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El País de Madrid Por Francesc Relea Enviado especial a Santiago Las encuestas indican que la detención de Augusto Pinochet en Londres no ha tenido efecto en la campaña electoral chilena: los candidatos apenas han aludido a la situación del general y los medios de comunicación han dejado de lado el tema que acaparó durante meses su atención. Y sin embargo, sin ser objeto de debate, Pinochet ha estado latiendo durante la campaña, que termina con una gran paradoja: el exilio forzado del anciano dictador ha beneficiado más a la derecha que siempre lo ha apoyado y que hoy parece decidida a abandonarlo a su suerte. La inesperada acción de Scotland Yard desarticuló, de entrada, los planes de los sectores renovadores de la derecha chilena, que reaccionó como un solo hombre en defensa del ex dictador. El partido más pinochetista, Unión Demócrata Independiente (UDI) no tuvo problemas para imponer como candidato presidencial al alcalde del municipio de Las Condes, Joaquín Lavín. Por razones de supervivencia política, el joven Lavín comprendió que no podía cargar con la mochila del dictador si quería que su nuevo estilo de hacer política tuviera credibilidad. La única mención que ha hecho de Pinochet en toda la campaña ha sido para decir que pertenece al pasado. Los ataques e insultos de los pinochetistas contra la intromisión de un juez español en la soberanía de Chile quedaron borrados de la noche a la mañana de sus actos electorales. Los dos partidos de la derecha pinochetista, UDI y Renovación Nacional (RN), que están detrás de la candidatura de Lavín, han sido muy cuidadosos en no exhibir sus enseñas en los actos de apoyo a Pinochet. Una cosa es defender al general y otra muy distinta la campaña política, dicen. Los militares retirados que representan al sector más comprometido con el ex dictador han procurado no interferir en la campaña de despinochetización de la derecha y sólo a última hora, en una declaración difundida ayer por el Movimiento Chile Mi Patria, han anunciado que los planteamientos de Lavín son más representativos para ellos. Luis Miguel Amunátegui, vicepresidente de RN, reconoce que la ausencia de Pinochet ha beneficiado a la derecha, ya que, en su opinión ha permitido anticipar un proceso de renovación. No duda un instante en afirmar que la presencia del ex dictador en Chile habría producido ruido y, en consecuencia, la campaña electoral se habría desarrollado de manera muy distinta. Hemos logrado configurar un hecho nuevo. Es posible hacer campaña sin signos de hostilidad, subraya. Y reitera lo que parece haberse convertido en una consigna de reciente adquisición de la derecha chilena: Pinochet es el pasado. Lavín lo planteó desde el principio. Ni Lagos es Allende ni él es Pinochet. El candidato de la Concertación, el socialista Ricardo Lagos, sólo ha recurrido al tema Pinochet para recordar el pasado de su adversario de la derecha uno de sus spots televisivos mostraba fotos de Lavín aplaudiendo al general en un acto. Lagos ha hecho grandes equilibrios cuando ha hablado de la detención del ex dictador. Ha defendido el principio de soberanía que esgrime el Gobierno de la Concertación, pero no ha ocultado la incomodidad que le produce esta actitud. Lagos sabe que su electorado natural valora y reclama la firmeza contra Pinochet, tal y como exhibió el 25 de abril de 1988, cuando levantó su dedo índice acusador ante las cámaras de televisión para recriminar la pretensión del dictador de perpetuarse en el poder a través de un plebiscito. El entorno de Lagos preferiría que el presidente saliente, Eduardo Frei (democristiano), pudiera cumplir su compromiso de lograr el regreso de Pinochet a Chile antes de finalizar su mandato el 11 de marzo del 2000. En los comienzos de la campaña, la familia del general expresó su apoyo a la candidatura presidencial de Arturo Frei Bolívar, disidente de laDemocracia Cristiana, que viajó a Londres para defender los derechos humanos del ex dictador del mismo modo que defendí los derechos humanos durante la dictadura. A medida que avanzó la campaña, pudo comprobarse como Frei Bolívar perdía el respaldo de sectores pinochetistas, familiares del detenido y militares hasta que la suya quedó reducida a una candidatura marginal. De los seis candidatos a la Presidencia, los ataques más duros procedieron de la presidenta del Partido Comunista, Gladys Marín, que acusó en televisión a Pinochet de traidor y cobarde el día de su cumpleaños. Quienes lamentan que Pinochet apenas haya estado en la agenda de los candidatos son las víctimas de la dictadura. Viviana Díaz, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos, estima que en la campaña faltó más presencia del tema de derechos humanos, y reprocha la ambigüedad de Lagos, que ha tocado muy superficialmente el problema. En julio le pedimos mayor claridad y un compromiso para lograr verdad y justicia. El estaba por dar prioridad a la verdad, dejando la Justicia a un lado.
La recesión, otro factor Cuando la recesión golpeó a Chile en 1998, la campaña del derechista Joaquín Lavin obtuvo una plataforma, especialmente después de que las cifras oficiales sobre el desempleo crecieron del 5 al 11 por ciento. Lagos, socialista y fundador del Partido por la Democracia (PPD) quedó desconcertado por el surgimiento de Lavin, pero esta semana, mientras la campaña terminaba, al fundador del PPD se lo vio confiado al saludar a las más de 200.000 personas que fueron al cierre de su campaña. Lavin, el candidato populista y ex intendente de un rico barrio de Santiago, construyó su reputación como un arreglador de problemas, que instaló semáforos, construyó rotondas para el tráfico, y empleó el modelo tolerancia cero ante el crimen. También se ha definido exitosamente a sí mismo como el político outsider que va a limpiar el gobierno. En cada lugar que visité, escuché el mismo grito: Estoy desocupado. Quiero un cambio. En mi ghetto tenemos miedo, dijo. Ese grito tiene un rostro, es el rostro de la realidad de Chile. Aunque pocos analistas políticos predicen que Lavin puede ganar la presidencia que haya logrado conseguir alrededor de un 40 por ciento de las intenciones de voto sugiere que el gobierno de Concertación no ha podido satisfacer las necesidades básicas de muchos chilenos, marcados por una recesión que está a mitad de su segundo año.
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