Por Cristian Alarcón
Una fábrica
clandestina de armas y una lista de pertrechos suficientes como para asaltar una caravana
de blindados fueron descubiertos ayer en un allanamiento realizado por la Policía
Bonaerense en los fondos de la casa de un ex sargento de la Policía Federal, en Tres de
Febrero. Con un mercado extendido entre bandas pesadas del Gran Buenos Aires y un
amplísimo stock que iba desde pistolas y ametralladoras hasta un lanzamisiles, hacía por
lo menos dos años que el policía retirado y experto armero civil Oscar Pistoia,
producía lo que él aseguraba eran armas de colección, delicadezas bélicas
de esas que se venden para ser vistas y no para ser descerrajadas. Al menos, ese es el
cuento que no sólo se tragaron durante tanto tiempo sus vecinos, sino también la
policía de la zona, confundida por la cándida imagen que ofrecía la fachada
de su hogar. El mercado de armas ilegales argentino es tan vasto como el delito mismo. Los
últimos datos oficiales del Renar indican que junto a las 1.800.000 armas registradas en
el país existen 1.000.000 en negro. El crecimiento de esa cifra en los últimos años
está ligado, según los especialistas, al contrabando proveniente de Paraguay y Brasil,
aunque los líderes absolutos del ingreso de armamento trucho son los militares
guaraníes, especialistas en el tráfico de pistolas y ametralladoras que viajan desde
Ciudad del Este, tal como informó Página/12 en una investigación publicada en abril.
Esa abundancia ha derivado en un abaratamiento generalizado de los precios para los
delincuentes que hoy consiguen fácilmente con qué disparar. A ello se suma la
circulación cada vez más profusa de armas oficiales, la clásica 9 mm, que o son robadas
por los ladrones a los policías cuando ganan en un enfrentamiento, o directamente los
uniformados las denuncian como perdidas para venderlas en el mercado ilegal, tal como
denunciaron este año camaristas bonaerenses. Es por eso que este caso, el descubrimiento
en la calle David Magdalena al 3136 de la localidad de Caseros, en Tres de Febrero,
resulta para todos sorprendente. Los hombres de la Bonaerense que llevaron adelante la
investigación sostienen que hasta el momento no se había detectado una sola fábrica de
armas en sus territorios. En este caso las investigaciones comenzaron hace seis meses a
cargo del comisario Alberto Manrique, quien en junio trabajaba en Inteligencia de la
Bonaerense, pero ayer hizo el procedimiento como uno de los jefes de la División Delitos
Rurales, donde revista actualmente. Descubrimos que esta gente detrás de un chapa
de fabricación de armas de colección, fusiles antiguos, pistolones, tenían una fábrica
de granadas y hasta lanzaexplosivos. Hicimos escuchas, seguimientos y vimos que no sólo
distribuían a bandas de la zona sino que ya tenían una veta para mandar a
Paraguay, le dijo Manrique a Página/12.En el allanamiento ordenado por el juez
federal de San Martín Hugo Gurruchaga y en el que intervino además de Delitos Rurales,
el grupo especial Halcón, se secuestró una ametralladora micro-UZI, un fusil FAL, una
pistola tipo antitanque calibre 40 milímetros, una ametralladora Intertec con cargador
tipo banana con silenciador y un proyectil tipo misil chico, una pistola Astra 100, 9
caños de FAL, un tubo trombón para lanzar granadas, 50 proyectiles antiaéreos, un
revólver Magnum 44, cuatro cartuchos antitanques, una granada de fabricación española.
El ex sargento Pistoia, detenido junto a su hijo Rubén, de 35 años y también armero
civil, había pensado en la seguridad de su guarida: la policía encontró un circuito
cerrado de televisión y un sofisticado equipo de comunicación de handy y VHF. Por si el
conocimiento propio no alcanzaba había suficientes planos a escala de armas de guerra con
instrucciones para su armado y un libro instructivo del Ejército.Ayer, mientras los
vecinos aseguraban que los Pistoia eran gente buenísima, la policía usaba
una grúa pluma para terminar de desmontar el tallercito del fondo. Sacaron
así una estriadora para los caños de las armas, una fresadora, tres tornos
industriales, una agujereadora deprecisión, matrices de ametralladora Intertec y un tubo
de acero que hacía las veces de polígono de tiro, cosa de no entregar la mercadería
fallada.
En una casa discreta
El millón de armas truchas que circula en la perenne zona gris de
delincuentes y policías argentinos tiene varios centros de distribución. En el caso de
la fábrica argentina descubierta ayer por los investigadores abastecía a bandas de La
Matanza, José C. Paz, San Martín y Tres de Febrero. Este diario publicó una
investigación en la que varios comisarios y ex comisarios describían el mercado negro.
Una de esas fuentes describía en abril: Se imagina que (los depósitos de armas) no
tienen vidriera ni cartel luminoso. Están en una casa discreta que los policías y los
delincuentes conocen. Por lo general, son propiedad de un ex policía, un ex militar o
incluso gente en actividad. Están por todo el Gran Buenos Aires. Por supuesto tienen la
protección de la brigada de la zona, sobre todo porque le deben favores. |
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