Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro
Desde París
Por
fin. Los diputados franceses terminaron de aprobar ayer uno de los proyectos más
ambiciosos y polémicos del gobierno socialista del primer ministro, Lionel Jospin. La
segunda ley Aubry -.nombre de la ministra de Trabajo-. sobre la reducción de la semana
laboral a 35 horas de trabajo es una realidad, pese a la acción de la oposición
conservadora que espera protestar ante el Consejo Constitucional. La segunda ley organiza
el paso a las 35 horas a partir del primero de enero del ano 2000 para las empresas con
más de 20 empleados, mientras que aquellas que cuentan con menos de 20 recién empezarán
a aplicar la nueva norma en el ano 2002. Tras una ardua batalla con los sindicatos, la
patronal y unas cuantas concesiones en relación con el proyecto inicial, la ley Aubry
abre la fase de una auténtica revolución en el mundo del trabajo cuyos alcances ya han
desencadenado una ola de conflictos sociales, bloqueos y huelgas persistentes como la que
paralizó durante una semana al conjunto de las empresas de la radiotelevisión pública.
El paso a las 35 horas sin pérdida de salario otorga derecho a cuatro semanas
suplementarias de vacaciones que, en principio, deberían liberar horas hombre
para la creación de puestos de trabajo. Ese fue el objetivo inicial de Jospin en el curso
de la campana para las elecciones legislativas anticipadas de 1997: su enunciado
trabajar menos, acrecentar las fuentes de trabajo y ganar lo mismo se
convirtió en una suerte de enunciado mítico cuya aplicación concreta llevó más de dos
años de elaboración. Al cabo de la sesión, donde la mayoría votó unánimemente a
favor y la oposición en contra, la ministra Aubry exclamó: ¡No se puede negar que
fue largo!. Efectivamente: la idea de una semana laboral reducida fue lanzada
oficialmente en octubre de 1997 en el curso de una conferencia gubernamental sobre el
trabajo organizada por Jospin. El gobierno rojiverde estima que este recorte del horario
laboral creará en los próximos cinco años entre 400.000 y 700.000 nuevos puestos de
trabajo, en un país con un 11 por ciento de desocupación. Los conflictos más
persistentes afectan a los bancos, los grandes comercios, las empresas informáticas y
ciertas ramas de las empresas públicas como la compañía telefónica y el correo. Pero
el problema esencial de la ley es que ésta, si bien fija un marco de referencia, deja la
negociación concreta de su aplicación en manos de los interlocutores sociales, es decir
patronal y sindicatos. La complejidad del cambio es tal que no resulta fácil contentar a
todo el mundo. Cada rama laboral vive a su manera la reducción de la semana. Así, los
empleados pueden optar por ejemplo entre un cheque horas, es decir, una cuenta
corriente en horas de trabajo que se desprenden de la ley, entre una semana de cuatro
días o entre vacaciones acumuladas. Sin embargo, no todos los sectores aceptan adaptar
las estructuras a los textos e imponen a los empleados drásticas condiciones de trabajo.
Una empresa de catering sólo acepta dejar el tiempo libre en los períodos de escasa
actividad. De allí que, si se sacan las cuentas, en vez de 16 días suplementarios de
descanso los empleados sólo tendrán 11 y según como le convenga a la dirección. Por
esta razón, muchas ramas laborales viven el cambio como un verdadero drama, ya que
termina por poner en tela de juicio los derechos ganados con las huelgas y las luchas
sindicales. La compañía financiera Francefinance se las ingenió para dar 12 días de
vacaciones suplementarias y, por el otro, sacar 12 días que los empleados tenían antes.
Los visitadores médicos del fabricante de vacunas Pasteur Merieux descubren a su vez la
cara oculta de las 35 horas. Con una mano la empresa les otorga lo que la ley
dicta y, con la otra, se lo saca exigiéndoles que los días no trabajados sean
compensados con trabajo suplementario integrado en el trabajo cotidiano.Para
los comunistas, el hecho de que la ley haya dado lugar a un enfrentamiento
frontal entre patronal y empleados es un regalo del cielo. Un diputado comunista
llegó a decir que gracias a que todo el mundo tiene que sentarse en la mesa de
negociaciones, esto conducirá a un enfrentamiento de clases. La ley ya existe, pero
los franceses descubren con cierto estupor la diferencia que hay entre el canto de las
sirenas y la navegación en aguas desconocidas.
Cuatro opiniones argentinas
HECTOR RECALDE *
Cumplir con la ley actual
La reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales constituye un
gran logro. Fundamentalmente, porque lo que se logra es que socialice el trabajo sin que
ello implique una reducción de los salarios. Para el caso de Europa, es una buena
solución al problema del desempleo. Es exactamente al revés de lo que se quiere crear en
nuestro país.Esta reducción se podría aplicar en la Argentina, pero antes tenemos que
cumplir con lo que establece la ley. Antes que aplicar una reducción de la jornada
laboral, tenemos que hacer respetar el límite establecido en ocho horas diarias de
trabajo y 48 horas semanales. En la actualidad, la Argentina tiene un récord en materia
de sobreocupación. Si el problema es el desempleo y esta reducción pretende combatirlo,
la primera medida debería ser entonces atacar la sobreocupación que afecta a una gran
cantidad de trabajadores argentinos. Esto generará más empleo y además significará el
cumplimiento de lo que existe actualmente en legislación laboral en nuestro país.
Recién después de esa instancia se podrá pensar en una reducción de la jornada
laboral.* Asesor legal del Movimiento de Trabajadores Argentinos. Profesor de Derecho del
Trabajo. UBA |
RODOLFO DAER *
Negociares la clave
La aprobación de la jornada laboral de 35 horas semanales es el resultado
de dos años donde se convocó a negociaciones paritarias a los sindicatos y a los
empresarios, con la supervisión del Estado. En este proceso, se pidió a ambas partes la
adecuación a las técnicas productivas y el cumplimiento del plazo establecido, con la
garantía dada por el Estado de que sindicatos y empresarios actuaran de buena fe.Este es
un camino que efectivamente podría plantearse en la Argentina. La CGT propone este tipo
de negociación tripartita con el Estado como garante. Esto significa que el Estado debe
comprometerse en aplicar medidas para beneficiar a las empresas que se acojan a estas
negociaciones y que además, como en el caso de Francia, se entreguen números concretos
del crecimiento constante estimado de la economía a ambas partes.A corto plazo, no es
posible aplicar en Argentina la reducción de la jornada laboral semanal a 35 horas. Pero
sí es posible que el Gobierno impulse las negociaciones paritarias y la aplicación de
convenios donde claramente un convenio reemplace al anterior. La negociación es la única
forma de lograr el trabajo estable con protección social. * Secretario general de la CGT.
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ENRIQUE RODRIGUEZ *
Una decisión trascendente
La aprobación de la reducción de la jornada laboral semanal en 35 horas es una
decisión trascendente para el futuro del empleo. Al reducir la jornada, se socializa el
trabajo. Más personas accederán al empleo y, si las remuneraciones se mantienen,
implicará una redistribución positiva del ingreso. Asimismo, se incrementará el consumo
interno, lo que también redundará en más empleo.Fundamentalmente, al trabajar menos
horas, el trabajador podrá ganar en productividad, y de esta manera las mismas empresas
ganarán en competitividad. Con todos estos logros, es fácil concluir que se trata de la
decisión más correcta en materia de empleo en la última década.Por estas razones es
posible y es deseable que se aplique esta medida en Argentina. Tenemos que considerar que
la jornada laboral en nuestro país está en torno de las 2200 horas anuales. La media en
Estados Unidos y en varios países europeos está por debajo de las 2000 horas anuales. De
manera que, si se aplica esta reducción de la jornada laboral en 35 horas semanales,
podremos alcanzar la media universal de horas trabajadas sin reducir productividad y por
lo tanto sin reducir competitividad. * Ex ministro de Trabajo de Carlos Menem. |
DANIEL FUNES DE RIOJA
No sirve para nada
A nivel general y por mi experiencia en el extranjero, la reducción de la jornada laboral
a 35 horas no sirve para combatir el desempleo y además reduce la competividad de la
economía. Lo que aprobó ayer la Asamblea Nacional francesa tuvo un período de
aplicación transitorio de dos años, en donde se ha visto que los resultados fueron
insignificantes. Es claro que si este tipo de reducciones no están acompañados de un
crecimiento de la productividad, lo único que generan es una falta de competitividad.En
cuanto a la generación de empleo, si tomamos el caso de países relativamente parecidos,
como Francia, Alemania, Estados Unidos y Gran Bretaña, son Francia y Alemania los que
tienen las jornadas laborales de tiempo real más reducidas. Y son los que tienen mayor
tasa de desempleo.Para el caso de Argentina, la única manera de generar más empleo es
desarrollarse y crecer en competitividad. Este es el único imperativo. Hay que tener en
cuenta que la reducción de la jornada laboral implica pérdida de competitividad y
pérdida de salarios, y que la única manera de contrarrestar estos efectos es a través
de subsidios. En Europa hay subsidios. En Argentina no.* Asesor legal de la Unión
Industrial Argentina |
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