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Las previsiones negras cambiaron cuando saltó el precio del barril

Muy pocos previeron, a principios de año, una recuperación tan rápida y violenta del precio mundial del petróleo. El ajuste de costos e inversiones le dejó a las empresas del sector como saldo un mayor nivel de eficiencia. Perfil de la nueva competencia.

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t.gif (862 bytes)  Cuando entre fines de 1998 y principios de 1999 el precio internacional del petróleo parecía estabilizarse apenas por encima de los 12 dólares el barril, muy pocos preveían una recuperación en el corto plazo. Las empresas internacionales apuraron un ajuste en sus planes de inversión, las fusiones y adquisiciones para defender posiciones de mercado adoptaron un sentido aún más estratégico y todos se prepararon para un período difícil. Pero el año 1999 termina con un signo muy diferente, tras un salto, en pocos meses, de casi un 100 por ciento en el precio del crudo.

El mejor indicador de la evolución del sector es la cantidad de equipos de perforación en actividad. Entre enero de 1998 y mayo de 1999, la caída de su utilización en el mundo fue del 50 por ciento. En Sudamérica, el descenso en el nivel de actividad medido por dicho parámetro fue del 40 por ciento, mientras que alcanzó al 60 por ciento en Argentina. Lentamente, se registra a partir de mayo de este año una recuperación en el número de equipos en actividad, pero aún por debajo de los niveles de principios de 1998.

Al evaluar ese difícil período, Remigio Giacomel, de Repsol-YPF, señaló en un comentario publicado por la revista institucional del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas, que "con respecto a reducir inversiones, lo más fácil es la exploración: uno pospone la exploración ya que prácticamente no afecta a las reservas, porque puede, a corto plazo, recuperarlas haciendo en los años siguientes más exploración. Obviamente, la exploración que postergamos fue la de alto riesgo".

"También sustituimos perforación por recuperación secundaria", agregó. "El costo de inversión de la recuperación secundaria por barril de crudo es de aproximadamente la mitad que el de perforación. En cuanto a mejorar eficiencia, utilizamos tecnología, redujimos costos y aplicamos nuevas ideas", señaló luego.

De acuerdo a las estimaciones de Giacomel, "un equipo de perforación moviliza muchos otros servicios, y se estima que afecta a unas 200 personas: es decir, que la reducción de equipos de perforación en la Argentina (que pasó de 58 a 28 entre fines de 1997 y principios de 1999) afectó a unas seis mil personas". "Disminuir la actividad y tener menos empleo en una ciudad como Buenos Aires puede ser absorbido por la misma ciudad, pero producir una disminución del empleo en ciudades como, por ejemplo, Las Heras o Comodoro Rivadavia crea un verdadero problema", explicó.

Sin descuidar dicho aspecto social, Giacomel destacó que "lo importante de todo esto es que, pese a la reducción de inversiones y del ritmo de exploración, la producción no bajó: pasamos de 25,1 millones de metros cúbicos a 25,3 millones, o sea que logramos hacer realmente un control inteligente de costos e inversiones. Por supuesto, el precio fue distinto y, de esta forma, la ganancia operativa se redujo en un 61 por ciento".

Las nuevas perspectivas del sector estarán marcadas por las condiciones imperantes en el mercado mundial: altos precios, fuerte concentración y especialización regional de los grupos más poderosos. Tras la audaz captura de YPF, Repsol quedó colocado como el operador más importante de Latinoamérica y pasó a controlar un mercado estratégico en la región como Argentina. Con un 51 por ciento de la producción petrolera nacional a través de operación propia o de sus empresas controladas (Astra y Pluspetrol), domina ampliamente el segmento de upstream sobre sus rivales Pérez Companc (10 por ciento), San Jorge, Pan American Energy (8 por ciento cada una), Total Austral (6) y Tecpetrol (3,7).

A nivel regional, aún se mantienen en la competencia dos fuertes empresas estatales, Petrobrás y Pedevesa (Venezuela), entre los cuales está planteada una alianza estratégica e, incluso, la posibilidad de fusión en algunos tramos de negocios (el nuevo emprendimiento se denominaría Petroamérica). De concretarse, podría significar un cambio de trascendencia en el panorama latinoamericano.

El proceso de competencia entre las principales empresas mundiales quedó reflejada, por otra parte, en la internacionalización de las productoras locales. Con el pase de San Jorge a manos de Chevron quedó prácticamente definida la transferencia de los capitales del sector a manos extranjeras, y la definición de la plaza local como uno de los escenarios de la competencia a nivel mundial.

 

 

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