El programa de Magdalena Ruiz Guiñazú, que sumó 12 puntos por el 13,
conmovió contando, quince años después del Juicio a las Juntas, la vidade algunos
testigos. El de Azul retrató el hoy de algunos represores.
Por Esteban Pintos
Los
documentales El día después y Generales.doc, emitidos en
simultáneo por Canal 13 y Azul Televisión en una coincidencia poco afortunada para el
interés de los teleespectadores -.el zapping o la grabación de uno de ellos pudo haber
sido la solución más certera, sirvieron para continuar un ejercicio necesario de
memoria sobre la historia reciente de la Argentina. Algo que para la televisión argentina
suele ser una asignatura pendiente, a dos décadas de consumados los hechos, con las
excepciones del caso (otros programas por el estilo, ya emitidos con gran repercusión).
La gente quiere saber de qué se trató o, si lo sabe, quiere ver y escuchar más de todo
aquello porque todavía hoy aquello parece un cuento de terror. Es necesario y los
millones de hombres y mujeres que sintonizaron ambos programas en la noche del miercoles
así lo demuestran. El dato decisivo en este caso, emitido por la empresa IBOPE en su
mediciones de rating, revela que El día... promedió 12 puntos -casi un
millón y medio de personas sólo en Capital y GBA, por encima del promedio del
canal (8 puntos) e inclusive igualando a Hola Susana (12.3) y superando a
Gasoleros (11.4). .Doc promedió 5.9 puntos, un número digno y
acorde al promedio de su emisora (5.4) e incluso superior al supuestamente más atractivo
paquete chistes verdes + chicas pulposas de su antecesor Petardos
(5 puntos).Por cierto, y más allá de que todo gira en torno al daño irreparable que la
dictadura militar más sangrienta de la historia argentina ocasionó en la sociedad civil,
ambos trabajos de investigación periodística y entrevistas apuntaron sobre diferentes
ejes temáticos. En uno, las víctimas. En el otro, los victimarios. Particularmente,
El día... buceó en las pequeñas grandes historias de seis de los
sobrevivientes de los centros clandestinos de detención, fue y volvió desde el juicio a
las juntas de 1984, recuperando algunos testimonios posiblemente nunca antes difundidos
.-se recuerda aquella prohibición de emisión conjunta de audio y sonido, impuesta sobre
todo el material registrado en ese momento-. y ubicando a los protagonistas en el
presente, cuando ya están lejos (¿lejos?) de aquel horror. Los testimonios de Susana
Sastre, Claudio Tamburrini, Guillermo Fernández, María Verónica Lara, Osvaldo Acosta y
Jacobo Timerman (en una entrevista grabada un día antes de su muerte) son elocuentes: con
serenidad y no sin emoción recordaron lo que les pasó, en un ejercicio doloroso pero
catártico. Tal como sucedió cuando les tocó ser testigos del juicio a las Juntas. Los
aportes de Magdalena Ruiz Guiñazú, con un valor agregado simbólico al de su tarea de
periodista por haber participado de la CONADEP, sirvieron para ordenar el relato y sus
intervenciones fueron siempre sobrias pero sin perder cierto aire de
espontaneidad..Doc presentó tres entrevistas recientes con los generales
Bignone, Nicolaides y Menéndez, complementadas por un riguroso trabajo de archivo visual
.-su mayor mérito y no sólo en este programa sino en toda la serie-, y con los tres se
propuso recorrer la misma historia, extendiéndose inclusive de la cuestión guerra
sucia para llegar al otro capítulo nefasto de aquellos años, la guerra de
Malvinas. Sin embargo, la presencia en cámaras de esta clase de personajes sirve para
intentar pensar, una vez más -.con la entrevista de Mariano Grondona a Emilio Massera,
como antecedente-., cuál es el límite ético y la decisión periodística de ofrecer un
espacio de difusión a los personajes en cuestión. Declaraciones del tipo no estoy
arrepentido de nada, no soy peligroso, nuestras intenciones fueron
sanas, equivocadas algunas pero nunca malintencionadas y otras dejan en claro todo:
es un gran error de interpretación, manipulado por los medios y hecho carne en la gente,
debiéndosele en realidad un reconocimiento por sus servicios. En ese sentido, resulta
complicado establecer cuál debe ser el rol del entrevistador, por ejemplo.En un momento,
el periodista Rolando Graña, presentador del envío, inquirió a Bignone sobre la
metodología arrasatodo de la represión. El último presidente militar del
siglo en Argentina divagó sobre la cuestión y terminó mencionando la venta de granos
argentinos a la por entonces Unión Soviética. Entonces Graña, ingenua o erróneamente,
preguntó: ¿No se podía discriminar?. Si los ejes temáticos fueron bien
distintos aunque el tema central fue el mismo, la realización técnica también marcó
dos estilos. El día... asumió un relato pulcro, ordenado, en que se
permitió ciertas concesiones funcionales a su guión (algunas imágenes simbólicas, un
estilo realista de encuadre en la visita de los ex detenidos a su campo de
concentración, por ejemplo), utilizando música para acentuar el carácter sombrío de su
contenido y dejando lugar a los silencios o los gestos de emoción de los protagonistas.
La idea responde, en general, a ciertas leyes no escritas de realización documental
periodística que, por ejemplo, pueden rastrearse a diario en señales de cable como Mundo
Olé y People + Arts. .Doc, en cambio, es puro producto Cuatro Cabezas. El
combativo grupo norteamericano Rage against the Machine cerrando cada bloque con su sonido
estridente, una taquicárdica edición determinando los tiempos de los entrevistados y las
imágenes de archivo ingresando velozmente tras los testimonios, con títulos que remiten
a la estética que el director David Fincher impuso en películas como Pecados capitales y
El club de la pelea, enmarcaron la realización, simétrica a la de cualquiera de los
temas que trata el programa.
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