ex general paraguayo Lino Oviedo, que
desapareció de su residencia en Tierra del Fuego después de más de ocho meses de asilo
político y horas antes del traspaso presidencial. Ante la generalizada falta de datos, el
flamante ministro del Interior, Federico Storani, confirmó ayer que dio instrucciones
para verificar si el ex militar se encuentra o no en el territorio argentino.
El gobierno argentino no tenía ninguna responsabilidad porque (Oviedo) no estaba
detenido sino asilado, y se fugó. Ahora tendrá que buscarlo el gobierno paraguayo y si
quiere lo tendrán que detener, desafió Menem. Y negó rotundamente los rumores
lanzados por un anónimo funcionario paraguayo, que aseguró que Oviedo estaría escondido
en su Anillaco natal. Es un difamador profesional. Ustedes vinieron acá. Este
hombre ni sabe qué es Anillaco, donde uno enciende fuego y se entera todo el mundo. |
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