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Presupuesto e impuestos, contra el reloj y la resistencia del PJ

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Aunque la Alianza consiga el despacho en comisión a favor de un  nuevo proyecto de Presupuesto, requerirá el apoyo de los  diputados justicialistas para tratarlo esta semana en el recinto.


Por Cledis Candelaresi
t.gif (862 bytes)  Aunque la Alianza estrena esta semana mayoría en Diputados, no podrá prescindir del apoyo del justicialismo si quiere aprobar esta semana el proyecto de Presupuesto para el año 2000 y, junto a éste, el paquete fiscal. Al renovarse la composición de la Cámara, el discutido dictamen sobre aquella iniciativa perdió vigencia, lo que obliga al flamante oficialismo a buscar la aprobación de su propio proyecto en comisión y, posteriormente, conseguir el apoyo de los dos tercios en el recinto para tratarlo antes de que se cumpla el tiempo reglamentario. Relegados en el protagonismo, los legisladores del PJ discuten cómo aprovechar este circunstancial poder para forzar cambios en el menú impositivo, el más urticante para el partido que dejó la Rosada.

"Podemos apelar a la vieja técnica de aprobar los proyectos en Diputados, para dar la batalla después en el Senado", propuso el jueves un destacado asesor de la bancada justicialista, poco después que fracasara la sesión en la que iban a tratarse aquellos proyectos. Pero la alternativa de modificar la propuesta fiscal en la Cámara alta, donde el PJ conserva la mayoría, aún no convenció a todos los del bando dirigido por Humberto Roggero.

La compleja arquitectura parlamentaria obliga a barajar y dar de nuevo, aun en aquellas iniciativas sobre las que se había conseguido algún consenso. Después de arduas negociaciones que involucraron también a los senadores, Diputados se disponía a avalar el proyecto de Presupuesto. Pero la intención de la Alianza de anexarle a último momento el paquete tributario frustró la sesión e hizo que cayera el dictamen sobre la otra iniciativa.

Sin despacho, un proyecto sólo puede ser considerado en sesión si los dos tercios de la Cámara avalan su tratamiento. Si esto no ocurre, es necesario, tras un nuevo dictamen, esperar los quince días reglamentarios para que éste pueda ser debatido en sesión. Antes, deben conformarse las comisiones encargadas de dictaminar. Estas condiciones en cadena cuentan ahora para las dos iniciativas aliancistas, aunque la resistencia del PJ se limitaría a la tributaria.

El primer reparo que manifestaron los diputados justicialistas contra el proyecto fiscal es que no tuvieron tiempo de analizarlo en detalle, porque ingresó al Congreso recién el martes por la noche. En segundo lugar, aprovechan su rol opositor para cuestionar políticamente la regresividad que le imputan a su contenido. "No podemos avalar una propuesta que sólo carga las tintas sobre el consumo", protesta Oscar Lamberto, quien secundará al radical Raúl Baglini en el comando de la Comisión de Presupuesto y Hacienda.

Pero la verdadera resistencia se explica porque la propuesta parlamentaria de Fernando de la Rúa vulnera los intereses de las provincias, la mayoría de ellas en manos del partido que comanda Carlos Menem. Y, al mismo tiempo, porque desafía a los mismos lobbies empresariales a los que los legisladores del PJ cedieron cuando se discutió el proyecto tributario enviado por Roque Fernández.

La prevista suba de Impuestos Internos afecta varias economías regionales, del mismo modo que la quita del 30 por ciento del Fondo del Tabaco rebana recursos a otras y recrudece la presión de las tabacaleras, cuyos representantes son caras muy conocidas en el Parlamento. En rigor, el nuevo gobierno postula cambios muy semejantes a los que ya intentó el ex ministro de Economía, Roque Fernández, pero que fueron frustrados por la resistencia del PJ, de la propia Alianza, y la de los sectores empresarios involucrados.

La administración saliente intentó sin éxito, por ejemplo, subir la alícuota y la base de los Impuestos Internos y generalizar el IVA. Difícilmente los legisladores justicialistas convaliden ahora lo que ya negaron a su propio gobierno, al menos que sobre la mesa de negociación De la Rúa ponga una carta muy tentadora.

 

CONVOCATORIA A EXTRAORDINARIAS
La prueba de fuego

t.gif (862 bytes) El flamante gobierno de Fernando de la Rúa pondrá a prueba, esta misma semana, su capacidad y poder en el Congreso. Deberá convocar inmediatamente a sesiones extraordinarias si quiere llegar a fin de año con el presupuesto del 2000 y los cambios impositivos que propuso para controlar el déficit fiscal aprobados. El justicialismo, que también inaugura su nuevo rol de oposición, se prepara para dar batalla, particularmente respecto del paquete impositivo.

El jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, adelantó que la convocatoria a extraordinarias será la primera medida del flamante jefe de Estado. El cambio de composición de la Cámara Baja echó por tierra con el dictamen de la Comisión de Presupuesto y Hacienda (hasta el jueves pasado presidida por Oscar Lamberto) sobre el proyecto de ingresos y egresos elaborado por Roque Fernández, lo cual obliga a barajar y dar de nuevo. Fracasado el intento aliancista de lograr la aprobación de un presupuesto "emparchado" antes del cambio de gobierno, ahora será el Ejecutivo el que asuma los costos de poner un nuevo proyecto a consideración de los legisladores.

La tarea de redefinir el proyecto de presupuesto elaborado por el ex ministro Roque Fernández no es tarea sencilla. Para José Luis Machinea, el nuevo jefe del Palacio de Hacienda, el proyecto de su antecesor cuenta con sobreestimaciones de recursos por ingresos tributarios, además de no tomar en cuenta un desfasaje de casi 1100 millones de pesos en el déficit estimado (5100 millones) para 1999. En los cálculos de los aliancistas, el rojo de este año finalmente treparía a 6200 millones, por lo que el gobierno entrante deberá cargar con el excedente de quebranto no previsto por el equipo económico saliente.

Un estudio realizado por el Grupo Sophia, la Asociación Argentina del Presupuesto Público y la Fundación Gobierno y Sociedad advierte además que el proyecto de presupuesto dejado por el anterior gobierno también presenta deficiencias en cuanto a los recortes de gastos que se deberían realizar en el 2000, ya que de aprobarse, las erogaciones previstas para el próximo año serían "ridículamente bajas".

De acuerdo con el proyecto de Roque Fernández, por ejemplo, la administración tributaria debería resignar gastos del orden del 13,1 por ciento. Las Fuerzas Armadas deberían resignar el 11,7 por ciento de su presupuesto. En cuanto a los programas para fomentar la creación de empleos o de asistencia a desocupados, el proyecto para el 2000 estipula una poda de más del 50 por ciento. El recorte es todavía más dramático en el área de gastos para vivienda y urbanismo, donde la merma de recursos es casi total.

 

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