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Por Juan Sasturain ![]() En su mejor momento --dos a cero arriba sobre el final del primer tiempo--, los hinchas de Central danzaban y danzaban en la pista natural que se les ofrecía al pie de la herradura que coparon en Ferro: toda la popular visitante más un pedazo grande de plateas saturaban de amarillo y azul --el color de los perseguidores-- la tarde de Caballito. Del otro lado, los contados hinchas del ocasional local les gritaban amarga, resentidamente, "comegatos". Y la verdad, los canallas eran por entonces auténticos comebichos. Se los habían comido de dos mordiscones aislados y precisos con fórmula similar. Escalada de Cappelletti por derecha y centro para Pierucci: el primero lo hizo a lo Pizzi (el ausente de lujo), esforzándose para cabecear una pelota que parecía sobrarlo; el segundo, llegando por el fondo para conectar desde un ángulo cerrado el centro paralelo después de la mejor jugada colectiva del partido: Quinteros, Ezequiel González, Maceratesi que la deja pasar, Cappelletti que llega vacío, centro y resolución. En ese gol estuvieron completas y evidentes las virtudes de Central: decisión en el momento de pasar al ataque y llegada colectiva, inteligente y profunda. No lo hizo muchas veces (ninguna) más. En su peor momento --cuando estaban 2-1, faltaban diez y le cascoteaban el rancho--, los hinchas de Central no bailaban ya, ni cantaban. Tampoco rezaban porque los canallas no tiene un santo acorde; se la bancaban apenas junto a Bauza que cambiaba figuritas habitualmente ganadoras --Maceratesi, Ezequiel González-- por comodines de emergencia. Los de Argentinos seguían con el "comegatos", qué iban a hacer... Central ganó con lo justo. Sin una luz encendida por virtud de Argentinos --el juvenil De la Vega maniató en el primer tiempo al manija Ezequiel--, tuvo una extrema defensa sin errores, un Quinteros prolijo e incansable y apariciones justas: Cappelletti y Pierucci en el primero, Moreno y Fabianesi en el segundo. Sólo eso: pegó dos veces y cuidó. Le salió bien. Argentinos perdió jugando dos partidos diferentes. En el primero, con tres en el fondo y marca personal al creador rival más un mediocampo corredor y sin enganche, dejó muy solo a Osorio. Igual, tuvo un tiro libre de Monzón en el palo y algún arrime más. En el segundo, puso tres arriba y a Insúa a jugar por izquierda. Y se le dio uno que pudieron ser dos. Tiraba pelotazos desde cualquier lado y se quedaba con los rebotes, abrían a la izquierda e Insúa la metía en la Troya. Así de simple. Pero no alcanzó. Faltan los últimos noventa metros (o minutos) y Central viene corriendo de atrás, ya está apareado con el segundo y... si empareja... quién te dice.
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