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Por Raúl Kollmann ![]() Las primeras jornadas del juicio prometen ser aburridas, pero nunca se puede descartar algo de acción. Supuestamente se van a leer las pruebas conseguidas durante la pesquisa y recién el día 20 empezarán a declarar los testigos. Ese será el momento en que podrían aparecer las sospechas. La versión oficial de los hechos podría resumirse de la siguiente manera: * Alfredo Yabrán se molestó con unas fotos de José Luis Cabezas --o tal vez por otro motivo hasta el momento desconocido-- y tácitamente dejó entrever que sería bueno que sacaran al fotógrafo del medio. * Su fiel escudero, el jefe de la custodia Gregorio Ríos, habría contactado entonces al policía Gustavo Prellezo para que se ocupe del asunto. * Prellezo, acompañado por otros tres policías, Aníbal Luna, Sergio Camaratta y Silvia Belawsky, juntaron la información y prepararon el terreno para la paliza. * En la operación supuestamente participaron los horneros, cuatro ladrones con problemas de alcohol y drogas. Según ellos, Prellezo fue el que disparó. Según Prellezo, el que tiró fue Braga. En verdad, la historia oficial está llena de contradicciones e incongruencias que tal vez el juicio oral despeje. La pistola secuestrada y periciada cinco veces no encaja por ningún lado: apareció en la casa marplatense de Luis Martínez Maidana, pero todo se parece demasiado a una maniobra policial, ya que no hay ningún indicio contra el grupo denominado "Los pepitos". Los imputados dicen que tenían orden de "apretar" a Cabezas, pero le pegaron dos --o tal vez tres-- tiros en la nuca y quemaron su cuerpo con combustible que habían comprado antes. Está probado que en la cava hubo más vehículos y más personas que las que aparecen hasta ahora. Sin embargo, esos personajes ocultos --seguramente policías-- permanecen ocultos. Todo indica, además, que hubo una zona liberada para cometer el crimen. En el fondo, la causa Cabezas expondrá otra vez el duelo Menem-Duhalde. Desde el gobierno bonaerense hicieron todo lo posible por echarle la culpa del asesinato a Alfredo Yabrán y por ende a la Casa Rosada. El menemismo, por el contrario, apuntó siempre a la Bonaerense y por lo tanto a Duhalde. En el medio quedó un asesinato brutal que, en verdad, no se investigó en serio.
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