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CENTRAL LE GANO CON LO JUSTO A ARGENTINOS Y SIGUE AHI
Es un tiempo de canallas

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Con dos goles de Pierucci, el reemplazante de Pizzi, Central sacó ventajas en el primer tiempo. Argentinos reaccionó, descontó con gol de Osorio y lo apuró hasta el final. Los de Bauza, que quedaron a tres de River junto a Boca, completaron una racha de siete triunfos al hilo, con diez victorias en los últimos once partidos. El domingo termina con Vélez en Rosario.


Por Juan Sasturain
t.gif (862 bytes)  Hay quienes encaran el campeonato como si fuera una carrera de cien metros (pican a fondo y quieren llegar así, a lo bestia); hay quienes lo afrontan como los 400 con vallas (encarando las dificultades de a una, pausadamente, a ritmo armónico) y otros parecen estar corriendo un maratón, por la pareja lenteja que tienen de salida, en el medio y al final. Central, el tapado Central, ha jugado y corrido este Apertura como una carrera de medio fondo --ésas de la milla o los 1500--, en que dan varias vueltas relojeándose y sólo al final, en los últimos cientos, pica uno de atrás y entra a pasar para ser puntero por primera y única y necesaria vez sobre la raya. Hay que ver si a Central le alcanza la atropellada, pero no deja de ser vistoso el estilo. Además, les da miedo a los demás. Es esa cosa seductora que tienen los tapados, los que vienen de atrás, los callados que no tienen chapa de ganadores, pero se van con la mejor mina al final. Esa es la figura mítica que alimenta Central.

En su mejor momento --dos a cero arriba sobre el final del primer tiempo--, los hinchas de Central danzaban y danzaban en la pista natural que se les ofrecía al pie de la herradura que coparon en Ferro: toda la popular visitante más un pedazo grande de plateas saturaban de amarillo y azul --el color de los perseguidores-- la tarde de Caballito. Del otro lado, los contados hinchas del ocasional local les gritaban amarga, resentidamente, "comegatos". Y la verdad, los canallas eran por entonces auténticos comebichos. Se los habían comido de dos mordiscones aislados y precisos con fórmula similar. Escalada de Cappelletti por derecha y centro para Pierucci: el primero lo hizo a lo Pizzi (el ausente de lujo), esforzándose para cabecear una pelota que parecía sobrarlo; el segundo, llegando por el fondo para conectar desde un ángulo cerrado el centro paralelo después de la mejor jugada colectiva del partido: Quinteros, Ezequiel González, Maceratesi que la deja pasar, Cappelletti que llega vacío, centro y resolución. En ese gol estuvieron completas y evidentes las virtudes de Central: decisión en el momento de pasar al ataque y llegada colectiva, inteligente y profunda. No lo hizo muchas veces (ninguna) más.

En su peor momento --cuando estaban 2-1, faltaban diez y le cascoteaban el rancho--, los hinchas de Central no bailaban ya, ni cantaban. Tampoco rezaban porque los canallas no tiene un santo acorde; se la bancaban apenas junto a Bauza que cambiaba figuritas habitualmente ganadoras --Maceratesi, Ezequiel González-- por comodines de emergencia. Los de Argentinos seguían con el "comegatos", qué iban a hacer...

Central ganó con lo justo. Sin una luz encendida por virtud de Argentinos --el juvenil De la Vega maniató en el primer tiempo al manija Ezequiel--, tuvo una extrema defensa sin errores, un Quinteros prolijo e incansable y apariciones justas: Cappelletti y Pierucci en el primero, Moreno y Fabianesi en el segundo. Sólo eso: pegó dos veces y cuidó. Le salió bien. Argentinos perdió jugando dos partidos diferentes. En el primero, con tres en el fondo y marca personal al creador rival más un mediocampo corredor y sin enganche, dejó muy solo a Osorio. Igual, tuvo un tiro libre de Monzón en el palo y algún arrime más. En el segundo, puso tres arriba y a Insúa a jugar por izquierda. Y se le dio uno que pudieron ser dos. Tiraba pelotazos desde cualquier lado y se quedaba con los rebotes, abrían a la izquierda e Insúa la metía en la Troya. Así de simple. Pero no alcanzó.

Faltan los últimos noventa metros (o minutos) y Central viene corriendo de atrás, ya está apareado con el segundo y... si empareja... quién te dice.

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