Por Luciano Monteagudo Los últimos
tramos de la carrera por el Oscar de la Academia de Hollywood vienen cargados de nombres
famosos. Pero no se trata, como podría suponerse, de estrellas rutilantes o cineastas
incuestionables. Los actuales garantes de prestigio, que con su larga fama iluminan las
marquesinas de los cines de Times Square en Nueva York y del Wilshire Boulevard en Los
Angeles, son los de... Stephen King, Graham Greene, Washington Irving, John Irving, Isaac
Asimov, Patricia Highsmith, August Strindberg, Alexander Pushkin y Jane Austen, entre
otros autores consagrados más muertos que vivos de la literatura universal.
La oportunidad de calificar para las candidaturas al Oscar cierra junto con el año
calendario, el 31 de diciembre, y antes de esa fecha están llegando a la cartelera
norteamericana decenas de estrenos, muchos de los cuales tienen como respaldo la firma de
escritores célebres y, en varios casos, siempre muy rendidores para Hollywood. Así
sucede siempre, por ejemplo, con Stephen King, que ya es una marca en sí mismo y que en
estos días vuelve al cine con The Green Mile, adaptación de uno de sus pocos cuentos en
los que el terror pasa a un segundo plano. El guionista y director es Frank Darabont, el
mismo que ya en Sueños de libertad (The Shawshank Redemption) se las había visto con el
King menos conocido. Allí se trataba de un drama carcelario y aquí el asunto parece que
no es muy diferente, con Tom Hanks interpretando a un guardia de una prisión sureña, en
los conflictivos años 30, cuando la estructura social de Estados Unidos crujía como
nunca. Así como Stephen King es, hoy por hoy, uno de los autores más codiciados por el
cine, de una manera similar también lo fue particularmente en los años 40 y
50 Graham Greene. Pues bien, el director irlandés Neil Jordan (el mismo de El juego
de las lágrimas y Entrevista con un vampiro) volvió sobre la obra de este gran novelista
inglés, más precisamente sobre The End of the Affair, la historia de un amor condenado,
en el marco de los bombardeos que sufrió Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Como
recordarán los memoriosos, la novela editada en Argentina por la mítica Sur, bajo
el título El fin de la aventura ya había sido llevada antes al cine, con Deborah
Kerr y Van Johnson, en una versión de 1955 que el mismísmo Greene aborrecía. Ahora esa
pareja está encarnada por Ralph Fiennes como el novelista que se enamora de una mujer
casada, jugada por la excelente Julianne Moore. A su vez, el actor fetiche de Jordan,
Stephen Rea, pone su cara de perro apaleado al servicio del personaje del marido
engañado. ¿Y Washington Irving? El abuelo de la literatura norteamericana del siglo XIX
ha prestado ahora su prosa al cine nunca prosaico de Tim Burton. La novela gótica The
Legend of Sleepy Hollow ya había sido adaptada antes por Hollywood, más precisamente por
el imperio Disney, para un olvidado dibujo animado, y ahora volvió a cobrar vida de la
mano del director de El joven manos de tijeras, que contó nuevamente con la colaboración
de su fiel amigo Johnny Depp para hacer de las suyas. Aquí se trata de contar una
historia de terror a la vieja usanza, un poco a la manera del cine fantástico que supo
producir la Hammer Films, aquella legendaria compañía británica que en los primeros
años 60 reactualizó los mitos de Frankenstein y Drácula y lanzó a un módico
estrellato a figuras como Peter Cushing y Christopher Lee. De chico, esas películas
alimentaron mi alma, confesó Burton a la prensa norteamericana. Eran como
cuentos de hadas, con un estilo que me parecía que se podía aplicar muy bien al texto de
Washington Irving, que ya conocía desde los tiempos de la escuela.Menos escolar es
la obra del otro Irving, el contemporáneo John, de quien el director sueco Lasse Halstrom
(largamente radicado en los Estados Unidos) adaptó su novela The Cider House Rules.
Ambientada en tiempos dela depresión económica de los años 30, la película se
concentra en la relación de un muchacho huérfano (Tobey Maguire) y su improvisado
padrino (Michael Caine), el médico del orfanato y ocasionalmente también el abortista
del barrio. El guión lo escribió el propio Irving y, según declaró al The New York
Times, se preocupó por hacer una versión más grave y severa que el texto original, que
tenía su buena dosis de humor.¿Qué le faltaba hacer a Robin Williams para seguir
reclamando las lágrimas de su público? Un robot... pero con corazón. Esa es la premisa
de Bicentennial Man, una suerte de Pinocho de ciencia ficción, basado en un cuento que
Isaac Asimov escribió allá por 1976 y que ahora acaba de adaptar al cine Chris Columbus,
para exclusivo lucimiento de Williams, como un androide que tiene emociones humanas y que
quiere convertirse en un hombre de verdad, así le lleve 200 años, como indica el título
de la película.No hace tanto, en 1960, el director francés René Clement recurrió a una
de las novelas más inquietantes de Patricia Highsmith, The Talented Mr. Ripley, y logró
una de sus mejores películas, A pleno sol, con Alain Delon, Marie Laforet y Maurice
Ronet. Esa misma historia la de un hombre que decide ocupar la suntuosa vida de otro
y para ello recurre a medidas extremas es la que ahora vuelve a contar, respetando
el título original de la novela, el cineasta inglés Anthony Minghella, con Matt Damon,
Gwyneth Paltrow y Jude Law en los personajes centrales. Considerando que la película
anterior de Minghella, El paciente inglés, acaparó nueve premios Oscar, entre ellos a la
mejor película y al mejor director, cabe suponer que los académicos de Hollywood le
prestarán particular atención a esta nueva versión filmada en espectaculares
exteriores de Italia de una celebrada novela de Highsmith.Si de clásicos se trata,
tres grandes nombres de la literatura del siglo pasado compiten por los favores del cine
en estos días. Se trata del sueco August Strindberg, del ruso Alexander Pushkin y de la
inglesa Jane Austen. Del primero, llega ahora a la cartelera de New York una nueva
interpretación de Señorita Julia, su versión de la guerra de los sexos estilo 1888.
Allá lejos y hace tiempo, el cineasta sueco Alf Sjöberg había dado mucho que hablar con
su adaptación de la misma obra, protagonizada por Anita Bjork, y ahora el que se le
atreve es el inglés Mike Figgis, con la debutante Saffron Burrows. Por su parte, Pushkin
parece que da para todo: su novela Eugene Onegin (1833) primero fue una ópera, luego un
ballet y ahora es también una película, dirigida por Martha Fiennes y protagonizada por
su hermano Ralph, como el protagonista de esta tragedia de un amor perdido. Finalmente, de
Jane Austen tan requerida últimamente, desde el éxito de Sensatez y
sentimientos llega una versión de Mansfield Park, una de sus novelas menos
conocidas, una suerte de Cenicienta para adultos, en la que los exégetas de la autora han
querido ver rasgos autobiográficos. Dirigió la canadiense Patricia Rozema y el elenco
tiene la curiosidad de contar con el gran dramaturgo británico Harold Pinter prestando
servicios como actor, algo que no hacía desde los tiempos de su colaboración con Joseph
Losey, allá por los años 60.
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