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Por Felipe Yapur El ex dictador Antonio Domingo Bussi no oculta su estrategia. Necesita, casi con desesperación, conseguir fueros parlamentarios para protegerse de las causas penales que pesan contra él. Es por ello que ayer, apenas unas horas después de que se conociera el fallecimiento del senador nacional de Fuerza Republicana por Tucumán, Carlos Almirón, los bussistas comenzaron a realizar gestiones para que el septuagenario general ocupe la banca vacante. Sin embargo, integrantes del bloque de la Alianza como del justicialismo adelantaron a Página/12 que Bussi no tiene posibilidades de incorporarse a la Cámara alta. En Tucumán, en tanto, comenzó a gestarse la posibilidad de que un aliancista sea el reemplazante de Almirón.Bussi tiene su pliego de diputado nacional en el freezer luego de la decisión que tomó el Congreso en la histórica sesión del 1º de diciembre, y todo indica que su intención de ser miembro de la Cámara baja no tiene futuro. Esto pone de muy mal humor al anciano general y le imprime presión a su hijo Ricardo, para que consiga buenos resultados.Dura tarea le encargaron al hijo de Bussi. Debe defender a su padre de genocidio, enriquecimiento ilícito, secuestro de menores y lograr que, si no es diputado, sea senador o algo que le otorgue fueros. Pero para alcanzar el objetivo debe atender varios frentes de batalla. Por un lado están las deudas ante la Justicia (ver aparte). Por otro el diploma de diputado. Y ahora surge la batalla de los senadores que tiene dos patas, una que se apoya en Tucumán y la otra en la Cámara alta nacional. Cuando todavía estaban velando a Almirón, el vástago del militar reanudó las gestiones que mantuvo con varios senadores del justicialismo poco después de que su padre concluyera su mandato de gobernador el 29 de octubre pasado. De acuerdo con las consultas realizadas por este diario, el representante del ex dictador no recibió la respuesta esperada. Bussi hijo recordó el acompañamiento irrestricto de todas las iniciativas del menemismo durante la administración de Carlos Menem y que hasta le permitió al desaparecido Almirón convertirse en vicepresidente de los senadores. Pero no hubo caso, las respuestas fueron siempre negativas.Jorge Yoma, un senador ultramenemista y presidente de la estratégica Comisión de Asuntos Constitucionales, dejó entrever cuál fue la respuesta que recibió el bussismo en su momento: En 1995 la cámara le rechazó su pliego de senador por ser gobernador electo de Tucumán. Hoy, en todo caso, la Legislatura de esa provincia debe votarlo de nuevo, dijo. Sin embargo, operadores de esa bancada fueron más directos al sostener que los diputados no le permitieron jurar por los gravísimos crímenes que pesan sobre él. Entonces, por qué los senadores tienen que ser los que blanquean al milico.En la vereda del oficialismo hay un panorama similar. Sorpresivamente la razón que esgrimen algunos miembros del bloque oficialista es muy parecida a la de los hoy opositores. El radical y presidente provisional del Senado, José Genoud, señaló a este diario que la Legislatura tucumana debe elegir el representante por la minoría según su composición actual. Recién cuando el pliego llegue a nuestro cuerpo lo analizaremos.Genoud fue precavido al opinar. Otros senadores, que prefirieron hablar en estricto off the record, fueron más precisos y dijeron: En el 95 Bussi era el suplente de Almirón. El Senado le dijo que no podía serlo porque estaba asumiendo su cargo de gobernador y le rechazaron el pliego. Bussi apeló la medida y nunca se respondió. Es por eso que hoy los bussistas insisten con esa posibilidad. Pero desde el punto de vista político es imposible que lo dejemos asumir. En Tucumán Bussi también la tiene difícil. Las elecciones del 24 de octubre fueron las peores de la corta historia política de Fuerza Republicana. El genocida alcanzó un escaño de diputado, pero lo hizo luego de que el PJ y la Alianza se repartieran las otras cuatro bancas. Esteresultado es el que alimenta el argumento de algunos legisladores radicales tucumanos, como José Ascárate, quien sostiene que Bussi no es senador suplente, porque su pliego fue devuelto. Entonces, esa banca le corresponde a la segunda fuerza política que, de acuerdo con las últimas elecciones, es la Alianza. El razonamiento de Ascárate tiene algunas aristas no muy definidas. Es verdad si se tienen en cuenta los comicios de octubre, pero en Tucumán hubo dos elecciones este año. El 6 de junio, cuando el bussismo fue derrotado en la elección de gobernador, captó más votos que la Alianza. Son estos resultados los que tienen en cuenta los bussistas a la hora de defender la banca. Mariano Poliche, legislador bussista, indicó a este diario que pelearemos hasta las últimas consecuencias para que el general Bussi acceda a ese cargo. Le corresponde. Pero inmediatamente agrega: Si él no puede, entonces nombraremos a otro. El justicialismo vernáculo por ahora mira de reojo la pelea. Un vocero del gobernador Julio Miranda aseguró que respetaremos a la primera minoría: el partido de Bussi. Pero ellos están divididos y pueden perder en la Legislatura. En verdad, es un problema que debe resolver Bussi. Pero el justificativo del vocero esconde una mentira. El PJ tiene 20 de los cuarenta legisladores; la Alianza necesita de ellos para imponer su tesis y saben que Miranda suele decir entre su gente que hay que terminar con Bussi de cualquier manera. Esta puede ser una de ellas.
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