OPINION
Lo que hay más allá del 53:46
Por Antonio Birabent |
Ahora cambiaría todo (no, mentira,
solamente algunas cosas), pero ya es tarde. Y es una suerte, porque si no los discos
serían infinitos. Se puede escuchar un disco cien veces (que es casi el infinito) y
también regrabarlo otras cien. Las remezclas son nada más que segundas
oportunidades.Pero Anatomía, así se va a llamar, llegó hasta aquí. Fueron cuatro meses
que empezaron en Argentina y terminaron hace unos días en Madrid: encierro casero, letras
deslizantes, acordes menores y algunos no tanto, y personas que quedaron registradas para
siempre en algún instante de los 53 minutos y 46 segundos que marca el disco en el
reproductor. Allá estuvieron dos de los mejores cantantes (uno de siempre y otro de
ahora) del rock argentino: Moris en la canción Fugitivo (es su favorita) y
Leo García en A descansar (me encanta saber que mi padre se ha hecho seguidor
de Leo, y que hace poco lo fue a ver cantar al Morocco; si yo fuera él, pensaría que
recorro el túnel del tiempo y... ¡¡¡Tanguito 2000 está aquí otra vez conmigo!!!).
También hay tres chicas: Mariana Melero, Josi Palmas (del grupo Ondas Martenot) y Guille
Casey (de Bristol) que suavizan fabulosamente media docena de temas (las mujeres son otra
cosa), y mis aliados de siempre (Silvia, Burgio y Leha). Todos inmersos en un aire de pop
(a veces italiano, ver Franco Battiato), canción argentina de toda la vida, nostalgia
tanguera y herencia electrónica azarosa (por algo mi querido Volcoff sigue como
coproductor).Ya en territorio hispánico, se incorporó Mastretta (un gran multifacético
español que tocó el acordeón en la canción que da título al disco, y con el que
grabamos una versión de Dylan en un EP con cinco temas que se acaba de editar en Madrid)
y Claudio Gabis con su guitarra superjazzbossanova en Chica Panic Attack, que
es el track trece y baja el telón.Tenerlo a Claudio fue especial. Yo había pensado en
él cuando cantamos juntos Jugo de tomate frío (no, yo toqué y vos
cantaste, Antonio me corregiría Claudio) hace unos meses en un teatro madrileño.
Días después en casa empezó a jugar con la armonía de Chica de Ipanema
mientras me contaba que los primeros acordes de bossa se los había pasado Moris hacía
más de treinta años. Bueno, ahora él me devuelve el gesto. Y por supuesto participaron
también mis músicos españoles, entre los que navega un bicontinental sumoredondo: Tito
Fargo.Hasta que Anatomía aparezca (será en enero) trataré de olvidarme del disco (por
supuesto sin éxito) y a pensar en otras canciones. Esas, las que deben estar en algún
lugar más allá del 53:46. |
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