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LA SUCESION EN EL GOBIERNO DE LA ALIANZA
Batalla interna de gendarmes


Por Raúl Kollmann
t.gif (862 bytes)  Uno de los jefes más afines al menemismo, el titular de la Gendarmería, Timar Musumessi, produjo en vísperas de la asunción del nuevo gobierno una ola de pases y nuevas asignaciones de destino, al tiempo que utilizó una vieja norma de los años '70 para aplicar un "plan de eliminaciones", o sea una purga, que afecta al diez por ciento de los mandos superiores. Musumessi, que con ocho años de gestión batió todos los records de permanencia al frente de la fuerza, trata igualmente de quedarse en su puesto al menos hasta abril del 2000 con el argumento de que se realizará en Buenos Aires el Congreso Internacional de Jefes de Policías y la Gendarmería será la anfitriona.

Las polémicas y tensiones dentro de la Gendarmería se verifican también en las otras fuerzas dena08fo01.jpg (14021 bytes) seguridad --Policía y Prefectura-— justamente por el reacomodamiento que se produce por la asunción de De la Rúa. Son momentos de lobby y presiones para ver quién queda a cargo de cada fuerza y, sobre todo, intentos de los jefes que todavía están para impedir que asuman como nuevos jefes hombres que no son de su propia línea. Haciendo desplazamientos y designaciones de última hora, se le impide la libertad de movimientos a las nuevas autoridades.

En el caso concreto de lo ocurrido en la Gendarmería, Musumessi aplicó por primera vez en 29 años una norma dictada en 1970 que le permite poner en marcha un plan de eliminaciones porque el jefe considera que existe un superávit de personal o un déficit de Presupuesto. De esta forma, se le cortó la carrera a unos 70 hombres, todos de personal superior, que reclaman --mediante una especie de carta que circula dentro de la fuerza-- que se los margina por cuestiones de poder, "aplicando una evaluación carente de objetividad". "No vaya a ser que se terminen argumentando también cuestiones presupuestarias, y el jefe deje en la fuerza tan sólo a un amigo que le cebe mate."

Musumessi ha sido hombre de acceso directo al presidente Menem, muchas veces puenteando al ministro del Interior, Carlos Corach. El nexo inicial fue el comandante Carlos Abt, carcelero de Menem cuando estuvo detenido en Magdalena. Esto es lo que explica su excepcional permanencia en el cargo, sólo superado por el jefe de la Prefectura, el prefecto Jorge Maggi, relacionado con el gobierno --principalmente con Corach, Alberto Kohan y Miguel Angel Toma-- a través del control de la pesca, una de las actividades de mayor envergadura económica que están bajo la órbita del Poder Ejecutivo.

Durante el período menemista, la Gendarmería fue funcional a la Casa Rosada por cuanto fue enviada reiteradamente a confrontar con las marchas o los cortes de ruta en el interior, y al mismo tiempo mostró buena disposición a realizar grandes inversiones en materia de informatización de las fronteras, otro de los grandes contratos de los últimos años.

Sin dudas, el mayor logro de Musumessi fue convertir a esa fuerza en una especie de palabra santa en materia de pericias. La Dirección de Pericias intervino en casi todos los casos relevantes del país --AMIA, Cabezas, la explosión de Río Tercero, Ramallo, el asesinato del padre Forgione y muchos otros--, por lo que se convierte en una pieza clave para cualquier gobierno, ya que todos esos casos tienen connotaciones políticas. Por último, la Gendarmería está fuertemente relacionada con los funcionarios norteamericanos en materia de drogas, al punto que dentro de la fuerza hubo acusaciones de unas líneas contra otras: a algunos jefes se los tildaba de amarillos --es decir, influenciados por Yabrán-- y a otros de ser pronorteamericanos.

La pelea actual, sin embargo, no transita ni el terreno de las pericias ni el de las drogas. Se centra en el terreno de la política, y apunta pura y exclusivamente en la sucesión del jefe.

 

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