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OPINION

Las ocho claves del juicio

Por Raúl Kollmann

Más allá de las chicanas, las maniobras judiciales y los grandes discursos, el juicio por elna02fo01.jpg (14973 bytes) asesinato de José Luis Cabezas sólo puede moverse por dos andariveles. Uno es el de la historia oficial, cuyo centro es la mafia de Alfredo Yabrán que supuestamente mandó a matar a Cabezas porque le molestaba que le tomaran fotos. Para ello, habría puesto en marcha a un asombroso grupo de policías bonaerenses de baja graduación y ladronzuelos que trabajaban para los uniformados. El otro andarivel posible es el de la búsqueda real de los motivos del asesinato y los verdaderos protagonistas del crimen. Esos personajes, que aún están ocultos, no son de baja graduación, sino altos jefes o bien de la mafia de Yabrán o bien de la Bonaerense. Como esta última pista nunca se siguió, parece contener buena parte de las ocho claves del asesinato.

Primera clave: Lo que diga Gustavo Prellezo. A primera vista, fue el capataz de la operación. El hombre que llevó a la Costa a los horneros y después los trajo de vuelta. Hasta ahora no habló, pero sabe que afronta una pena de reclusión perpetua. Prellezo es el que puede revelar buena parte del plan, quién ideó y financió el crimen, qué armas se utilizaron y, sobre todo, quiénes fueron los otros individuos --seguramente policías-- que estuvieron en la cava y participaron de la operación. Si no habla, estará claro que comandó la operación. Si habla, tal vez aporte los elementos fundamentales sobre el crimen, aunque de todas maneras habrá que verificar sus dichos con otras pruebas.

Segunda clave: Lo que digan los horneros. Les prometieron el oro y el moro: plata, que iban a salir en libertad, que les conseguirían la ley del arrepentido. Ahora afrontan la reclusión perpetua, llevados por sus abogados Burlando y Cerolini, que no se sabe quién les paga. En Dolores hay fuertes rumores de que los horneros pueden rebelarse contra su inminente destino y revelar una historia inesperada.

Tercera clave: Lo que diga Silvia Belawsky. Es otro personaje clave de la historia. Hasta el momento, sostuvo que su ex marido, Gustavo Prellezo, le comentó que la operación del crimen fue una especie de encargo de Yabrán. En los corrillos tribunalicios siempre se pensó que aquella declaración -–tres días antes de la muerte de papimafi-— fue un arreglo para conseguir la libertad, algo que después no se concretó por oposición de los abogados de Noticias y de la Cámara de Apelaciones. Tal vez la mujer policía cuente ahora algo de la verdad, aunque de todos los imputados es la que tiene la situación más aliviada y seguramente no querrá correr riesgos.

Cuarta clave: Las armas. Los rumores sobre la aparición de una segunda pistola arreciaron en el último tiempo. La lógica indica que está en poder de Prellezo, ya que -–según la versión existente-— él trajo a "los horneros" de regreso desde la Costa. En la causa existe actualmente un arma y una bala, esta última extraída del cerebro de Cabezas. Hubo cinco pericias que demostraron que de ese Colt 32 salió el disparo, pero todo indica que -–como lo reveló en su momento Página/12-— se trató de una maniobra policial: le tiraron un segundo disparo a Cabezas, se quedaron con el arma y después la pusieron en la casa del pepito Martínez Maidana. Lo que falta, entonces, es el primer revólver, del que salió el primer disparo o incluso dos disparos. Si aparece esa pistola no habrá cómo periciarla porque -–insólitamente-— las balas nunca se encontraron. En la autopsia se habla de los rastros de esos disparos en el cuerpo de Cabezas, pero eso es todo lo que hay. Sea como sea, la historia de las armas no cierra y ésta será una clave para el esclarecimiento del crimen.

Quinta clave: La zona liberada. Hay indicios netos de que hubo una gran conspiración policial alrededor del crimen. Vecinos de Andreani llamaron a la comisaría para avisar de que había movimientos raros y no hubo respuesta. Hubo un llamado al móvil de la zona y tampoco se produjo ninguna reacción. En suma, parece que los funcionarios policiales de la zona sabían que se iba a producir la operación del secuestro y el asesinato. El jefe de la fuerza en Pinamar, Alberto Gómez, ni siquiera está en el banquillo de los acusados de este juicio.

Sexta clave: Los otros que estaban en la cava. Está probado que hubo otros participantes del operativo del asesinato. Varios coches y más efectivos policiales. Hay testimonios, incluso identikits, pero nunca se encontró a esos individuos.

Séptima clave: Las pruebas contra Yabrán. Son un conjunto de mentiras del propio supercartero -–por ejemplo, que no tenía custodia--, numerosos indicios -–conocía a Prellezo, dijo que sacarle una foto era como pegarle un tiro, aborrecía a los fotógrafos, había patoteado a periodistas con anterioridad-— y algunos testimonios que lo comprometen. Dos son muy fuertes: el de los peritos psiquiatras, ante quienes Prellezo dijo que Yabrán lo mandó, y el de Silvia Belawsky que aseguró casi lo mismo. Hay otros tres testigos, Manselle, Riera y Capai, que son muy poco creíbles. También hay una serie de llamadas de vigiladores de Yabrán a su jefe de custodia, Gregorio Ríos, que nunca se explicaron demasiado bien, Como suele suceder, probar la autoría intelectual de un delito es muy difícil porque normalmente no es fácil encontrar las pruebas. Habrá que ver si aparece un elemento contundente.

Octava clave: La guerra política. Los dos grandes protagonistas parecen fuera de escena. Menem está en Anillaco y Duhalde es ex gobernador. Durante los tres años que duró la investigación, Duhalde apuntó a Yabrán y por consiguiente a la Casa Rosada como el poder que estuvo detrás del asesinato. El menemismo acusaba por el crimen a la Bonaerense y, tácitamente, al gobernador que la amparaba. Esta guerra impidió seguir más a fondo las distintas alternativas. Que el crimen haya sido producto de una mafia existente en la Costa y ligada con los robos y los tráficos de drogas; que fue una venganza contra Duhalde porque había pasado a retiro a varios comisarios poderosos y millonarios y por eso tiraron el cadáver por el camino que transitó una hora después del asesinato; que fue al mismo tiempo una venganza contra Noticias por el famoso artículo La Maldita Policía. La investigación, manejada por la Bonaerense y atravesada por la guerra política, se concentró en Yabrán. Habrá que ver si el juicio sigue por el mismo camino o destapa, de una vez por todas, la verdadera podredumbre que hay en el caso.

 

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