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LOS DOS CANDIDATOS EN CARRERA PARA EL 16 DE ENERO
Nueva pelea voto por voto

Después del inesperado resultado de las presidenciales del domingo, donde la derecha pospinochetista de Joaquín Lavín igualó los votos del socialista Ricardo Lagos, los dos candidatos empezaron ayer una reñida pelea con vistas al ballottage del 16 de enero. En estas páginas, el shock de unos, la euforia de otros y dos análisis sobre lo que pasó el domingo y el futuro rol del PC.

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Página/12
en Chile

Por Pablo Rodríguez
Desde Santiago

t.gif (862 bytes)  El candidato de la oficialista Concertación por la Democracia, Ricardo Lagos, ganó en los números, pero estaba apesadumbrado. El que ganó en los hechos, el candidato de la derecha y ex colaborador del régimen de Augusto Pinochet Joaquín Lavín, estaba exultante y se fue a rezar a Iquique, una de las ciudades más al norte del país.

En ninguno de los dos casos era para menos. La coalición entre radicales, socialistas y democristianos estaba acostumbrada a recibir más de la mitad más uno de los votos en elecciones presidenciales. La derecha no podía superar el 40 por ciento. Ahora ambos están empatados entre el 47,5 y el 48 por ciento, augurando una segunda vuelta completamente impredecible. "No haremos ningún cambio de estrategia. En todo caso tenemos que hacer llegar más claramente el mismo mensaje", se defendió ayer Lagos en una conferencia de prensa. "Dijimos que nos faltaba tiempo. Ahora tenemos cinco semanas. Y ahora sí vamos a ganar", exclamó por su parte el diputado Juan Antonio Coloma, uno de los jefes de campaña de Lavín.

El candidato de la derecha empezó el domingo mismo por la noche la campaña para el ballottage del 16 de enero próximo. "Les pido al millón de personas que no votaron que lo hagan dentro de un mes. Les pido que confíen en el cambio", afirmó Lavín en la medianoche del domingo. Ayer, la Plaza Italia amaneció nuevamente llena de carteles con la leyenda "Viva el Cambio". Por el lado de la Concertación, la mayoría de sus voceros y de los dirigentes que desfilaron por los medios de comunicación reafirmaban las líneas de la campaña actual de Lagos.

A pesar de la perplejidad que evidentemente domina en las filas democristinas y socialistas, Lagos también volvió a la carga: ya comenzó a recorrer el terreno en la comuna santiaguina de La Granja, luego de su conferencia de prensa. "Ayer (por anteayer) hubo un voto de insatisfacción con este gobierno, a pesar de todo lo que se ha hecho. Estoy dispuesto a recuperar ese voto en la segunda vuelta", afirmó Lagos. "Ahora tengo la oportunidad de llegar con más claridad a los chilenos. Y especialmente a la mujer chilena". La referencia no era antojadiza. En los cómputos generales de las mesas femeninas, Lavín obtuvo un 50 por ciento contra un 45 de Lagos. En las mesas masculinas, el que ganó con los mismos números fue el candidato de la Concertación.

Más allá de los cómputos generales, un análisis más detallado muestra la dimensión del crecimiento de la derecha y el llamado de alerta para una Concertación que, ni en los cálculos más pesimistas, podía imaginarse que los herederos de la dictadura estuvieran tan cerca de ganar. De las 13 regiones en las que está dividido el territorio chileno, Lavín ganó en seis. Lagos se impuso en otros seis, y en la Región Metropolitana correspondiente a Santiago, donde se concentra un tercio de la población y no pocas comunas pobres, se repitió el empate de los resultados generales. Se señala como antecedente de este resultado el de los comicios parlamentarios de 1997, cuando la Concertación apenas obtuvo el 41,5 por ciento de los votos y los votos nulos y blancos llegaban al 12,9 por ciento.

Ambos candidatos saben que la pelea será voto a voto. Lagos podría contar con el apoyo mayoritario de quienes votaron a la comunista Gladys Marín, aunque ella haya anunciado el domingo por la noche que había que anular el voto. Pero de todos modos se trata de apenas un 3,19 por ciento. "Nos faltan dos puntos. Estamos muy cerca y lo vamos a lograr", decía Lagos tratando de infundirse optimismo. Entretanto, en materia de grandes números, Lavín parecería tener dos al cual dirigirse: los 800.000 inscriptos que no votaron (cerca del 10 por ciento del padrón, aproximadamente) y el tres por ciento de votos nulos y blancos, que no están considerados en el recuento final. Pero parece muy difícil hacer hipótesis sobre lo que puede pasar con estos votos.

"Aquí se están jugando dos modelos de país. Llamo a los chilenos a votar masivamente el 16 de enero y a expresarse libremente sobre qué país queremos para el siglo que viene", remarcó el presidente Eduardo Frei, en un discurso pronunciado en el Palacio Presidencial de La Moneda. Esto quizás permitiría prefigurar que el oficialismo seguirá tratando de vincular al escurridizo Lavín con la dictadura y sus desigualdades sociales. Dado el éxito de su campaña, el candidato de la derecha seguramente responderá con uno de sus slogans: "Quiero ser el primer empleado de los chilenos. Quiero resolver los problemas concretos de la gente y no enfrascarme en discusiones políticas".


EL SOCIOLOGO MANUEL ANTONIO GARRETON ANALIZA LOS RESULTADOS
"En Argentina Lagos ya sería presidente"

 

Por P.R.
t.gif (862 bytes) El sociólogo Manuel Antonio Garretón, uno de los analistas políticos más prestigiosos de Chile, cree que Lagos ganará la segunda vuelta, a pesar de su sorpresa por el crecimiento de una derecha que ahora quiere en las urnas recuperar lo que obtuvo por las armas de Pinochet. "La Concertación fue la permitió que los votos se hayan 'derechizado'. La Concertación se equivocó al no apelar a las diferencias ideológicas con suficiente anticipación", dice. Desdramatizando el crecimiento de la derecha con frases directas y en algunos casos polémicas (o a contrapelo de muchos análisis), Garretón opina que "no es cierto que Lavín represente a un nuevo Chile cuyo voto se maneja por cuestiones marketineras. Eso le permitió crecer, pero en definitiva Chile sigue siendo un país con sustratos ideológicos y sociológicos fuertes". En esta entrevista con Página/12, Garretón también se dedicó a sacar las cuentas correspondientes para avalar sus afirmaciones.

--¿Lo sorprende este resultado tan parejo entre Lagos y Lavín?

--Sí, por supuesto, creo que a todo el mundo le sorprende.

--¿Cómo se puede explicar?

--Bueno, es bastante complicado. Creo que lo que hay que explicar, en el caso de Lagos, es cómo pudo descender el voto de la Concertación desde el 56 por ciento que obtuvo Frei en 1993 al 48 por ciento de ahora: un descenso del ocho por ciento. En el caso de Lavín, aumenta la votación de la derecha en 10 puntos, nada menos que 700.000 votos. Ahora bien, Lavín recuperó el voto pinochetista, que fue del 44 por ciento en el plebiscito de 1988, y a eso le sumó tres puntos. Si se debe hablar de votos que captó fuera de la derecha, entonces captó un tres por ciento adicional. Esto quiere decir que los votos móviles son el 11 por ciento: los ocho que perdió Lagos y los tres que ganó Lavín. Y la derecha creció, entre otras cosas, porque estamos en una recesión, y hay desocupación. Es cierto que el resultado es impactante, pero me parece que no se trata tanto de una elección fundante como la del plebiscito, como dicen muchos.

--Bueno, pero la Concertación descendió mucho. ¿Por dónde perdió los votos? ¿Por la Democracia Cristiana, como se ha dicho?

--Creo que cuatro por ciento se fue de la Democracia Cristiana a Lavín. En las elecciones legislativas de 1997, la DC bajó cuatro puntos, que fueron a parar a votos blancos o nulos. Esos votos habrían ido a Lavín.

--¿Y no se puede dar el caso de que la campaña populista de Lavín haya captado votos populares que pueden ser de cualquier partido de la Concertación?

--Sí, puede influir, pero estamos hablando de que, respecto del plebiscito, la derecha logró apenas tres puntos más.

--¿Y puede darse el caso de que, con la imagen de ganador, Lavín logre elevar aún más su votación y ganarle a Lagos?

--Es muy difícil. Tiene muy pocos votos para captar. Suponiendo que los votos de Lagos y Lavín no se mueven, solamente los de Frei Bolívar pueden ir a la derecha. El de los otros candidatos alternativos, incluida Gladys Marín, serían para Lagos. Y respecto de los votos blancos y nulos, es difícil que elijan a Lavín si no lo hicieron en esta instancia.

--Entonces, para usted, gana Lagos en la segunda vuelta.

--No puedo pronosticarlo, ya lo vimos en esta elección sorpresiva. Pero no veo por dónde puede sacar votos la derecha.

--Al margen de todas estas cuentas, las presidenciales de 1993 les dieron un 58 por ciento a la Concertación y menos de un 30 a los dos candidatos de la derecha. El panorama ahora es muy distinto. ¿Cuáles fueron las virtudes de Lavín y los defectos de Lagos?

--La elección la ganó Lagos. Es cierto que el crecimiento de la derecha es espectacular. Pero eso sería volver al Chile anterior a Pinochet, donde Alessandri le ganó a Allende por 30.000 votos y luego Allende le ganó a Alessandri por la misma cantidad. Ha habido votaciones muy parejas en las historia de Chile. En este contexto, donde la Concertación había roto los tercios, es evidente que el triunfo de la campaña de Lavín fue impresionante. Impuso sus términos: estamos en una sociedad despolitizada, donde lo que importa son las ofertas. La campaña de Lagos entró en ese juego y se equivocó. Porque, si se trata de ofertas, el elector escucha más al nuevo que a quien está en el poder.

--Sin embargo, el último tramo de la campaña de Lagos se dedicó a politizar las opciones, pegando a Lavín con la dictadura.

--Sí, pero lo hizo muy tardíamente y se trató más del discurso del propio Lagos que del conjunto de su campaña.

--¿La campaña de Lagos fue menos "izquierdista" de lo deseable?

--Creo que sí. Hoy (por ayer) Ascanio Cavallo, un analista a quien yo respeto, dice en La Tercera todo lo contrario: que Lagos debe cambiar de estrategia y "derechizarse" porque el voto fue "derechista". Para mí es exactamente al revés. Si la campaña se "derechizó", fue porque la campaña de la Concertación entró en el juego de ofrecer 17 medidas contra 10, de entrar en la cuestión de la oferta que planteó Lavín.

--¿Y no puede ser que el crecimiento de Lavín exprese, justamente, que las discusiones ideológicas están alejándose en Chile, y que las campañas se acerquen más al marketing?

--No. Muchos dicen ahora que estamos ante un nuevo electorado, que elige según un rational choice, que es flu flu. Pero para mí no es así. Chile tiene un electorado con un sustrato sociológico marcado. Sobre ese sustrato, hay por supuesto entre un 10 y 15 por ciento que es móvil. Pero no creo que se vuelque a Lavín.

--Y ahora, ¿qué sigue?

--Por parte de la derecha, más de lo mismo. Su diseño de campaña fue impecable. Dijeron "no hay que salirse de esto" y lo hicieron. Lavín usó muchas fórmulas, pero ningún concepto. Lagos usó muchos conceptos, pero no bajó ninguno a fórmula. Ahora tiene que hacerlo, tiene que apuntar al sustrato que está debajo de los votos móviles. ¿Sabe algo? La derecha expresó el estado de ánimo de la Concertación cuando dijo: "La alegría ya viene" en el plebiscito contra Pinochet. Entonces, la Concertación tiene que convencerse de lo suyo. Sacó el 48 por ciento de los votos con 11 años en el poder. En Argentina, Lagos ya sería presidente.


La candidata comunista pide un guiño a la izquierda

Con un 3,19 por ciento de los votos, el comunismo es la tercera fuerza electoral. Suficiente para inclinar el ballottage a favor de Lagos. Pero para eso su candidata Gladys Marín pide un giro político.

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Por Alfredo Grieco y Bavio
t.gif (862 bytes) "Yo soy el tercer presidente de la Concertación, no el segundo presidente socialista de Chile." Tanto repitió esta declaración el candidato Ricardo Lagos que los electores acabaron por creerle. Y los descontentos no lo votaron. O no lo votaron cómo él esperaba. Pero si alguien está de acuerdo con las disculpas de Lagos por su socialismo, es la candidata presidencial comunista Gladys Marín. Contra un 7 por ciento que le daban los sondeos, su partido obtuvo solamente el 3,19. Menos de lo esperado, pero más que suficiente para darle a Lagos la victoria el 16 de enero en el primer ballottage de la historia chilena. "La Gladys" ya anunció que no negociará. A menos que la Concertación gire a la izquierda, y Lagos pierda el pudor del socialismo.

"Nuestra votación, aunque sea menor de lo esperado, corresponde a un proyecto político alternativo. No estamos por apoyar candidatos que continúan con la aplicación absoluta del sistema neoliberal y que están por mantener la impunidad." Así aludió ayer Gladys Marín al candidato oficialista Ricardo Lagos. También lo acusó de "chantaje" y lo culpabilizó de los resultados electorales de los comunistas por sus exhortaciones al electorado de izquierda a emitir "un voto útil". Una restauración "verdadera" de la democracia con reforma de la Constitución que Pinochet dictó en 1980, impuestos "reales" a las grandes empresas en el marco de una reforma tributaria que asegure la redistribución de la renta nacional, un código laboral que reglamente los derechos sindicales aplastados por la dictadura, un aumento del nivel salarial de los trabajadores y el castigo a los militares responsables de violaciones a los derechos humanos son algunas de las certezas que el comunismo chileno espera para hacer campaña junto con Lagos ante la segunda vuelta.

Gladys Marín acusó ayer al oficialismo de "pavimentar el camino para el retorno de la derecha". Los polarizados resultados de la primera vuelta del domingo confirmaron la división de la sociedad chilena desde el golpe de 1973. Una de sus consecuencias se ha trasladado de lleno a los cálculos electorales de los partidos. Porque si Lagos --aunque no los laguistas-- desechó ayer expresamente la hipótesis de que la fuga de votos de la Democracia Cristiana fue determinante para los números que alcanzó la derecha, Lavín y los suyos hicieron cuentas, y no encuentran una mejor explicación que la que su contrincante prefiere no mencionar en público. Y si el ala dura democristiana lo favoreció, el hipercatólico Lavín --que ayer fue a agradecerle personalmente a la Virgen María su triunfo en el Santuario de La Tirana-- podrá contar con un drenaje mayor de votos si el comunismo se inclina públicamente y con decisión por el candidato socialista. Por lo que el apoyo del partido de Gladys Marín a la Concertación sería una bendición a medias, que Lavín sabría convertir en una señal de la Virgen. Ayer, Lavín ya se atrevió a pedirles a los partidarios de la Concertación que voten por él, que es su mejor candidato.

La elección comunista fue incluso inferior a la de 1993, cuando su candidato presidencial, el sacerdote Eugenio Pizarro, se llevó el 4,45 por ciento de los votos. Esto demuestra que algunos comunistas ya votaron por Lagos. El comunismo chileno conserva sin embargo su poder en las "poblaciones", en algunos gremios y en la universidad (como es el caso de la Federación de Estudiantes y del Colegio de Profesores de la Universidad de Chile, cuyos presidentes son comunistas). Y su revés electoral llega en un momento, como señalaba en una columna del diario chileno La Tercera el analista Fernando Villegas, en que "hasta desde la derecha se celebra a la Gladys porque el comunismo ya no pincha ni corta, no quema ni daña la ropa". Aunque no sean ésas las causas, la legitimidad de Gladys Marín no es discutida por los políticos chilenos. Y Lagos y Lavín saben que los comunistas sí votan, a diferencia del millón de abstenciones que hubo el domingo y que ya salieron a cortejar.

 

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