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Alfredo Dávicce tiene 70 años, fue presidente de River desde el ‘89 al ‘97 y, aunque desde entonces es el vice, sigue siendo el hombre fuerte del club. A los 43 años Mauricio Macri busca su reelección al frente de Boca y admite por primera vez que será su trampolín a una futura carrera política. Cuando el torneo Apertura toca el punto de “no retorno”, Dávicce y Macri hablan de la definición, pero también pasan en limpio sus gestiones y analizan la actualidad del fútbol argentino y sus personajes: la renovación de Ramón Díaz, la personalidad de Bianchi, el frustrado pase de Martín Palermo y la incentivación. Hablan River y Boca, desde veredas opuestas, por supuesto.

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“En todos estos años me han castigado mucho y ser dirigente de River a mí me cagó la vida”

Por Adrián De Benedictis

t.gif (862 bytes) --Dávicce, ¿usted transformó a River en una empresa?

--Hicimos lo posible. Siempre con un panel de ejecutivos muy importantes, y luchando contra mis pares que creen que nosotros tenemos que ser protagonistas. Yo siempre sueño con que seamos nada más que directores, que fijemos la política. Hay que dejar a los ejecutivos trabajar y opinar, y que pongan el gancho a un costado antes de que lo ponga yo. Si es un contrato, el abogado; si es un jugador, el técnico.

--¿Y hoy River ya es una empresa?

--Está queriendo ser. Estamos en el buen camino, somos mucho más empresa que antes. Nosotros desde hace años impusimos todo lo necesario, porque ahora hasta el panadero de la esquina impuso la informática. Nos faltan algunas cosas como las que puede tener un presidente como Mauricio (Macri, titular de Boca). El tomó la manija total y canaliza sus requerimientos a ejecutivos del club o suyos.

--Si usted analiza a River como empresa, es una compañía que da pérdida, ¿esto quiere decir que está mal manejada?

--No, porque cuando vos empezás por decir empresa, yo lo asocio más con la administración y el manejo, que con lo que empresarialmente se asocia con la palabra. La empresa busca utilidades, y acá tenemos un fin comunitario, un fin social, un fin deportivo.

--¿Y qué siente cuando desde la hinchada comienzan a insultar a la conducción del club, y dicen que por algo faltan 30 millones de dólares?

--Esos son ignorantes y están apuntando a algo. Hubo ciclos, que yo los viví, y hasta en la época de Aragón (Cabrera) también sucedían estas cosas. Esta es una gran vidriera para los que la quieren tener, pero algunos que la pudimos seguir teniendo, dijimos basta. Porque acá no hay ninguna cosa que pueda ser separada de la crítica de los malintencionados. No me preocupa que lo digan los hinchas, me preocupa que los medios levanten eso porque así pueden inclinar a la gente.

--¿Por qué le adjudican parte del pase de Martín Palermo?

--Porque una vez encomendé a los señores (Mario) Israel y (César) Traversone a tener una entrevista con Macri, y creo que también estaba el escribano (Gustavo) Arribas. El objetivo era comprar a Palermo.

--¿River quiso comprarle a Boca a Palermo?

--Sí, pero no se pudo. De esa reunión vinimos con (Sebastián) Rambert. Yo siempre quise a Palermo porque me hacía doler el estómago cada vez que nos hacía goles. Pero también dijeron que era el dueño de (Walter) Silvani, cuando lo puteaban a Silvani.

--En realidad, a usted se le adjudican jugadores que pertenecen a (Gustavo) Mascardi, ¿por qué le atribuyen una relación comercial con él?

--Mascardi a River siempre le hizo hacer cosas útiles. La excepción fue lo de (Mario) Yepes, en donde yo me inclinaba por un préstamo. Me parece que en todo esto hay un proceso de envidia, en ese sentido, yo estoy agradecido de los negocios que hizo River con Mascardi. Pero nosotros tenemos un informe que demuestra que toda esta asociación no es válida, porque River hizo 146 operaciones, de las cuales 22 o 23 las hizo con empresarios. Y de todas las operaciones que sumaban unos 150 millones de pesos, cuyo diez por ciento para los empresarios hubiera significado 10 millones, sólo pagamos un poco más de 3 millones de comisiones. En total, Mascardi cobró 670 mil. O sea que si soy socio, también soy socio de (Antonio) Caliendo, y de Gennoni. Yo ando tranquilo, entro a cualquier lado y me respetan. Si hoy hubiera un acto electoral, los pasamos por encima con Pintado a la cabeza.

--Cuando usted llegó al club dijo que River se nutriría de sus inferiores, y es uno de los que más compró.

--Y también el que más ganó en lo deportivo. Nadie dice que todos los jugadores salieron del club y hoy están en Europa o en otros clubes argentinos. Esto es un mix, acá seguimos sacando chicos. Además, fuimos uno de los que más vendió, estamos haciendo de esto lo que queríamos, una empresa. La asociación civil también puede tener un rol empresarial. Porque nosotros no dependemos en absoluto del préstamo de 200 millones de pesos que ofreció la televisión. Que se lo guarden.

--Ramón Díaz siempre amenazó soslayadamente de "hablar" si lo echaban, ¿por qué no lo echaron en el momento que querían hacerlo?

--Ramón Díaz también se cansó de desmentir eso. El no come vidrio, y River tampoco. Esa era una postura que era suficiente de mantenerla, para que Díaz cesara de inmediato. Pero nadie dijo a quién se lo dijo Díaz. Si yo expresara todo lo que he hablado en este tiempo con jugadores y técnicos, esto sería pura confusión. Creo que en el fondo nos tenemos que aferrar a algo, esto lo tiene que contestar Ramón Díaz, que hable cuando se le cante y que diga lo que quiera. Yo estoy tranquilo, fui uno de los que bancó a Díaz cuando nadie lo bancaba. Porque más que el análisis del trabajo del cuerpo técnico, había internas nuestras que estaban queriendo limpiar el camino, pero en eso Ramón no da cabida. Como tampoco dio Passarella, Gallego o Babington mismo.

--¿Por qué Caliendo dijo que querían echar a Ramón Díaz porque no hacía negocios con los dirigentes?

--Me parece que se equivoca. Lo respetamos, pero según tengo entendido, Caliendo cumplió con Ramón un ciclo muy importante. En Europa lo aconsejó mucho, y también lo ayudó cuando llegó acá. Fue el único tipo que nos apretó bastante. Igualmente, yo me siento tan distante de Caliendo como de Mascardi.

--¿Cree en las denuncias periodísticas que afirman que Ramón Díaz les cobra a los jugadores para entrar en la cancha?

--Ante todo, yo lo estimo mucho a Adrián Paenza. Esto provocó un impacto muy jodido, pensé que si lo llamaba en medio de todo esto podría ser inoportuno para ambos. Adrián eligió un camino al acercarse a un tipo de periodismo que tiene un perfil. El dice que tiene pruebas, pero es una rosca en la que yo no me quiero meter. Que se defiendan ellos. Yo creo que de alguna manera, desde que yo estoy en el fútbol, comentarios hubo siempre y de todo tipo. Para mí, lo que hizo Adrián fue revelar una copilación de cosas. Porque para muchos no fue una sorpresa. El fútbol es un conventillo. Me acuerdo que cuando lo elegimos a (Enrique) Sívori, yo fui a su casa de San Isidro y era un castillo. Ahí pensé que venía por la gloria, y no por la guita. Lo mismo pensé de Daniel, porque sabía que estaba hecho.

--¿Lo benefició o lo perjudicó ser dirigente de River?

--A mí me cagó la vida ser dirigente de River. Yo hubiera estado mejor sin meter a todo mi núcleo familiar en este laberinto sin salida. Hoy estoy nada más que para defender mi nombre. A mí se me castigó mucho, y recibí muy poco de mis pares. Me metieron en todos lados, pero yo sé bien cómo vivo. Todo esto no fue grato.

 


 

“Elijo a Boca, pero por primeravez digo que estoy dispuestoa volcarme a la política”

Por Facundo Martínez

t.gif (862 bytes) --¿Por qué la reelección?

--Me costó mucho decidirlo, pero me di cuenta de que iba a provocar un montón de problemas en la elección de mi sucesor. Ibamos a entrar en un conflicto interno. Boca está formado por un equilibrio muy complicado de agrupaciones y para gobernar se necesita ese apoyo.

--¿Quiere decir que la estructura no está aceitada?

--Exactamente. Aspiro a que en el próximo período haya un sucesor natural que nadie discuta, y que no se vaya para atrás por luchas internas.

--¿Este compromiso por cuatro años lo aleja por ese tiempo de la política, o podría abandonar Boca en cualquier momento?

--No sé. Arranco en Boca y elijo a Boca antes que la política, pero por primera vez diciendo que estoy dispuesto a hacer política, sin ansiedad, así que habrá que ver. A mí me gusta hacer las cosas con método, con orden, trabajando con anticipación.

--Haciendo un balance, ¿cree que cumplió lo que prometió?

--Prácticamente cumplimos con todo. Lo más importante es que uno puede ver ahora a una institución ordenada: ve edificios construidos, ve un club con una imagen y una estructura económica sólidas, y ve un club en el que todos los hombres saben cuál es el rol que tienen que cumplir.

--¿Qué recuerda de las etapas con Bilardo y Veira?

--Las sigo viviendo como etapas necesarias sobre las cuales avanzamos hacia un ordenamiento. Se fueron jugadores que no entendían este modelo de trabajo en equipo, ordenado, disciplinado. Esa purificación nos provocó varios dolores de cabeza.

--¿Ahora cambió su relación con el plantel?

--Sin dudas. Ya nos conocemos más y todos saben las cosas buenas y malas que le puede dar su presidente y las cosas buenas y malas que le puede dar Boca. Boca le da la posibilidad de tener una buena situación económica; si ganan campeonatos, una mucho mejor, y es una gran vidriera para tener la oportunidad de asegurarse el futuro en Europa.

--¿Que va a diferenciar esta gestión de la próxima, si renueva su mandato?

--La próxima es la posibilidad de consolidar este estilo de trabajo y de generar algo que perdure en el tiempo. También será el tiempo de renovar este increíble equipo con los juveniles. Ahora viene la hora de la verdad. --¿Lo de los juveniles no sería algo que no se cumplió como usted pensaba?

--Absolutamente. Yo creí que era mucho más rápido y me di cuenta de que lleva mucho más tiempo. Además, fue tan exitoso el equipo que fuimos comprando que tampoco hubo necesidad de darles una oportunidad a los chicos. Eso va a pasar ahora cuando estos jugadores comiencen a irse.

--¿Es imposible retener jugadores?

--Eso es lo más doloroso. Uno se enamora de los jugadores, se encariña con ellos y querría que no se vayan nunca. Pero la realidad es que el fútbol está globalizado y las diferencias económicas con Europa son muy grandes.

--¿Le preocupa que haya juveniles de Boca en la carpeta de clubes europeos?

--Es un problema, nosotros tenemos que resignar ventas porque primero los formamos para Boca. El que entra sabe que por cuatro o cinco años va a jugar en Boca, y hasta sabe cuánto va a cobrar durante ese proceso.

--A pesar de todas las críticas que recibe por su estilo de conducción, ¿cree que hay varios dirigentes que comenzaron a imitarlo?

--Boca es club emblemático del fútbol argentino. Todo lo que hace Boca lo hacen los otros clubes. Desde pequeños detalles hasta cosas más importantes, cada cosa que hizo Boca ha sido imitada por los demás. Lo mismo pasa con el Manchester, en Inglaterra, o el Barcelona, en España.

--¿Cómo definiría su estilo de conducción?

--El fútbol es todo pasión, pero hay un punto en el cual no se puede escapar de la realidad: por más que uno sueñe con esto o lo otro no puede gastar más de lo que tiene porque a la larga lo termina pagando.

--¿Esa forma de apreciar el fútbol fue perjudicial para usted en la AFA?

--Sí, por supuesto. Todo lo nuevo asusta, digamos que en el fútbol argentino hay gente que está hace mucho tiempo y que creen que más vale malo conocido que bueno por conocer.

--¿Esto significa que debería haber un recambio en la dirigencia?

--Yo estoy a favor del recambio porque eso genera nuevas ideas, nuevas motivaciones, y ayuda a que no se formen feudos ni privilegios.

--¿Con dirigentes con su estilo negocian mejor, por ejemplo, los ingresos?

--El problema de hoy no es el ingreso, es el gasto. El no tener control, el que cualquiera pueda firmar un papel sin responsabilidad. Es como una locura: a mayor ingresos mayor déficit. Es como darle droga a un drogadicto cada vez que necesita más droga. Las cifras marearon a todos.

--¿Cómo se para con esto?

--El esfuerzo, de acá a junio, lo tiene que poner la AFA en controlar el gasto. Si no se hace eso, el fútbol argentino no es viable.

--¿Qué opina de la incentivación?

--Mientras haya un ley que la prohíba no hay que hacerlo. Si todo el mundo está de acuerdo en que no está mal, cambiemos la ley. Pero no podemos salir a decir que estamos a favor, que estamos esperando que nos tiren unos mangos, como hacen algunos, y después decir que no existe.

--¿Boca incentiva?

--No. Mirá lo que dijo Barrionuevo, dijo que yo era un miserable porque no le tiré un peso. No creo que sea un miserable, soy un tipo austero.

--¿A Boca le tocó jugar frente a un rival incentivado?

--Bueno, lo han dicho un millón de veces. Las cosas suceden, pero a veces queremos hacernos los distraídos.

--¿A su gestión la salvaron los triunfos de Bianchi?

--Sin dudas. Yo estaba como resignado a ser el presidente que arregló la cancha, que había hecho crecer al club, pero que no había ganado. Y en todo momento preferí eso a cometer una locura que comprometiera a Boca.

--¿Su relación con Bianchi es conflictiva?

--En lo personal tengo una muy buena relación con él. Y en lo profesional te diría que todavía no hemos tenido, por suerte, una crisis importante.

--¿Quién decide sobre los refuerzos?

--La primera opinión es la del técnico, pero la palabra final la tiene el club. Por supuesto que no podés traer un jugador que él técnico no quiere.

--Balance en mano, Carlos Heller dice que Boca tiene un pasivo de 42 millones de dólares...

--Creo que habla de mala fe, que quiere confundir. En definitiva, si yo avalo personalmente toda la deuda que tiene el club, ¿por qué él no me deja seguir haciéndolo? Si piensa que el club está fundido, qué mejor que el presidente y su comisión directiva digan que quieren avalar su gestión. --Entonces, ¿cuánto debe Boca?

--Para mí, contando lo que les debe a proveedores y a los jugadores, no llega a los 15 millones. Y en el tamaño de Boca como club no es nada.

--Alguna vez Usted y Heller tuvieron pensado trabajar juntos. ¿Qué pasó?

--En el '89, me ofrecieron ser vicepresidente de Alegre y yo les dije que no. Yo no me pensaba presentar, pero me decían que lo haga porque iba a ser el último período de Antonio. Yo dije, entonces, que prefería ser su continuidad en el '92. Me dijeron que sí y cuando quise acercarme no me dejaron. En el '92, las cosas estaban mejor, había más ingresos, y Alegre quiso continuar tres años más. En el '94, Alegre quiso seguir y entonces yo dije no, que creía que, si ellos continuaban en Boca, le iban a hacer mal al club. Ahí fue donde se separaron los caminos.

--Usted dice que Boca es el papá del milenio. ¿Qué le gustaría regalarle a River para las fiestas?

--Me gustaría regalarle una final el 22 de diciembre.

--¿Cree que hay posibilidades?

--Con sólo mirarles la cara, creo que sí.

 

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