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![]() La primera lamparita se encendió en el despacho de Guillermo Stirling, ministro de Interior uruguayo, quien acercó su inquietud a su colega de Transportes, Lucio Cáceres. "¿Y qué tal si los autos encienden las luces en forma obligatoria como las motos?", fue la pregunta y la respuesta tuvo eco: el Ejecutivo elevó el proyecto "teniendo en cuenta la necesidad de reducir las altas tasas de mortalidad por accidentes de tránsito". El Congreso la aprobó y a partir de abril de este año los conductores tuvieron que encender durante las 24 horas las luces fuera de los límites urbanos. Durante los dos meses previos a la aplicación de la ley, los uruguayos pasaron por el tamiz de una breve pero profunda campaña de difusión educativa, sin sanciones ni multas. "La gente respondió bien", aseguró a este diario el director Nacional de Transportes, Elbio Umpiérrez. En junio comenzó la aplicación y la norma cayó sobre los infractores con todo el peso de la ley: dos Unidades Reajustables a pagar ipso facto. De todos modos, el valor de las U.R. tiende a desmerecer la intención disuasiva de los legisladores orientales. Cada unidad equivale a 194 pesos uruguayos, unos 11 dólares o pesos argentinos, según se trate. "La intención es facilitar los cálculos de distancia a la que se encuentra el otro vehículo --sostuvo Umpiérrez--. Ayuda especialmente en el caso de los autos de colores claros porque quedan prácticamente camuflados con el pavimento. Las luces los tornan más visibles." En Uruguay, durante el '98 los accidentes de tránsito registraron 498 muertes. Y pese a que antes de mitad de año ya estaba vigente la ley de las luces bajas, el número del '99 ya lleva 535 muertes. Según las autoridades, dos micros que se desbarrancaron en forma sucesiva trastrocaron lo que podría haber sido un número en descenso. Para la temporada veraniega, durante la que se producen los picos de accidentes mortales, el Ministerio de Transportes realizará una campaña de difusión dirigida especialmente a los turistas, y que incluirá los límites de velocidad (en algunas jurisdicciones llega a 110 kilómetros por hora), el dosaje de alcohol en sangre (no puede superar 0,8 de gramo por litro de sangre), el cinturón de seguridad y, obviamente, las luces bajas. La moda cundió por los pasillos parlamentarios argentinos. Varios proyectos de ley fueron trabajados por diputados y senadores interesados en accidentología. "El primer país en introducir la norma fue Suecia --señaló el director del Instituto de Seguridad Vial, Eduardo Bertotti--. Ellos están muy avanzados, vienen trabajando muy seriamente desde el '67. Hicieron estudios que determinaron que encender las luces diurnas trajo una reducción en la tasa de accidentes del 2 por mil. Pero allá están en otro mundo. Acá no estaría mal aplicar una medida semejante, pero sola no sirve para nada. Si no se cumple lo básico, que es un presupuesto para la educación vial, y nadie vigila un cruce de semáforo en rojo". "Una medida sofisticada", la consideró Alberto Silveira, director de Luchemos por la Vida. "Como medida de seguridad en sí misma es buena. Pero si no se castiga el exceso de velocidad, qué se puede esperar de esto. Si ni siquiera la policía sabe que en la provincia de Buenos Aires ya es obligatorio encender las luces bajas, de día, en condiciones climáticas adversas."
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